Como creador y consumidor de terror, siempre he creído que la ambientación, el escenario en el que se desarrolla la historia, es primordial si uno quiere dar o desear pasar miedo con un relato de horror. A veces, un autor tiene la habilidad de aterrorizarnos en paisajes no preparados para los escalofríos, como por ejemplo, una playa, un bonito jardín a primera hora de la mañana o un lujoso complejo hotelero en pleno verano, donde el sol y la diversión sean los principales protagonistas. Sin embargo, no son las principales ambientaciones que pensaríamos (y muchos utilizaríamos) para que el lector (o el espectador, dicho sea de paso) se encoja y desee encender todas las luces de la casa para encontrarse a salvo, o al menos, intentarlo, dándose una falsa sensación de seguridad que se rompería al continuar leyendo el libro en cuestión. Mansiones encantadas, océanos interminables, manicomios abandonados, casas embrujadas, hoteles malditos, solitarias carreteras, granjas en ruinas, hospitales sin una sola alma viviente e incluso ciudades enteras pasadas por el filtro de un apocalipsis son algunos de los escenarios perfectos para una historia de terror. Y bosques, sí. Y bosques. De ahí "Al final del bosque", que se construyó a partir de un escenario, algo no demasiado excepcional en mi biografía literaria. Shelter Mountain (un pueblo repleto de misterios), Chicago (una ciudad llena de pecado), el Chapel (un antiguo hotel en el que cada esquina oculta una pesadilla) y San Francisco (y los distintos lugares en los que los Siete Pasajeros son acosados por presencias sobrenaturales) son algunos de los paisajes usados en mis novelas para tratar de que el lector no salga de la cama en varios días. Y ahora toca una de mis ambientaciones favoritas. Los bosques. Un bosque. EL bosque.
"Al final del bosque" es mi quinta novela. Al mismo tiempo, es mi noveno libro en solitario. Pero no iba a ser ninguna de las dos cosas, si os hablo con sinceridad. "Al final del bosque" no entraba en mis planes para que fuera la segunda obra que publico con Dilatando Mentes. Era otra, muy distinta, aunque una que también le daba muchísima importancia a la ambientación. Recuerdo bien cuando se lo comenté a José Ángel de Dios García, uno de los editores de la maravillosa Dilatando Mentes. Me encontraba en Alicante, precisamente, conociéndole, al fin, en persona, encuentro que aprovechamos para realizar por la zona algunas presentaciones de "El que se esconde", mi primera historia con ellos, también muy distinta a "Al final del bosque", y donde el paisaje no tenía tanta relevancia como en ésta. En uno de los recorridos en coche, le empecé a comentar lo que pretendía para la novela que sacaríamos en 2017, una historia de un vecindario estadounidense, en realidad, una zona residencial, a la que se mudaba una familia normal y corriente, que de la noche a la mañana descubría extraños sucesos relacionados, aparentemente, con su casa, en especial, hechos violentos, repletos de sadismo, crueldad y violencia, con suicidios incluidos. A Ángel le pareció bien la idea, me dio luz verde y en cuanto llegué a casa empecé a estructurarla y desarrollarla. Sin embargo, a medio camino, descubrí que mi cabeza no dejaba de darle vueltas a otra idea, esta vez dirigida a un relato, en el que un grupo de cazadores se hallaban de repente en un bosque que les era imposible reconocer, rodeados tanto por una misteriosa niebla como por animales que no se correspondían con los que estaban habituados. Ocurrió como con "Cinco tumbas sin lápida" y "El que se esconde", y el concepto inicial, que daba para un relato corto, fue creciendo casi por sí solo, los personajes crecieron, las subtramas aparecieron y todo alcanzó la ambición de una novela larga, en este caso, con un título bastante definido casi desde el principio: "Al final del bosque".
