Ficha Técnica
Título original: Montaña rusa
Autor: Fernando López Guisado
Portada: Eugenio Rivera
Género: Terror
Nacionalidad: España
Formato: Rústica
Nº de páginas: 288
Editorial: Ediciones Vitruvio
Publicación: 2016
Sinopsis:
Siempre se ha dicho que el terror tiene muchas caras, pero ¿cuántas formas hay de definirlo? ¿De cuántas maneras se puede identificar el miedo? El libro que tienes entre manos, lector, muestra algunas de las más deliciosas, sublimes, interesantes y soberbias esculturas del horror, el pavor, el pánico, lo inquietante y aterrador. Leyendas urbanas, fantasmas, muertos vivientes, futuros nada halagüeños, juegos mortales, asesinos en serie, monstruos y criaturas demoníacas, entre una amplia fauna natural y sobrenatural, se dan cita en las páginas de esta montaña rusa de imaginación, letras, sensaciones y atrocidades.
Reseña:
Puede que os sorprenda a los habituales del presente blog, pero a pesar de todo mi amor, como lector y escritor, hacia las recopilaciones de relatos cortos, hacía bastante tiempo que no os traía la reseña de una. He estado muy ocupado con novelas y ensayos, lo sé, aunque también es cierto que me estaba reservando para algunas de las mejores antologías que he leído en años. Y sí, "Montaña rusa" es una de ellas, al mismo tiempo que resulta una de esas cuentas que saldo demasiado tarde. Llevaba mucho, mucho tiempo con este libro en la montaña (valga la redundancia) de pendientes, con muchas ganas de devorarlo por varios motivos, pero diversas "obligaciones" que iban antes, simplemente por cuestiones de tiempo (las colas a veces son largas, en esto de ir rellenando un blog, en especial, si no es sólo literario), no me han permitido que os traiga esta espectacular lectura hasta hoy. Así que, con una gran disculpa hacia el autor de la obra, por delante, me dispongo a traeros una antología que, de principio a fin, vale oro, abriendo además un interesante debate literario que nunca se ha cerrado en la comunidad de escritores: ¿Una prosa bella que se antepone a una historia? ¿O una prosa simplona que se centra en una historia trabajada en exceso? ¡Allá vamos!
De nuevo, me encuentro con el libro de un compañero de letras, además de amigo, claro. Conocí a Fernando López Guisado poco después de empezar a tratar lo de escribir con la profesionalidad y seriedad que se merece, alrededor de 2009-2010, sí, hace ya casi diez años, que se dice pronto. Mediante la participación en varias antologías de relatos y unos cuantos foros de literatura, llegué a quedarme con su nombre, en especial, a la hora de hablar de poesía oscura, punzante, siniestra, macabra y con una prosa digna de envidiar. En pocas palabras, Fernando López Guisado hacía verdad eso de que unos cuantos somos juntaletras y otros son escritores. Su léxico, su prosa, su riqueza lingüística, su inagotable cantidad de sinónimos y su capacidad para dejar embobado al lector con los bellos cuadros que pinta en cada palabra dejaban bastante claro que no era uno más. Sus trabajos iban de la ficción a la poesía, aunque siempre acababa decantándose por ésta, por fortuna para quienes son muy fans de los poemarios, y para mi desgracia, pues no soy muy dado a este tipo de lecturas. Si he disfrutado tanto de "Montaña rusa" ha sido precisamente porque comprobamos de qué es capaz Fernando López Guisado a la hora de unir sus dos facetas: la de escritor y poeta. Sí, sé que ambos son escritores, pero no sé una mejor forma de definirlo, de explicarlo. Lamentablemente, mis palabras no son tan certeras como las de Fernando, así que espero que con las que uso, y cómo las utilizo, sea suficiente para más o menos daros a entender lo que intento declarar.
Habitualmente, en los círculos literarios, y desde tiempos inmemoriales, se suele debatir acerca de qué es más importante a la hora de, por ejemplo, escribir una novela. ¿Es el estilo? ¿Una prosa embellecida, que confirme la sabiduría gramatical del autor, debe prevalecer sobre la historia? ¿O al contrario? ¿Un argumento trabajado, donde todas las piezas encajen de forma perfecta, en el que los giros argumentales nos cojan con la guardia baja y los personajes tengan todos vida propia desde la primera página, debe primar por delante del estilo literario del escritor? Lo correcto, o lo ideal, al menos, sería que todo fuera un equilibrio, que todo fuera de la mano, pero también es cierto que escribir un libro que funcione no es fácil, así que imaginaos lo complicado que es, además, llevarlo a cabo con una prosa preciosa y una historia que enganche al doscientos por cien, fusionando ambos conceptos a la perfección, o lo más cerca de la perfección. La mayor parte de los escritores saben hacerlo, con un equilibrio más o menos bueno, y entre los más populares tenemos cientos y cientos de ejemplos. Sin embargo, es cierto que también los hay que se decantan por uno u otro lado. Es indudable que Fernando López Guisado le da mucho más peso a su delicioso estilo, pero en ningún momento pierde de vista lo que nos cuenta, la trama principal de sus historias y, mucho menos, la coherencia argumental. En definitiva, y para dejarlo bastante claro, el lado poético del autor no se come a su lado amante de la prosa de ficción. Es cierto que existe un porcentaje que se inclina a favor del lenguaje más dado en la poesía, pero no hablamos en ningún caso de algo exagerado. En absoluto. Es más, el estilo del escritor ayuda a que historias ya algo manidas se conviertan en algo nunca visto, o leído, nunca antes. Ya sabéis. Al final, la originalidad de nuestros tiempos no se mide en lo que uno cuente, sino en cómo lo cuente. Y Fernando nos lo cuenta a las mil maravillas.
