martes, 4 de diciembre de 2012

Reseñas literarias: El camino de baldosas amarillas


Ficha Técnica

Título original: El camino de baldosas amarillas
Autor: Juan de Dios Garduño
Portada: Daniel Exposito Zafra
Género: Terror, drama
Nacionalidad: España
Formato: Rústica
Nº de páginas: 196
Editorial: Tyrannosaurus Books
Publicación: 2012


Sinopsis:
Las cosas no son fáciles tras la Guerra Civil. Una fría noche de diciembre, el pequeño Torcuato es obligado a abandonar todo aquello que ama cuando, debido a un desafortunado incidente, ingresa en un manicomio de Valladolid. El único lazo que conservará con su pasado será un viejo libro prestado, “El maravilloso mago de Oz”.
En los siniestros pasillos del psiquiátrico, Torcuato tendrá que hacer frente a sus propios miedos mientras intenta convivir con los extravagantes inquilinos que ahora comparten su vida. Pero lo que no sabe nadie es que en lo más profundo del centro, el mal ha cobrado forma y aguarda a una nueva víctima.


Reseña:
Antes de empezar la reseña propiamente dicha me gustaría dejar claro que en ella no encontraréis spoilers ni destripamientos innecesarios de la trama. Y se me ha hecho difícil, porque hay escenas, personajes y situaciones que son muy propicias a describirse por la importancia que tienen en la trama, pero lo mejor es que el lector se acerque al nuevo libro de Juan de Dios Garduño sin saber prácticamente nada sobre él.

Cuando hice la reseña de “La historia de Lisey” de Stephen King la empecé afirmando que Stephen King es un romántico. Ya lo sabía antes de esa novela, pero con ésta, me quedo bastante claro, como un vaso de agua, podría decirse. Una novela romántica pasada por el filtro del rey del terror, que también era un drama y una historia de miedo. Tras haber leído “El camino de baldosas amarillas” puedo afirmar sin tapujos que Juan de Dios Garduño es un romántico. Y que aunque también se adivinaba por obras anteriores, es con la obra protagonizada por el joven Torcuato donde se queda bastante claro, como el vaso de agua del que hablaba antes.

Conocía a Juan de Dios Garduño con relatos aquí y allá. Hubo dos cosas que me gustaron en cuanto a lo que escribía: las ideas que tenía y el estilo que usaba para plasmarlas, muy de los autores que a mí me gusta, muy el tono de lo que me gusta leer. Desafortunadamente no he podido hacerme con su primera novela, “El Caído”, pero sí con la segunda, el éxito, en todos los sentidos que es “Y pese a todo…”. Como lector, disfruté con ella como un enano, hasta el punto de que me la he leído dos veces en un breve período de tiempo, algo que rara vez suelo hacer con un libro (normalmente suelo tardar más). Como escritor debo admitir que, al acabarlo, una oleada de sana envidia me recorrió el organismo. ¡Yo quería haber escrito ese libro! Así que, el hecho de que el autor saque una nueva novela sólo puede traer cosas buenas, entre ellas, quizás la principal, una gran lectura. ¿Está “El camino de baldosas amarillas” a la altura de la leyenda que se ha ido formando Juan de Dios Garduño? Sí, por supuesto.

La historia está ambientada tras la Guerra Civil de nuestro país, un marco perfecto para una historia de terror, sin necesidad de meter fantasmas, zombis o monstruos de por medio. Aquella época fue terrible por sí sola, y esperemos que ninguno de nosotros tenga que vivir algo cercano, aunque ni siquiera sea similar. Se nos presenta a Torcuato, un chico bastante joven, preadolescentes, que vive con su humilde familia y que está embelesado con el libro “El maravilloso mago de Oz”, aunque su padre pronto le dice, y de muy malas maneras, que tiene que dejar de leer y dedicarse a trabajar, porque leer no sirve de nada. Tras esto ocurre algo y el mundo de Torcuato cambia de arriba abajo.