Lo que nació como un relato corto se convirtió en un cuento largo que pasó a ser una novela breve que se transformó en "Al final del bosque", no tan extensa como "El que se esconde" o "Tormenta Sangrienta", pero sí a la altura de "Batalla por Chicago" y un poco más que "Cinco tumbas sin lápida". Después de todo, es lo que buscaba, menos ambicioso en el número de páginas, pero no en el contenido, tratando de ofrecer terror con algo de profundidad, en este caso, no sólo intentando ahondar en cómo el ser humano se convierte en un monstruo peor que los vampiros o los demonios cuando el tema es el de sobrevivir, pisando a sus semejantes si es necesario, sino también guardando la intención de sumergir al lector en lo bello y peligroso que puede ser un bosque al mismo tiempo, fusionando ambos conceptos con otros como la amistad, la familia, la traición, el dejar atrás sucesos dolorosos, el perdón, la envidia, los celos y, por supuesto, ese terror que aparece cuando se nos saca de nuestra zona de confort para soltarnos (en esta historia, voluntariamente) en un universo que no manejamos bien, y donde incluso lo que debería sernos conocido nos aparece de maneras irreconocibles, algo que puede ser hasta peor que el hallarnos en un entorno en el que no estamos en lo alto de la cadena alimenticia. Puede que en "Tormenta Sangrienta" intentará mostrar el tema de la supervivencia desde un prisma más optimista del que se suele utilizar, usando el consabido "unidos somos más fuertes", en "Al final del bosque" me aparto de ese concepto para abrazar el "sálvese quien pueda", haciendo hincapié en cómo los odios personales y los rencores guardados van floreciendo conforme los cinco protagonistas se adentran en el bosque. ¿Es el cada vez más extraño bosque el que logra sacar todo lo malo que llevan dentro? ¿O, simplemente, es la desesperación por la supervivencia al verse perdidos en un escenario que les es totalmente ajeno y desconocido? ¿Y si no hay que elegir? ¿Y si los personajes transitan por ambos caminos?
Cuando "Al final del bosque" era sólo un relato, la idea era que fuera una historia de acción, con cinco cazadores como protagonistas, casi armados hasta los dientes, enfrentados a una horda de seres, vegetales y animales, de otra dimensión, muy al estilo de "La niebla", la novela corta de Stephen King (Carrie, Cementerio de animales), adaptada tanto en una fantástica película como en una muy floja serie de televisión que fue cancelada tras una sola temporada de no muchos capítulos. En los primeros bocetos de mi cuento también aparecían militares y ese tono lovecraftiano que inunda el popular libro del de Maine, aunque la acción era más directa, los personajes estaban poco desarrollados y los disparos y explosiones campaban por sus anchas, convirtiéndose el terror del relato en algo más similar a "Aliens", e incluso a "Resident Evil", pero con un bosque de fondo. A decir verdad, en lo único en lo que se parecía a "Al final del bosque" era en el final, bastante similar, pero más trabajado (o es lo que he intentado; otra cosa es que lo haya conseguido o no, opinión final que pertenece al lector), y con cierta moraleja, como ya intenté llevar a cabo con "Cinco tumbas sin lápida", "Tormenta Sangrienta" y "El que se esconde". Como iba diciendo, ese cuento fue transformándose hasta pasar a ser mi segunda publicación con la editorial Dilatando Mentes, y sí, también encontraréis militares en ella, aunque no como se planeó en un principio. En realidad, si la obra de H. P. Lovecraft (En las montañas de la locura, La llamada de Cthulhu) era el pilar fundamental de referencias de "La niebla", ésta misma forma parte de la columna vertebral de "Al final del bosque" junto a una de mis sagas favoritas del mundo de los videojuegos: "Silent Hill". Continuando con las curiosidades, hay que señalar que, precisamente, "Silent Hill" contiene mucha carga de guiños, menciones, tono y referencias de "La niebla", en concreto, y el universo de King, en general. Yo quería algo así para "Al final del bosque", y aun así, de mis novelas hasta la fecha, es la que menos parece una de Stephen King, junto a "El que se esconde". ¿Qué títulos del Rey conocéis que estén enclavados en un bosque, y de tal manera? Sin escritores bloqueados, ni cabañas malditas en medio de la nada. Y aun así, para muchos, "Al final del bosque" sigue siendo una novela que va en la línea del Stephen King español, apelativo que recojo siempre con un cariño tremendo y que, insisto, nunca he usado conmigo mismo. Supongo que cuando uno llega a su noveno libro y lo siguen llamando así, es por algo. Y yo lo exhibo con muchísimo gusto. Algo que hacen lectores y editores con grandes dosis de cariño no es para despreciarlo. Y menos si consiste en que te comparen con el maestro del terror escrito, aunque no le llegue, en realidad, ni a la uña del dedo pequeño del pie. Y mucho menos en talento. No es falsa modestia, sino la verdad.