"Montaña rusa" no es para cualquier lector. O para el lector medio de terror, concretando un poco más. Con esto no quiero decir que haya que ostentar tres carreras universitarias para comprender su lectura, o ser un privilegiado intelectual para pasar de primer relato. No, no os preocupéis. Aquí no estamos hablando del consabido y tópico "no has entendido lo que quería contar" que sueltan algunos escritores cuando les cae una mala crítica (pésima forma de encajarlas, por cierto), sino de otro tipo, de uno que conlleva cierto esfuerzo extra a la hora de leer la obra en cuestión, en este caso, la antología que tratamos. "Montaña rusa" no es una lectura sencilla, y no digo esto como algo malo, sino para avisaros de que en ella encontraréis una recopilación de cuentos breves bastante diferente a la media, lo cual no significa que sea bueno o malo, al menos, no para mí. Como lector, he disfrutado mucho con los relatos narrados con la bella prosa de Fernando López Guisado, y como autor de mis propias obras, he aprendido mucho de su manejo del léxico y la gramática. Cada historia del libro requiere todos los sentidos del lector, así que cuando lo abráis, preparaos para sumergiros al doscientos por cien en él, porque de otro modo, os podéis perder algo. Es cierto que hay relatos que requiere más inmersión que otros, demostración clara de que el autor es capaz de ofrecernos lectura ligera cuando le apetece o cuando la ocasión lo requiere, pero "Montaña rusa" nos invita a que nos volemos la cabeza cada vez que terminemos una de sus narraciones cortas. Prometido y asegurado. No es una antología al uso, en pocas palabras.
La edición de "Montaña rusa" es más que correcta. Tapa blanda, portada en brillo, rústica con solapas, veintiocho relatos y una entrevista del editor al autor mediante un divertido cómic ilustrado por Eugenio Rivera, autor también de la bonita portada. Ediciones Vitruvio ha hecho un muy buen trabajo con "Montaña rusa", aunque, a título muy personal, hubiera preferido una menor cantidad de relatos, si bien hay que señalar que muchos de ellos son micros que se leen en apenas cinco minutos, y estoy siendo muy amable con el tiempo. Al respecto, hay que reconocer que el autor no se repite, a pesar de que no siga un hilo en común, siendo, quizás, esa la principal razón de que los relatos toquen diversos temas y de diferentes formas sin que nos resulten familiares después de varias páginas. Los temas que toca Fernando López Guisado están muy, muy equilibrados, destacando siempre un macabro, siniestro e inquietante humor negro en muchas de sus breves creaciones literarias. Antes de pasar a los relatos, no puedo más que insistir en el notable alto, prácticamente entrando en el sobresaliente, que consigue con creces el autor en su primera incursión en solitario con una obra de narrativa. Siendo yo poco lector de poesía, no puedo más que empujar a Fernando López Guisado a que nos regale más libros como "Montaña rusa". ¿Quién sabe? Igual si le insistimos logramos que su siguiente obra sea una novela. Poemarios, antologías... la novela es el tercer paso lógico, ¿verdad? Si no me creéis, echad un buen vistazo a los relatos de esta su primera recopilación. En cuanto acabéis con ellos estaréis suplicando por una nueva dosis de Fernando López Guisado, ya sea en poesía o narrativa. Prometido.
-Turno de noche- Uno de mis cuentos favoritos del libro, y una de las mejores maneras de comenzar una antología de terror. Tenemos entre manos una inquietante leyenda urbana que tiene como escenario las calles de Madrid, o más concretamente, un taxi que da bastante mal rollo, y me quedo corto. El autor llama la atención con este primer relato, amenazando con no soltarnos ya hasta el final de la compilación.
-Reflejo de Lorelei- Como si Fernando López Guisado quisiera mostrarnos sus mejores armas desde el inicio de "Montaña rusa", aquí encontramos una genial fusión entre relato poético y relato narrativo, con los espejos y las emociones como principales protagonistas. Reconozco que no es una de las historias con las que yo hubiera vendido el volumen, pero funciona bastante bien como segundo cuento tras el anterior.
-Magdalena- Primer relato zombi de la antología. No es el mejor, es cierto, aunque podría considerarse uno de los más cortos, pero como primer plato, como prólogo para lo que está por llegar con los muertos vivientes del autor, no está nada mal, no. Contiene una idea bastante interesante, comienzo de un pensamiento sobre cómo se le daría al escritor una novela Z que, poco a poco, aumentará conforme lleguemos a los restantes cuentos de no-muertos que contiene la antología.
