lunes, 4 de septiembre de 2017

Reseñas literarias: Aquí vive el horror


Ficha Técnica

Título original: The Amityville Horror
Autor: Jay Anson
Portada: Yzquierdo
Género: Terror
Nacionalidad: Estados Unidos
Formato: Cartoné
Nº de páginas: 210
Editorial: Círculo de Lectores
Publicación: 1979


Sinopsis:
En noviembre de 1974, Ronald DeFeo hijo, miembro de los DeFeo, que habitan una casa colonial en la tranquila localidad de Amityville, asesina fríamente a toda su familia de noche y con un rifle, asestando varios disparos por la espalda y a la cabeza. Durante el posterior juicio, la principal defensa de Ronald es declararse mentalmente inestable, apoyándose en las presuntas voces que le ordenaron cometer los crímenes, y que provenían de la propia casa, maldita según sus declaraciones. Cuando todo parece una treta barata por parte de la defensa del único DeFeo superviviente, una nueva familia, los Lutz, se traslada a la vivienda, sólo para sufrir el mes siguiente una serie de sucesos sobrenaturales que convierten su estancia en una auténtica pesadilla, extendiendo de este modo la leyenda del horror de Amityville.


Reseña:
Fantasmas, hombres lobo, muertos vivientes, casas encantadas, posesiones, extraterrestres con malísimas intenciones, vampiros, demonios, mansiones abandonadas, psiquiátricos malditos, muñecos vivientes, asesinos en serie... La literatura de terror se alimenta de un sinfín de conceptos que dan (y han dado) para interminables e infinitos ensayos, ideas a las que multitud de escritores han sabido sacarle partido en algún que otro momento, dándonos obras que nos han hecho pasar mucho miedo y que, en algunos casos, se han convertido en verdaderas joyas de la literatura, y no sólo de género, sino también universal. Ahí tenemos "Drácula", ahí tenemos "Frankenstein", ahí tenemos "Soy leyenda", ahí tenemos algunos de los títulos más importantes de Stephen King (Cementerio de animales, Joyland), ahí tenemos "El Exorcista" y ahí tenemos cualquier trabajo literario de Edgar Allan Poe (La caída de la casa Usher, El barril de amontillado) o de H. P. Lovecraft (En las montañas de la locura, El horror de Red Hook), entre muchas otras novelas y relatos. Como es evidente, el terror escrito proviene, principalmente, de la imaginación de sus autores, aunque luego utilicen referencias directas que pueden provenir en ocasiones de sucesos autobiográficos, o de acontecimientos ocurridos a conocidos y amigos. En conclusión, es lógico que un escritor de terror tome referencias reales y, a partir de ahí, las alimente hasta convertirlas en novelas o relatos completos, llenos de monstruos, asesinos y demás seres o situaciones sobrenaturales, dantescas y llenas de tensión, pero siempre rozando el consabido "basado en hechos reales". Sin embargo, a veces, sólo a veces, esta afirmación es la principal protagonista de alguna que otra obra de terror, lo cual no es de extrañar si tenemos en cuenta que, al fin y al cabo, la realidad suele ser más terrorífica que la ficción.

Esta afirmación, que suele ser cierta en un alto porcentaje de las veces que se pronuncia, se suele referir a monstruosidades humanas como actos de terrorismo, violaciones, asesinatos, robos, delincuencia, malos tratos, violencia de género y un largo etcétera que da más miedo que cualquier vampiro, hombre lobo, muerto viviente o fantasma que podamos imaginar. Es el terror real, el verosímil, el que sabemos a ciencia cierta, al cien por cien, que existe, que está ahí, que nos espera a la vuelta de la esquina, y que puede suceder en cualquier instante, sólo por un mal golpe de suerte, porque nos encontremos en el lugar equivocado en el momento más inoportuno, o porque a nuestro vecino le dé la real gana de ser un verdadero hijo de puta con nosotros un día concreto. Que seamos padres, sepamos que nuestro hijo ha salido de fiesta y recibir una llamada a las tantas de la mañana, es un miedo muy, muy real; pasear una tranquila tarde por una ciudad cualquiera, y ser víctima de un acto terrorista, es un miedo muy, muy real; ir por carretera en dirección a nuestras vacaciones, y que se nos cruce un conductor borracho que nos arruine la vida, es un miedo muy, muy real. En definitiva, parece que sí, que la realidad suele superar a la ficción. Sin embargo, hablamos de actos demostrables, reales, auténticos, demostrados por la realidad en la que vivimos, no de sucesos sobrenaturales, sucesos sobrenaturales reales, por más que parezca una afirmación un tanto contradictoria. Vale, que existan fantasmas, monstruos, demonios, el más allá y los extraterrestres, entre una gran cantidad más de hechos inexplicables, todavía no está probado, al menos, si generalizamos y damos por ciertos los componentes científicos con lo que se estudian. Eso no quiere decir que el mundo real no esté repleto de lo sobrenatural, y es ahí dónde entra que la realidad supere a la ficción, porque a pesar de que el cine y la literatura hayan bebido enormemente de leyendas, cuentos y acontecimientos verdaderos dentro del campo de lo sobrenatural, los orígenes de tales historias suelen ser más aterradoras que lo que nos ha presentado el celuloide y la literatura.