Sin embargo, ¿de qué va realmente "Al final del bosque"? Porque os estoy soltando un rollo bastante extenso, pero, por ahora, más allá de referencias, insinuaciones y detalles sobre las subtramas que surcan la novela, todavía no os he pasado ni siquiera una triste sinopsis. Dicho esto, la historia de "Al final del bosque" tiene como escenario los vastos bosques de Virginia Occidental, en Estados Unidos, a los que acuden cinco personas que comparten mucho, pero, al mismo tiempo, no podrían ser más distintas. La amistad, en principio, las une, sobre todo a los Emerson, padre e hijo, con Joseph Garland, amigo de la infancia de Douglas Emerson, aunque últimamente han permanecido separados más de lo que Joe querría. Esa es la excusa perfecta para invitarles a un fin de semana de aire puro, naturaleza y caza, a pesar de que a Douglas no le haga mucha gracia, pero pasar tiempo con su hijo, mostrarle el lugar donde creció y enseñarle que hay vida más allá de la gran ciudad son algunos de los argumentos que usa para justificar no alejarse de Joseph. A la cita acuden también el actual mejor amigo de Douglas y una vieja amiga con la que tiene algunos cabos sueltos que atar. Todo parece normal más allá de las rencillas que parecen surgir, y que no van más allá de unos cuantos comentarios más o menos malintencionados por parte de los asistentes. Todo parece normal, sí, hasta que, poco a poco, se internan en unos bosques que le son cada vez más desconocidos incluso para Garland, quien los conoce, o creía conocerlos, como la palma de su mano. Conforme avanzan y los árboles les rodean se dan cuenta de que la vegetación ha cambiado, volviéndose extraña e incluso dañina. No tardan en descubrir que al clima le ocurre lo mismo, pero los auténticos problemas comienzan cuando la fauna del lugar se muestra tan monstruosa como hostil. Como si eso no fuera suficiente, a cada paso que dan parece más probable que terminen matándose entre ellos, pues las discusiones sin importancia se convierten en enormes trifulcas en las que vuelan tanto las dolorosas insinuaciones como los pecados de pasado. ¿Es cosa del bosque? ¿O la lucha por la supervivencia les empuja a matarse entre ellos, abandonando una civilización que es fuerte hasta que se enfrentan a un entorno que les es por completo irreconocible y extraño? Tanto ellos como el lector deberán averiguarlo cuando lleguen... al final del bosque.
Me gustaría contaros qué tal fueron las cuatro presentaciones, sin contar con las menciones en mesas redondas y eventos, que ha tenido el libro desde su publicación a finales del pasado 2017, en tiempo récord si tenemos en cuenta que casi, casi entra en 2018, haciéndose realidad mi deseos (gracias a la editorial, por supuesto) de tres obras por año, intenciones que espero crezcan durante el próximo 2019, aunque de eso hablaremos mucho más adelante. Me encantaría compartir con vosotros cómo le ha ido a "Al final del bosque" durante todos estos meses, con el lujo que da la distancia conseguida al realizar la presente entrada del blog con el suficiente espacio desde la puesta de largo de la novela, con todo lo que eso conlleva. Sin embargo, prefiero dejar todos esos relatos para una futura entrada en la Cueva del Extraño, una en la que pueda llevar a cabo un repaso acerca de lo que ha sido el primer año de vida de "Al final del bosque" sin necesidad de centrarme en la historia que contiene el título, y sí poseer la posibilidad de sumergirme por completo en la aventura editorial del libro, que ha estado repleta de alegrías, nominación a los Premios Ignotus incluida. Así que, ¿qué mejor que pararnos durante unas líneas en la fantástica, maravillosa y espectacular edición de Dilatando Mentes? Nacida a principios de 2016, como bien os contaba al informaros de la salida de "El que se esconde", mi primera colaboración con esta editorial alicantina, Dilatando Mentes se ha convertido en una editorial de referencia en muy poco tiempo. ¿El motivo? ¿Además del genial trabajo de Maite Aranda y José Ángel de Dios García, los mandamases de la editorial? ¿Cuál es el secreto de Dilatando Mentes? ¿Cómo han conseguido, en poco más de dos años, no sólo sobrevivir al convulso panorama editorial de nuestro país, sino crecer de forma imparable y encontrarse en boca de lectores y escritores al mismo tiempo, y siempre mediante elogios y halagos? Gracias a sus ediciones. ¿Qué duda cabe a estas alturas?