-Para solteros exigentes- Antes os hablaba del humor negro que usa Fernando López Guisado con muchas de sus creaciones literarias, y aquí está uno de los mejores ejemplos de ello que posee "Montaña rusa". Es un microrrelato, tenedlo en cuenta, pero a mí me ha resultado de los más divertidos del libro. Como escritor, envidio cómo puede un compañero transmitir tanto con sólo unas pocas líneas de texto.
-Plastilina- Sin duda, uno de los mejores relatos de la recopilación. Si ésta llevase su nombre como título, no me hubiera extrañado mucho, aunque no sea tan comercial como "Montaña rusa", que al fin y al cabo es una forma bastante acertada de definir las subidas y bajadas que vive el lector mientras devora esta antología. Tenemos entre manos una macabra historia de amor con grandes dosis de mala leche, siendo más horror que terror lo que encontramos entre sus páginas. Además, no es una historia corta, y qué puedo decir, pero su tono me ha recordado mucho al de las siniestras narraciones de "Historias de la cripta", tanto los cómics como la serie de televisión. Una gozada.
-Última llamada- Un relato interesante, pero con el que no he sabido conectar. ¿Quizá por su temática? ¿Por su género? Fernando López Guisado deja momentáneamente el terror para adentrarse en la ciencia-ficción más pura. El cuento no tiene la culpa de que no me dejara satisfecho, sino que es más bien cosa mía. No es la única historia de este tipo que hallaremos en el libro, aunque las demás sí me acabaron gustando más.
-Una promesa- Segundo microrrelato de "Montaña rusa", y sigue la estela del primero, aunque con menos mala leche, todo hay que decirlo. Una nueva muestra de que el autor se maneja a las mil maravillas con la narrativa muy, muy breve, siendo capaz de atraparnos con historias compuestas por unas pocas líneas de texto.
-Villancico- No son pocos los lectores de la presente antología que hablan de este relato como si tuviera reminiscencias lovecraftianas, y aunque en parte estoy de acuerdo, creo que va más allá. Sin duda, una de las historias más interesantes del libro, de esas que atrapan, que enganchan desde la primera página, que sirven para mostrar el talento del escritor a la hora de desarrollar en papel lo que cruza su imaginación, hasta el punto de que de haber sido una novela corta me hubiera durado tanto como un microrrelato. Una joya que debéis descubrir por vosotros mismos.
-La melodía de Ulises- Otro de mis relatos favoritos. ¿Todavía no os he dicho lo que me encantan las historias de terror en alta mar? Si tienen que ver con barcos, con el océano, con islas, con faros, con cualquier tipo de embarcación, con perderse en el interminable bosque azul que es el mar, ya me tienen más que ganado. Y además, si antes hablábamos de un cierto toque lovecraftiano, ahora podemos asegurar sin ningún tipo de titubeo que el espíritu del de Providence inunda este cuento, una de las joyas del libro, una afirmación con la que soy totalmente tajante.
-Lugares comunes- Volvemos a pasar de terror a la ciencia-ficción, aunque a una más sutil que en anteriores creaciones del autor. En este caso, hablamos de universos alternativos, de dobles, de realidades paralelas, conceptos de la ciencia-ficción que, personalmente, me fascinan, así que podéis intuir que estamos ante otra de mis narraciones cortas favoritas de la antología. Para mi gusto, no posee el nivel de mis otras preferidas, pero sí es capaz de quedarse grabada a fuego en la mente de cualquier amante de los universos alternativos.
-Comegente- Y aquí va otro de los deliciosos trozos de chocolate que contiene la tarta que es "Montaña rusa", como si estuvieran todos agrupados en la misma zona. En este caso, el suspense y el terror se mezclan en la olla de horror con una historia de asesinatos cuyo título te lo dice prácticamente todo, aunque dejando lugar a las sorpresas que nos da el autor con unos macabros párrafos que consiguen que alcancemos un final realmente aterrador.
-Legionario de guardia- Regresamos al terreno de los microrrelatos con una historia más bien dramática, que se aleja del género fantástico que nos ha ido inundando hasta el momento. A pesar de que no es de los mejores cuentos del volumen, al menos para quien esto escribe (tampoco es que sea muy aficionado a los micros como lector, recuerdo), sienta bien tener algo de tranquilidad, por decirlo de alguna manera, tras los potentes relatos que hemos ido devorando en las últimas páginas, y no precisamente cortos, por cierto.
-El negocio familiar- Fernando López Guisado vuelve a ese tono entre macabro, siniestro y de humor negro con muy mala leche que tanto le gusta, con una historia que funciona a las mil maravillas de principio a fin, y de la que apenas os puedo contar nada, porque lo genial es llegar a ella sin saber absolutamente nada al respecto. ¿Os pensabais que, llegados a este punto, el autor no sería capaz ya de pillarnos con la guardia baja? Pues atentos a este relato, porque desarma esa idea como si fuera un castillo de arena en el centro de un huracán.