Precisamente, el mundo de las películas (y las series también, no nos las dejemos atrás) y el mundo de los libros son los que más partido les han sacado a esas historias reales a pesar de su alto componente sobrenatural. Si continuamos con lo curioso que resulta el asunto, nos es fácil comprobar que cine y literatura se conectan de manera bastante estrecha con este tipo de obras, llegando incluso a veces a confundir al espectador y al lector en lo relacionado con lo que es real y lo que no, y dónde termina el libro y dónde comienza el filme, o viceversa. Los ejemplos podemos contarlos por docenas, y diría que me quedo corto, teniendo entre sus filas auténticas joyas del terror escrito y fílmico. Ahí tenemos "El Exorcista", película que adaptaba la terrorífica novela de William Peter Blatty (Legión), y que, a su vez, estaba basada en una suceso real, donde el personaje de la niña protagonista era, en realidad, un niño. Son muchos los rumores que sitúan la novela en la que se basó Steven Spielberg (El diablo sobre ruedas, Munich) para realizar "Tiburón" como la adaptación de otro aterrador suceso real, con tiburón asesino de fondo. Yéndonos a por uno de los habituales de la literatura de género, o lo que es lo mismo, visitando Maine momentáneamente, muy conocida es la anécdota de Stephen King con "El resplandor", cuyo hotel, el maléfico Overlook, se basa a su vez en un hotel real, el Stanley, uno de los más encantados de Estados Unidos, que se dice pronto; sobra recordar la adaptación cinematográfica de "El resplandor", dirigida por Stanley Kubrick (La naranja mecánica, La chaqueta metálica), y que, a pesar de cambiar mucho del material original, continuaba el concepto de hotel maldito. Y qué decir de muchas de las películas de terror actuales, como las dos entregas de "Expediente Warren", que recogen muchos datos de numerosos libros sobre el matrimonio Warren, como bien sabéis, amantes de lo sobrenatural, un matrimonio real que se dedicó a investigar, tratar y resolver casos paranormales que tenían que ver, generalmente, con espíritus, fantasmas y demonios; y sí, aquí podrían entrar también los spin-off de la muñeca Annabelle, un objeto maldito real que descansa en el siniestro museo personal de los Warren, que incluso se puede visitar hoy día. Como decía antes, los ejemplos se podrían contar por cientos, pero para esta reseña nos interesa uno muy concreto al que el cine y la literatura han sabido sacar mucho, mucho provecho, ¿o deberíamos hablar más de explotación? Me refiero al caso de la famosa casa maldita de Amityville.