Cuando salió a la venta "El que se esconde", la editorial ya tenía un libro en la calle, una estupenda reedición de "Los cantos de Maldoror" que impactó por su asombrosa y cuidada edición. A muchos les sorprendió gratamente "El que se esconde" por eso, por una edición que yo mismo catalogo de Blu-Ray repleto de extras. Desde bandas sonoras hasta ensayos que completan la historia principal, pasando por trabajados prólogos, epílogos en consonancia con la novela, extras que descubren sorpresas y anécdotas del trabajo del escritor... Y eso sin olvidar el acabado final de cada libro en general, con portadas muy, muy cuidadas, ilustraciones interiores, postales, marcapáginas y más de un regalo si hacemos el pedido directamente a la editorial. Con cabeza, inteligencia, tesón, constancia y una actitud siempre libre de polémicas (en la literatura de género española no nos libramos de editores que son más conocidos por sus polémicas que por su trabajo, lamentablemente... para ellos), los mentalistas de Dilatando Mentes están logrando un catálogo digno de envidiar, uno en el que, en la actualidad, no son pocos los juntaletras que matarían por entrar. Aunque no sea demasiado objetivo al respecto, debo señalar que la edición de "Al final del bosque" es una de las mejores de la editorial, superando, por mucho, la de "El que se esconde", y ya es decir. Gran parte de la culpa la tiene también el trabajo de Juan Alberto Hernández (No hay santos), espectacular ilustrador con el que deseaba trabajar desde hacía mucho tiempo, otra buena razón para dar las gracias a Dilatando Mentes, y visto lo visto, con lo bien que ha conectado Juan Alberto con los mentalistas, me da que no será la última vez que colaboremos juntos. Trabajar con él ha sido de lo más sencillo, las conversaciones con respecto a la portada y las ilustraciones fueron de lo más fluidas y ha sabido captar el concepto principal de la novela como no lo hubiera hecho nadie, ni siquiera yo. Las primeras ideas que le pasé fueron bastante sosas, simplonas y muy vistas. Él les dio la vuelta, casi literalmente, porque la portada sirve tanto si se ve del derecho y del revés, como se dice (ponedla boca abajo y lo comprobaréis). Esa es la genialidad de Juan Alberto. Ha sabido resumir la idea principal de una novela de cuatrocientas páginas en una sola imagen y, además, tan atractiva como sugerente, realizando al mismo tiempo un brutal homenaje al genio Bernie Wrightson (La Cosa del Pantano). En pocas palabras, Juan Alberto ha conseguido hacer una de las portadas que más me gustan de mis obras, a juego con el resultado general de la edición de "Al final del bosque", uno de mis libros mejor editados. De nuestros libros, en realidad. Trabajo en equipo, como bien sabéis.
Poco queda ya que contaros sobre "Al final del bosque" sin entrar en spoilers o ahondar tanto en la novela que termine destrozando su lectura. Sólo falta que os pase los consabidos enlaces para que podáis encontrar rápidamente el libro de manera online, y así haceros con un ejemplar, y me constan que quedan muy pocos de esta edición, así que ¡vamos allá! ¡Que hay que llegar a la segunda! Por supuesto, también me gustaría insistir en dar las gracias a Dilatando Mentes por esta nueva oportunidad de colaborar con ellos, sin adelantar el tercer trabajo con el que actualmente estamos, e incluso un cuarto del que apenas puedo contar nada... todavía. Como he señalado ya varias veces, pero nunca las suficientes, colaborar con Dilatando Mentes es como trabajar con mi propia familia, a nivel de cariño y a nivel profesional, resumiendo bastante la situación, porque podría explayarme durante varias entradas y ni siquiera me acercaría a la realidad. Es un gustazo ver a editoriales tan comprometidas con el género, editoriales que no temen hablar de que publican terror, fantasía y ciencia-ficción, sin miedo, sin tener que esconderlo bajo el pseudónimo absurdo de lo "inclasificable", entre otros términos. Y, sobre todo, da verdadero placer comprobar cómo hay editoriales que arriesgan, que apuestan tanto por obras nacionales como internacionales a las que otras ni siquiera se acercarían. Dilatando Mentes es eso y mucho, mucho, mucho más. Gracias. Y, ahora sí, os dejo con los mencionados enlaces donde os podréis hacer con un ejemplar de "Al final del bosque" de forma online, y en muchos de ellos, también de forma física, por si os queréis pasar por algunas de estas librerías y tiendas especializadas para comprobar de primera mano la grandiosidad de una edición de Dilatando Mentes.
Aquí podéis comprar el libro en la página oficial de Dilatando Mentes.
Aquí podéis adquirir el volumen en la librería online Cyberdark.
Aquí podéis conseguir la novela en la tienda online de En Portada Cómics.
Aquí podéis comprar la obra en la web de Lektu.
Hasta aquí he llegado para presentaros mi nueva obra, siendo esta entrada algo más parecido a "Al comienzo del bosque" que "Al final del bosque". Sólo me queda avisaros de que preparéis la mochila, carguéis de pilas la linterna, saquéis el mapa, comprobéis el rifle de caza y os aseguréis de que os adentráis en los bosques de Virginia Occidental con la mejor compañía, porque es posible que con quien vayáis se peor amenaza que las criaturas que os esperan entre las sombras de los árboles. Gracias por estar ahí. Gracias por seguirme. Gracias por apoyarme. Gracias por leerme.
Os invito a llegar al final del bosque. Si es que os atrevéis. Si es que sobrevivís.