-La bruja- Aunque este relato poco tiene que ver en argumento con el anterior, sí que comparten tono y extensión, siendo ambos cuentos largos que juegan mucho con una situación siniestra, inquietante, repleta de mal rollo y con grandes dosis de mala baba. En este caso, tenemos a una bruja que parece divertirse a costa de asustar al protagonista, ¿o hay algo más? Tendréis que descubrirlo vosotros mismos.
-Windigo- Otra de las grandes joyas de la corona de "Montaña rusa", y sí, van unas cuantas a estas alturas del libro, algo que no debería extrañaros si recordáis todo lo que he dicho sobre el autor antes de comenzar a desgranar todos y cada uno de los relatos. Si conocéis el mito del wendigo, poco tengo que contaros al respecto, pero si no, dejadme que os diga que estamos ante una de las leyendas clásicas de terror más populares e impactantes no sólo del llamado nuevo continente, sino de la historia en general. Situada casi siempre en Canadá, la leyenda del Wendigo nos cuenta, en líneas generales y sin entrar en detalles que cambian de una voz a otra, cómo los hombres que se alimentan de otros acaban transformados en horribles monstruos devoradores de carne humana. Algo así ocurre en el relato de Fernando López Guisado, aunque con unos cuantos cambios que lo convierten en uno de los cinco mejores de toda la antología. Atentos, porque la leyenda del Wendigo ha sido tan atractiva para los escritores de terror, que incluso el propio Stephen King dio su versión de ella en la sobresaliente novela "Cementerio de animales". Ahora es el turno del autor de "Montaña rusa", y no defrauda, no.
-Nuevo amor- Otro microrrelato, quizá demasiado cercano al anterior, para mi gusto, aunque me ha gustado más que ese, todo hay que decirlo. El autor se reafirma en el tema de los sentimientos, el corazón y, en general, el amor. Hay que reconocer lo curioso que es encontrar en el libro un humor tan macabro que parece salido de la imaginación del Guardián de la Cripta de "Historias de la cripta" y luego historias de lo más románticas, sin entrar en la novela de éste género, claro. Este cuento es un buen ejemplo de ello, mostrándonos que hay que tener cuidado con los nuevos amores, en especial, si venimos de uno muy grande. Quizás escondan algo.
-Montaña rusa- Llegamos al fin al relato que da título a la antología, algo que como lector me gusta, pero que como escritor prefiero no llevar a cabo. Eso no quiere decir que la elección de Fernando López Guisado haya sido mala, y no, no existe ningún "pero" a continuación, salvo en el aspecto de que, personalmente, hubiera elegido otro cuento como nombre de la obra. "Montaña rusa", la historia corta, es buena, muy buena, en realidad, y ni siquiera toca el terror como otras, sino más bien una mezcla de suspense, horror y terror que funciona bastante bien. Sin embargo, y siendo una opinión meramente particular, otros relatos me han gustado mucho más, por lo que yo los elegiría antes que "Montaña rusa" para dar nombre al libro. Y aun así, ¿acaso no es un título bastante efectivo para una antología que es un continuo subir y bajar de emociones? Al igual que el presente cuento, claro. El debate está abierto, si es que hay alguno, en realidad.
-Vacas- Volvemos a la ciencia-ficción con uno de los cuentos más extensos del volumen, y sin duda, el mejor en cuanto a este género. Psicoanálisis, filosofía y numerosos ecos a "Blade Runner", esos conceptos y muchos más son los que dan vida al presente relato, otro de mis favoritos, otro de los mejores de todo el libro. Me gustaría contaros algo más de él, pero como sucede con el formato de la narración breve, revelar cualquier detalle sería dar demasiadas pistas, y alguna de ellas podría estropear la grata experiencia de la lectura, sobre todo, en este caso. Otra de las grandes creaciones literarias de Fernando López Guisado.
-Princesita de cuento- Uno de los relatos más largos del libro que más sensaciones encontradas me han dejado. En principio, me ha gustado, y no poco, sobre todo, porque va de menos a más, mostrándonos todo lo que es capaz de hacer el autor con las palabras, sin menospreciar una historia bastante interesante, que abandona un poco el terror que impregna la mayor parte de la antología para adentrarse en zonas sórdidas más relacionadas con el suspense. Pese a todos sus aciertos, en ocasiones, el desarrollo de la trama principal parece resentirse, ¿o quizás es que es uno de esos relatos que da la sensación de que no casan con el resto? Tendría que darle una relectura para comprender mejor qué es lo que me ocurre con él.
-PariZ- Por el título estoy seguro de que ya os oléis la tostada, ¿verdad? Exacto. Cuento de zombis el que tenemos entre manos, aunque uno muy, muy corto, regresando a los terrenos del microrrelato. No es un mal cuento, ni de lejos, y cada frase es oro puro, pero me da la sensación de que si no estuviera situado delante del relato que paso a reseñar ahora, estaría mejor considerado en mi cómputo final de la antología. Atentos, porque si la presente historia pone bastante alto el nivel con respecto a las narraciones Z del libro, la siguiente toca el cielo, lo abre en canal y se dirige al espacio exterior. Estáis avisados.