Cambia tanto que acaba en un psiquiátrico de Valladolid, en un centro donde no faltan los personajes estrafalarios y los encargados crueles. Un lugar donde conocerá el amor, la amistad, pero también la autentica crueldad humana, el terror y el más puro de los miedos. Un edificio en cuyo interior se halla la maldad más absoluta, tanto en forma de monstruos auténticos, como de los seres humanos que lo habitan.

“El camino de baldosas amarillas” no es una historia de terror al uso. “Y pese a todo…” era una novela de terror donde el tema ocupaba un lugar importante. En la nueva novela del autor podemos decir que el amor es el principal tema, diría incluso que desde el primer capítulo, y que es el terror el tema que ocupa un lugar importante; no secundario, pero tampoco creo que principal. Amor y terror, con gotas de dramatismo. ¿Bien en ese orden? Diría que es el más adecuado, para que el lector se haga una idea de lo que va a leer.

En la novela encontramos las señas de identidad del autor. Además de esta mezcla de “géneros”, cabe destacar el buen uso que se hace de la ambientación y del escenario donde se mueve la historia. Los personajes son uno de los fuertes de Juan de Dios Garduño y lo vuelve a demostrar por medio de Torcuato, David Copperfield, Agnus, Tobías, el directo del centro, el jefe de enfermeros y cierto personaje que aparece en la última parte de la novela y del que no desvelaré nada. También contamos con unos diálogos reales, y la prosa del autor, sencilla, directa pero en ningún caso simplona; absorbente, ágil y muy, muy fluida. Es fácil acabarse la novela en dos días, ¿porque es corta? No, porque engancha, ahí el secreto de Juan de Dios Garduño.

Lo primero que llama la atención es que el libro se enmarque en un hospital psiquiátrico. Qué de posibilidades para hacernos pasar miedo, ¿verdad? ¿Qué mejor lugar para mostrar el terror que un lugar donde los horrores más puros se dan cita? Los miedos de la mente, los demonios internos. El autor no desaprovecha este escenario, usándolo sabiamente para hacernos pasar malos ratos, especialmente al final, cuando el psiquiátrico se abre más y más, descubriendo algunos de sus secretos, uno muy antiguo, hambriento y voraz.

Como decía más arriba, el escritor hace también buen uso de la ambientación y el marco histórico de la novela: tras la Guerra Civil Española. Aunque, tranquilos, que no vais a ver un drama en plan película patria. Juan de Dios Garduño es inteligente y usa de manera modera los elementos de esas fechas, otorgándonos escenas realmente terroríficas injustas y muy, muy crueles. Y así empieza la novela, aunque no lo parezca, así que estad bien atentos. En este caso, quizás es el personaje de Tobías el que mejor representa lo que hizo la Guerra Civil, sus consecuencias y lo que siguió haciendo poco después; terrible, de principio a fin. Ya comentaba antes que el autor hace en la novela buen uso de las herramientas que tiene, en este caso muchas, y ninguna queda desaprovechada; personalmente, agradezco que se trate el tema de la Guerra Civil de forma que no se convierta en absoluto protagonista de la novela.

Por supuesto, el terror está presente en otras formas. Por ejemplo, quienes llevan el hospital psiquiátrico, auténticos monstruos humanos que llevan a cabo torturas y otros siniestros asuntos con los pacientes que están lejos de ser sólo ficción, me temo. El autor nos presenta una buena disección de lo que puede llegar a ser el ser humano en su faceta más cruel, incluso con algún que otro giro argumental. No faltan los elementos “sobrenaturales” por decirlo así, desde el primer capítulo; algunos de estos hechos encuentran su explicación (en forma de personaje “sorpresa”) y otros no la encuentran, dejando al lector con una agradable y macabra duda sobrevolando su cabeza tras la lectura del libro.