Incontables ensayos, innumerables novelas, infinitos relatos, continuas referencias en la cultura popular y nada más y nada menos que doce películas, consiguen que el caso de Amityville sea, probablemente, el más popular con respecto a los sucesos sobrenaturales reales llevados a la gran pantalla y tratados en la literatura. Y no es para menos, si tenemos en cuenta lo terrorífico y sangriento que resulta si entramos de llenos en él. Recordemos que el caso de Amityville se considera uno de los más importantes de todos los tiempos en el universo de la parapsicología, siendo la casa protagonista una de las más encantadas de todo el planeta, lo cual se dice pronto, una especie de ejemplo perfecto para las historias de domicilios malditos. Además, tenemos entre manos dos casos en uno, porque lo que nos narra el horror de Amityville (me refiero al suceso real, no a la novela que reseño en esta ocasión) es lo que provocó el asesinato de casi toda la familia DeFeo, para después contarnos la convivencia de los Lutz con los acontecimientos paranormales que tenían lugar en la vivienda, antes de salir corriendo de ella cuando llevaban apenas un mes en ella. Sí, tal y como suena, parece la típica historia de familia sufriendo en una casa encantada, y en pocas palabras, lo es, aunque luego vaya más allá y, como comentábamos al principio, el suceso real sea mucho, mucho, mucho más aterrador que lo que pueda dar de sí cualquier novela o relato de casa malditas pergeñado por un escritor de terror. Al fin y al cabo, Ronald DeFeo asesinó de verdad a toda su familia, según confesó después, porque se encontraba acosado por voces que se lo ordenaban, lo que inició un juicio de lo más estrambótico, conectado más tarde, o según aseguraban los más escépticos, a los hechos de la familia Lutz, quienes deseaban aprovecharse de la fama adquirida por la casa, y al revés, viendo los defensores de DeFeo una oportunidad de oro para conseguir la mínima pena para su cliente al presentar las pruebas necesarias de que la vivienda se hallaba encantada de arriba abajo. Más tarde, y según indican numerosas informaciones, ninguna otra familia trasladada a la mencionada residencia de Amityville tuvo problemas con ella, aunque hay declaraciones que indican todo lo contrario.

Sea como sea, el caso de Amityville lo tiene todo. Es aterrador, se enclava en los 70, hay un cura por ahí, un par de familias destrozadas, se puede visitar el lugar, los Warren estuvieron brevemente involucrados, hubo asesinatos, existían demonios en la casa, los fantasmas y los poltergeists tuvieron su dosis de protagonismo, la comunidad científica no dudaba del fraude que era, la historia se trasladó a la literatura y al cine, la casa de Amityville apareció en numerosos programas de televisión de temática sobrenatural, las revistas que giraban y giran alrededor de lo paranormal publicaron miles y miles de página al respecto... Hay que admitir, que los sucesos de la casa de Amityville se prestaban bastante para ser trasladados al cine y a la literatura. El séptimo arte no se anduvo con tonterías, y en 1979, poco después de los sucesos reales de Amityville, se estrenaba "Terror en Amityville", que nos presentaba una recreación cinematográfica de la pesadilla que vivió la familia Lutz en la horrible casa, una cinta que no era nada del otro mundo, pero que pasó a convertirse en un filme de culto casi de inmediato por su origen, por la cercanía con el hecho original y por la gran cantidad de secuelas que tuvo, cada una peor que la anterior, siendo muchas de ellas auténticos desechos de serie Z que apenas tenían nada que ver con los sucesos de Amityville. Sin embargo, y a pesar de lo interesante que resultaría analizar todas y cada una de las mencionadas entregas, mejor nos centramos en el medio literario, concretamente, en uno de los libros más importantes aparecidos sobre el tema, uno que se editó tan próximo al incidente que se podría considerar como un diario de lo vivido por los Lutz. "Aquí vive el horror", aunque pueda parecer una novelización de lo ocurrido en Amityville, es en realidad algo más cercano al día a día que sufrieron los Lutz en la casa justo después del crimen de los DeFeo, al poco de trasladarse, lo que convierte a esta obra en una terrorífica curiosidad que pone los pelos de punta, sobre todo al sumergirnos tanto en los sucesos reales que da la sensación de que estemos en plena pesadilla con los Lutz.

La novela de Jay Anson (escritor que podría dar para un libro completo, como comprobaremos en las próximas líneas) nos relata la odisea de los Lutz por sobrevivir a Amityville durante el mes (o casi) que vivieron en el domicilio encantado. Como decía antes, a la historia no le falta de nada, y viéndola con perspectiva, bien podríamos tener entre manos la plantilla perfecta para escribir una novela de terror con casa encantada como protagonista. Evidentemente, dividir los hechos reales de los inventados por Anson no sólo es complicadísimo, sino bastante imposible por el carácter verosímil y real que posee el volumen, lo que, como ocurre con las películas de género basadas en hechos reales, aumenta la tensión que vive el lector con cada página. Todo se inicia con normalidad en "Aquí vive el horror", con la familia Lutz llegando a la casa, mudándose como cualquier otra familia y comenzando una nueva vida. Poco a poco, sin prisa pero sin pausa (la novela no es larga, e incluso en ciertos círculos sería considerada una novela corta, o a punto de serlo en su momento), se nos descubren los secretos de la vida de los Lutz, como que los hijos de ella pertenecen a un matrimonio anterior y que él está pasando apuros económicos, no digamos ya con la compra de la nueva vivienda. Conforme les conocemos más, también ahondamos en los misterios del nuevo hogar familiar, como habitaciones secretas, zonas frías, un embarcadero bastante extraño y estancias en las que el perro de la familia no es que no quiera entrar, es que se muestra completamente asustado si alguien intenta obligarlo a ello. Pasan los días, los sucesos sobrenaturales se intensifican, y los Lutz, que al principio se muestran escépticos, comienzan a creer que de verdad hay algo maligno en la vivienda, algo que quiere hacerse con sus almas. Los peores episodios los protagonizan una especie de cerdo que parece haberse hecho amigo de la pequeña de la familia, un ser llamado Jodie, sin olvidar la presencia que persigue a la madre e incluso la hace levitar en su propia cama.