-Repostería americana- ¡Más zombis! Y de los mejores. Fernando López Guisado escribe un cuento, no de los más cortos de la recopilación, que demuestra que aún se pueden hacer cosas interesantes con el subgénero de zombis. Da igual que nos refiramos a argumentos ya manidos tratados de forma diferente por tal o cual autor, o por temas originales aún no mezclados con le podredumbre de los muertos vivientes. Nuestro poeta macabro nos regala un cuento digno de encabezar una antología propia sobre el subgénero Z, que es evidente que le encanta, porque ya hemos tenido unas cuantas muestras de ello en "Montaña rusa". Pero, sin duda, ésta es la mejor. Una delicia... y nunca mejor dicho.
-Ascenso- Aquí tenemos uno de mis pecados personales de la antología, en especial, si echamos un vistazo a muchas de las reseñas que han ido apareciendo del libro, y observamos que no es que sea uno de los relatos más destacados. Pues para mí sí que lo es. Terror y suspense se dan la mano durante lo que parece una normal y corriente entrevista de trabajo en la que se juegan el futuro un maduro hombre de negocios y una chica joven con ideas algo hippies. Atentos a la resolución, porque no tiene desperdicio, aunque menos lo tienen la increíble cantidad de tensión que el autor consigue impartir a una situación tan cotidiana. Impresionante.
-La imagen- Microrrelato muy, muy micro, quizás el más corto de todos los micros que contiene la antología. Y lo cierto es que es uno de los más efectivos. Fernando López Guisado vuelve a jugar con conceptos ya muy tocados por el género fantástico, en este caso, con el tema de los dobles malvados y siniestros que provienen de otras dimensiones, en algunas ocasiones, de los espejos, objetos que también dan para una larga lista de historias de terror. Narración breve pero muy impactante, de esas que se recuerdan una vez las acabas.
-Santa Claus is coming to town- Aunque no tenemos aquí un microrrelato, sí que es una narración bastante breve, y que deja con muchas, muchas ganas de más. ¿Por qué? Bueno, porque estamos ante una de esas historias con las que es fácil pedir más y más y más. A mí me ha encantado, y no voy a esconder que me parece perfecta de principio a fin, siendo la idea principal una terrorífica brutalidad que consigue que uno quiera leer una novela donde no se repita sin descanso la estructura del cuento, pero sí se alargue de una forma aprovechable, tal y como sabe hacerlo el autor. Una pasada de relato, os lo aseguro. Y en todos los sentidos.
-Ocho patas- Hay que reconocer que estamos ante uno de los relatos que más fusionan el lado poético y narrativo de Fernando López Guisado. No es que los demás estén peor escritos, pero sí es cierto que el autor pone especial cuidado en éste para crear párrafos melodiosos, exquisitos y que, prácticamente, podrían formar parte de uno de sus muchos y profundos poemas. Sin embargo, a pesar de que me ha encantado la manera en la que cada párrafo parece estar cincelado para ser una pequeña obra de arte, la historia no ha llegado. Tiene sus momentos, pero admito y confieso que es uno de los cuentos que menos me han gustado de "Montaña rusa". Poco quiere decir eso, ante la alta calidad del libro, claro.
-Claxon- Uno de los cuentos más sorprendentes de la obra. Tirando a intenciones de novela corta, centrado en un género que, personalmente, nunca hubiera pensado que me atrapara como lo ha hecho este relato: el bélico. Supongo que todo depende de dar en la tecla adecuada, y el autor ha sabido hacerlo a las mil maravillas con una historia que tiene mucho de terror, pero nada de sobrenatural. O casi. Porque aquí lo que da miedo no es un vampiro, un demonio, un alienígena, una criatura de los bosques o una abominación creada genéticamente, sino un hidroavión llamado Zapatones que parece más una leyenda urbana, un fantasma, que un enemigo real. A pesar de llegar a ser repetitivo en mis conclusiones, debo insistir en que estamos ante otro de los mejores cuentos "Montaña rusa", y una pequeña joya literaria. Pequeña en extensión (y casi ni eso), pero grande en calidad. Muy, muy, muy grande. ¿Le pedimos al autor otra novela al respecto?
-Insomnio- Nos vamos acercando al final, al sorprendente final de la antología, y por supuesto no puede faltar aquí un microrrelato, uno tan interesante como los precedentes, aunque no de los mejores de la obra, la verdad. O es lo que a mí me ha parecido, claro. De nuevo, el lector dentro de mí se enfrenta a mi lado escritor; el primero, ha disfrutado del relato, pero el segundo, lo hubiera intercambiado por alguno de los micros de mayor calidad. Sobre gustos no hay nada escrito, ¿verdad? Pues éste cuento es un gran ejemplo de ello.