Pero si Juan de Dios Garduño es capaz de mostrarnos lo peor del ser humano, e incluso debatir por boca de los personajes sobre la oscuridad del hombre, también es capaz de mostrarnos lo mejor de nosotros mismos. En forma de la relación entre Torcuato y Agnus, entre Torcuato y David Copperfield, entre la estrechez que mantienen Vicente y Rita, o la amistad entre Torcuato y Tobías, de quien saca el joven una lección que llevará grabada a fuego en su mente durante la novela. Amor y amistad son dos temas importantes, principales en la obra. Juan de Dios Garduño juega con nuestros sentimientos, de la mejor de las maneras, para ofrecernos escenas tiernas, emotivas y que a más de uno pueden hacer soltar una lagrimilla.

En cuanto a los personajes, son de lo mejor que tiene la novela. Es fácil sentir cariño instantáneo por el protagonista y su relación con el libro del Mago de Oz, su válvula de escape en el infierno que vive durante la historia (hasta que encuentra otra, claro). Un personaje bien construido y donde, curiosamente, se puede observar el enfrentamiento entre la luz y la oscuridad que mantiene el ser humano desde su nacimiento. Torcuato luchará por lo que es justo, por sobrevivir, por amor y entenderá, aunque sin comprenderlo del todo, que el ser humano puede ser egoísta, cruel y monstruoso, más incluso que los auténticos seres que beben sangre y sólo salen de noche, pero también conocerá el amor en su forma más pura.

Si nos vamos a por los secundarios, están igual de bien construidos que el protagonista. Personalmente, me quedaría con Tobías, el jardinero, con Agnus, cuya entrada no puede ser más divertida y espectacular y con David Copperfield, personaje variopinto, y que hace ganar enteros a la novela cada vez que sale. Incluso personajes más fondo, como Palo y Rodolfo están pero que muy bien construidos. Con los villanos, por llamarlos de algún modo, pasa lo mismo, consiguen ser repugnantes, crueles, sádicos y capaces de dejar a más de un monstruo o fantasma en pañales con sus actuaciones. El peor monstruo es el hombre, cuyos actos se asientan en la realidad; el autor lo deja bastante claro.

No falta cierto sentido del humo en algunas ocasiones, algunas referencias privadas que hace el autor (tanto a gustos, como a personas que él conoce, o eso me ha parecido ver a mí), ni un tono español que le sienta muy bien a la novela. Que nadie busque comparaciones con “Y pese a todo…” porque son dos caras de la misma moneda, una moneda acuñada por un autor que ya ha demostrado ser todo un referente del género en nuestro país, capaz de darnos crueldad y ternura a partes iguales, capaz de manejar el terror y el amor con la misma solvencia.

En lo negativo, poco cabría comentar, la verdad. Pese al buen ritmo que lleva la historia, poco después del primer capítulo hay ciertos altibajos, prácticamente necesarios ante la presentación del psiquiátrico y sus personajes. Al final, puede que la historia sea demasiado rápida, tomando una velocidad que momentos antes no tenía, y he echado de menos más desarrollo en algún que otro personaje, del que apenas puedo comentar nada aunque, ¿serían sus apariciones tan potentes siendo más habitual? Dejo la pregunta en el aire, aunque supongo que ya tengo una respuesta para ello.

Antes de llegar al final de la reseña me gustaría pararme para hablar de la portada, realizada por el dibujante Daniel Exposito Zafra quien, en muy poco tiempo, ha sabido dejar claro que si está dando tanto de que hablar no es por enchufes, sino porque es un ilustrador como la copa de un pino. La portada atrae por el misterio que encierra, y muestra bastante bien lo que es la obra, y no sólo en cuanto al título.

En resumen, “El camino de baldosas amarillas” es una de las novelas que hay que leer del 2013. Un nuevo éxito de Juan de Dios Garduño, que le confirma no como una moda de una sola novela, sino como un referente a tener en cuenta en la literatura de género de nuestro país. Os horrorizará el psiquiátrico, pero os encantará Torcuato, os enamoraréis de Agnus y no dejaréis de leer hasta el final. Prometido. Compradlo y preparaos para visitar al mundo de Oz junto a Torcuato.


Nota: 8,5/10


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