"Aquí vive el horror" va de menos a más, como debe hacerlo una buena novela de terror, presentadonos a los personajes poco a poco, centrándose en la familia Lutz pero sin olvidar al padre Mancuso, quien con sólo un par de contactos con la casa, ya se ve afectado por ella de tal manera que incluso no puede hablar del tema sin recibir algún daño a distancia, provocando algunas de las escenas más truculentas e inquietantes del libro. Por supuesto, parte de los familiares de los Lutz también tiene su cuota de protagonismo cuando van a visitarles, consiguiendo más y más pasajes de esos que dan muy mal rollo. Sin embargo, insisto, hay que tener paciencia, porque el libro, como los acontecimientos en la (im)popular casa de Amityville, se van cociendo poco a poco, sin ninguna prisa, y ni siquiera cuando faltan pocas páginas para acabar hemos asistido a una explosión sobrenatural, sino que las presencias paranormales aparecen por capítulos de forma bastante equilibrada. Por supuesto, hay que tener en cuenta, de nuevo, que no estamos ante una novela al uso, sino ante una recreación casi milimétrica de los hechos reales que acontecieron en la casa. Fechas exactas, nombres y menciones lo atestiguan, a pesar de todos los líos en los que se metió posteriormente su autor, Jay Anson, al respecto, según se decía por entonces, por exagerar una situación que no era para tanto, algo que jamás se terminó de dilucidar al cien por cien. Al respecto, no cabe duda de que uno de los mayores alicientes que contiene el libro es la inclusión de de los planes auténticos de la casa, además de bocetos de los dibujos que hizo Missy, la pequeña de la familia, sobre algunos de los espíritus que querían su amistad para siempre. Entre todas, me gustaría destacar la ilustración que hace del cerdo Jodie, al que luego se identificó como uno de los demonios que acosaban la vivienda. Aterradora.

Una lástima que la edición no acompañe, y no me refiero a la presentación de "Aquí vive el horror", en tapa dura con camisa, más o menos de lujo. Señalo, eso sí, que hablo de la edición de Círculo de Lectores, un manjar literario complicado de encontrar hoy día sin pagar un buen dinero por él, a menos que se tenga mucha, mucha suerte. Pero decía que es una lástima la edición, aunque la verdadera pena es la traducción al castellano de esta edición en concreto, horrible hasta decir basta, con continuas erratas, palabras con letras separadas, falta de letras en algunos casos e incluso términos tan extraños y mal usados en la escena en cuestión que a uno se le hace bastante cuesta arriba leer según qué párrafos. Es una pena que un trabajo tan pésimo al respecto haga perder puntos a una obra tan curiosa, interesante y aterradora, de esas que dan miedo de verdad de principio a fin, inquietando cada vez más, una excelente muestra de que la realidad es capaz de superar la ficción incluso en temas sobrenaturales, aunque luego estén en tela de juicio. Quizás ese sea otro de los defectos, y a la vez virtud, de "Aquí vive el horror", su carácter de libro de información para parapsicologos aficionados, para aquellos a los que nos interesan estos temas más allá de la ficción, para los consumidores habituales de revistas como "Enigmas" y "Más Allá", programas televisivos como "Cuarto Milenio" o documentales como todos los del matrimonio Warren (ambos aparecen en el libro, por cierto, siendo uno de los mejores momentos del mismo, aunque sólo sea por su presencia testimonial) y derivados. "Aquí vive el horror" es el ejemplo idóneo de cómo pasar verdadero miedo con una sucesión de páginas, una joyita del terror escrito, terror que aumenta conforme pensamos, mientras leemos, que todo lo que se nos cuenta ocurrió de verdad. ¿O quizá no? La respuesta final depende de cada uno de nosotros.


Nota: 8,5/10


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