-Tuétano- Último relato de "Montaña rusa", y como nos venía acostumbrando Fernando López Guisado hasta aquí, durante todo el libro, y para no cambiar de dirección, gran sorpresa la que nos prepara, una muy especial para éste su último cuento de la obra, y muy apropiado es llamarlo cuento, por cierto. Estamos ante la única historia infantil del libro, y sí, habéis leído bien: infantil. El autor, demostrando que no se le resiste ningún género ni ningún formato, mezcla todo su humor macabro, todo su tono siniestro repleto de inquietud y mal rollo con aventuras propias de unos dibujos animados y novelas dirigidas a los más jóvenes de la casa, sin que por ello no puedan disfrutarlas los más grandes. Fernando López Guisado nos regala una verdadera delicia de texto, en todos los sentidos (es un ejemplo de cómo escribir el cambio que da con su prosa para adecuar la historia para los lectores de menor edad), gracias al relato protagonizado por el aventurero Tuétano, un esqueleto reanimado que sirve de maravilloso broche final para "Montaña rusa", una de las mejores lecturas a las que he hecho frente en los últimos años. Y eso es mucho, os lo aseguro.
Nota: 9/10
Habitualmente, en los círculos literarios, y desde tiempos inmemoriales, se suele debatir acerca de qué es más importante a la hora de, por ejemplo, escribir una novela. ¿Es el estilo? ¿Una prosa embellecida, que confirme la sabiduría gramatical del autor, debe prevalecer sobre la historia? ¿O al contrario? ¿Un argumento trabajado, donde todas las piezas encajen de forma perfecta, en el que los giros argumentales nos cojan con la guardia baja y los personajes tengan todos vida propia desde la primera página, debe primar por delante del estilo literario del escritor? Lo correcto, o lo ideal, al menos, sería que todo fuera un equilibrio, que todo fuera de la mano, pero también es cierto que escribir un libro que funcione no es fácil, así que imaginaos lo complicado que es, además, llevarlo a cabo con una prosa preciosa y una historia que enganche al doscientos por cien, fusionando ambos conceptos a la perfección, o lo más cerca de la perfección. La mayor parte de los escritores saben hacerlo, con un equilibrio más o menos bueno, y entre los más populares tenemos cientos y cientos de ejemplos. Sin embargo, es cierto que también los hay que se decantan por uno u otro lado. Es indudable que Fernando López Guisado le da mucho más peso a su delicioso estilo, pero en ningún momento pierde de vista lo que nos cuenta, la trama principal de sus historias y, mucho menos, la coherencia argumental. En definitiva, y para dejarlo bastante claro, el lado poético del autor no se come a su lado amante de la prosa de ficción. Es cierto que existe un porcentaje que se inclina a favor del lenguaje más dado en la poesía, pero no hablamos en ningún caso de algo exagerado. En absoluto. Es más, el estilo del escritor ayuda a que historias ya algo manidas se conviertan en algo nunca visto, o leído, nunca antes. Ya sabéis. Al final, la originalidad de nuestros tiempos no se mide en lo que uno cuente, sino en cómo lo cuente. Y Fernando nos lo cuenta a las mil maravillas.
"Montaña rusa" no es para cualquier lector. O para el lector medio de terror, concretando un poco más. Con esto no quiero decir que haya que ostentar tres carreras universitarias para comprender su lectura, o ser un privilegiado intelectual para pasar de primer relato. No, no os preocupéis. Aquí no estamos hablando del consabido y tópico "no has entendido lo que quería contar" que sueltan algunos escritores cuando les cae una mala crítica (pésima forma de encajarlas, por cierto), sino de otro tipo, de uno que conlleva cierto esfuerzo extra a la hora de leer la obra en cuestión, en este caso, la antología que tratamos. "Montaña rusa" no es una lectura sencilla, y no digo esto como algo malo, sino para avisaros de que en ella encontraréis una recopilación de cuentos breves bastante diferente a la media, lo cual no significa que sea bueno o malo, al menos, no para mí. Como lector, he disfrutado mucho con los relatos narrados con la bella prosa de Fernando López Guisado, y como autor de mis propias obras, he aprendido mucho de su manejo del léxico y la gramática. Cada historia del libro requiere todos los sentidos del lector, así que cuando lo abráis, preparaos para sumergiros al doscientos por cien en él, porque de otro modo, os podéis perder algo. Es cierto que hay relatos que requiere más inmersión que otros, demostración clara de que el autor es capaz de ofrecernos lectura ligera cuando le apetece o cuando la ocasión lo requiere, pero "Montaña rusa" nos invita a que nos volemos la cabeza cada vez que terminemos una de sus narraciones cortas. Prometido y asegurado. No es una antología al uso, en pocas palabras.
La edición de "Montaña rusa" es más que correcta. Tapa blanda, portada en brillo, rústica con solapas, veintiocho relatos y una entrevista del editor al autor mediante un divertido cómic ilustrado por Eugenio Rivera, autor también de la bonita portada. Ediciones Vitruvio ha hecho un muy buen trabajo con "Montaña rusa", aunque, a título muy personal, hubiera preferido una menor cantidad de relatos, si bien hay que señalar que muchos de ellos son micros que se leen en apenas cinco minutos, y estoy siendo muy amable con el tiempo. Al respecto, hay que reconocer que el autor no se repite, a pesar de que no siga un hilo en común, siendo, quizás, esa la principal razón de que los relatos toquen diversos temas y de diferentes formas sin que nos resulten familiares después de varias páginas. Los temas que toca Fernando López Guisado están muy, muy equilibrados, destacando siempre un macabro, siniestro e inquietante humor negro en muchas de sus breves creaciones literarias. Antes de pasar a los relatos, no puedo más que insistir en el notable alto, prácticamente entrando en el sobresaliente, que consigue con creces el autor en su primera incursión en solitario con una obra de narrativa. Siendo yo poco lector de poesía, no puedo más que empujar a Fernando López Guisado a que nos regale más libros como "Montaña rusa". ¿Quién sabe? Igual si le insistimos logramos que su siguiente obra sea una novela. Poemarios, antologías... la novela es el tercer paso lógico, ¿verdad? Si no me creéis, echad un buen vistazo a los relatos de esta su primera recopilación. En cuanto acabéis con ellos estaréis suplicando por una nueva dosis de Fernando López Guisado, ya sea en poesía o narrativa. Prometido.
-Turno de noche- Uno de mis cuentos favoritos del libro, y una de las mejores maneras de comenzar una antología de terror. Tenemos entre manos una inquietante leyenda urbana que tiene como escenario las calles de Madrid, o más concretamente, un taxi que da bastante mal rollo, y me quedo corto. El autor llama la atención con este primer relato, amenazando con no soltarnos ya hasta el final de la compilación.
-Reflejo de Lorelei- Como si Fernando López Guisado quisiera mostrarnos sus mejores armas desde el inicio de "Montaña rusa", aquí encontramos una genial fusión entre relato poético y relato narrativo, con los espejos y las emociones como principales protagonistas. Reconozco que no es una de las historias con las que yo hubiera vendido el volumen, pero funciona bastante bien como segundo cuento tras el anterior.
-Magdalena- Primer relato zombi de la antología. No es el mejor, es cierto, aunque podría considerarse uno de los más cortos, pero como primer plato, como prólogo para lo que está por llegar con los muertos vivientes del autor, no está nada mal, no. Contiene una idea bastante interesante, comienzo de un pensamiento sobre cómo se le daría al escritor una novela Z que, poco a poco, aumentará conforme lleguemos a los restantes cuentos de no-muertos que contiene la antología.
-Para solteros exigentes- Antes os hablaba del humor negro que usa Fernando López Guisado con muchas de sus creaciones literarias, y aquí está uno de los mejores ejemplos de ello que posee "Montaña rusa". Es un microrrelato, tenedlo en cuenta, pero a mí me ha resultado de los más divertidos del libro. Como escritor, envidio cómo puede un compañero transmitir tanto con sólo unas pocas líneas de texto.
-Plastilina- Sin duda, uno de los mejores relatos de la recopilación. Si ésta llevase su nombre como título, no me hubiera extrañado mucho, aunque no sea tan comercial como "Montaña rusa", que al fin y al cabo es una forma bastante acertada de definir las subidas y bajadas que vive el lector mientras devora esta antología. Tenemos entre manos una macabra historia de amor con grandes dosis de mala leche, siendo más horror que terror lo que encontramos entre sus páginas. Además, no es una historia corta, y qué puedo decir, pero su tono me ha recordado mucho al de las siniestras narraciones de "Historias de la cripta", tanto los cómics como la serie de televisión. Una gozada.
-Última llamada- Un relato interesante, pero con el que no he sabido conectar. ¿Quizá por su temática? ¿Por su género? Fernando López Guisado deja momentáneamente el terror para adentrarse en la ciencia-ficción más pura. El cuento no tiene la culpa de que no me dejara satisfecho, sino que es más bien cosa mía. No es la única historia de este tipo que hallaremos en el libro, aunque las demás sí me acabaron gustando más.
-Una promesa- Segundo microrrelato de "Montaña rusa", y sigue la estela del primero, aunque con menos mala leche, todo hay que decirlo. Una nueva muestra de que el autor se maneja a las mil maravillas con la narrativa muy, muy breve, siendo capaz de atraparnos con historias compuestas por unas pocas líneas de texto.
-Villancico- No son pocos los lectores de la presente antología que hablan de este relato como si tuviera reminiscencias lovecraftianas, y aunque en parte estoy de acuerdo, creo que va más allá. Sin duda, una de las historias más interesantes del libro, de esas que atrapan, que enganchan desde la primera página, que sirven para mostrar el talento del escritor a la hora de desarrollar en papel lo que cruza su imaginación, hasta el punto de que de haber sido una novela corta me hubiera durado tanto como un microrrelato. Una joya que debéis descubrir por vosotros mismos.
-La melodía de Ulises- Otro de mis relatos favoritos. ¿Todavía no os he dicho lo que me encantan las historias de terror en alta mar? Si tienen que ver con barcos, con el océano, con islas, con faros, con cualquier tipo de embarcación, con perderse en el interminable bosque azul que es el mar, ya me tienen más que ganado. Y además, si antes hablábamos de un cierto toque lovecraftiano, ahora podemos asegurar sin ningún tipo de titubeo que el espíritu del de Providence inunda este cuento, una de las joyas del libro, una afirmación con la que soy totalmente tajante.
-Lugares comunes- Volvemos a pasar de terror a la ciencia-ficción, aunque a una más sutil que en anteriores creaciones del autor. En este caso, hablamos de universos alternativos, de dobles, de realidades paralelas, conceptos de la ciencia-ficción que, personalmente, me fascinan, así que podéis intuir que estamos ante otra de mis narraciones cortas favoritas de la antología. Para mi gusto, no posee el nivel de mis otras preferidas, pero sí es capaz de quedarse grabada a fuego en la mente de cualquier amante de los universos alternativos.
-Comegente- Y aquí va otro de los deliciosos trozos de chocolate que contiene la tarta que es "Montaña rusa", como si estuvieran todos agrupados en la misma zona. En este caso, el suspense y el terror se mezclan en la olla de horror con una historia de asesinatos cuyo título te lo dice prácticamente todo, aunque dejando lugar a las sorpresas que nos da el autor con unos macabros párrafos que consiguen que alcancemos un final realmente aterrador.
-Legionario de guardia- Regresamos al terreno de los microrrelatos con una historia más bien dramática, que se aleja del género fantástico que nos ha ido inundando hasta el momento. A pesar de que no es de los mejores cuentos del volumen, al menos para quien esto escribe (tampoco es que sea muy aficionado a los micros como lector, recuerdo), sienta bien tener algo de tranquilidad, por decirlo de alguna manera, tras los potentes relatos que hemos ido devorando en las últimas páginas, y no precisamente cortos, por cierto.
-El negocio familiar- Fernando López Guisado vuelve a ese tono entre macabro, siniestro y de humor negro con muy mala leche que tanto le gusta, con una historia que funciona a las mil maravillas de principio a fin, y de la que apenas os puedo contar nada, porque lo genial es llegar a ella sin saber absolutamente nada al respecto. ¿Os pensabais que, llegados a este punto, el autor no sería capaz ya de pillarnos con la guardia baja? Pues atentos a este relato, porque desarma esa idea como si fuera un castillo de arena en el centro de un huracán.
-La bruja- Aunque este relato poco tiene que ver en argumento con el anterior, sí que comparten tono y extensión, siendo ambos cuentos largos que juegan mucho con una situación siniestra, inquietante, repleta de mal rollo y con grandes dosis de mala baba. En este caso, tenemos a una bruja que parece divertirse a costa de asustar al protagonista, ¿o hay algo más? Tendréis que descubrirlo vosotros mismos.
-Windigo- Otra de las grandes joyas de la corona de "Montaña rusa", y sí, van unas cuantas a estas alturas del libro, algo que no debería extrañaros si recordáis todo lo que he dicho sobre el autor antes de comenzar a desgranar todos y cada uno de los relatos. Si conocéis el mito del wendigo, poco tengo que contaros al respecto, pero si no, dejadme que os diga que estamos ante una de las leyendas clásicas de terror más populares e impactantes no sólo del llamado nuevo continente, sino de la historia en general. Situada casi siempre en Canadá, la leyenda del Wendigo nos cuenta, en líneas generales y sin entrar en detalles que cambian de una voz a otra, cómo los hombres que se alimentan de otros acaban transformados en horribles monstruos devoradores de carne humana. Algo así ocurre en el relato de Fernando López Guisado, aunque con unos cuantos cambios que lo convierten en uno de los cinco mejores de toda la antología. Atentos, porque la leyenda del Wendigo ha sido tan atractiva para los escritores de terror, que incluso el propio Stephen King dio su versión de ella en la sobresaliente novela "Cementerio de animales". Ahora es el turno del autor de "Montaña rusa", y no defrauda, no.
-Nuevo amor- Otro microrrelato, quizá demasiado cercano al anterior, para mi gusto, aunque me ha gustado más que ese, todo hay que decirlo. El autor se reafirma en el tema de los sentimientos, el corazón y, en general, el amor. Hay que reconocer lo curioso que es encontrar en el libro un humor tan macabro que parece salido de la imaginación del Guardián de la Cripta de "Historias de la cripta" y luego historias de lo más románticas, sin entrar en la novela de éste género, claro. Este cuento es un buen ejemplo de ello, mostrándonos que hay que tener cuidado con los nuevos amores, en especial, si venimos de uno muy grande. Quizás escondan algo.
-Montaña rusa- Llegamos al fin al relato que da título a la antología, algo que como lector me gusta, pero que como escritor prefiero no llevar a cabo. Eso no quiere decir que la elección de Fernando López Guisado haya sido mala, y no, no existe ningún "pero" a continuación, salvo en el aspecto de que, personalmente, hubiera elegido otro cuento como nombre de la obra. "Montaña rusa", la historia corta, es buena, muy buena, en realidad, y ni siquiera toca el terror como otras, sino más bien una mezcla de suspense, horror y terror que funciona bastante bien. Sin embargo, y siendo una opinión meramente particular, otros relatos me han gustado mucho más, por lo que yo los elegiría antes que "Montaña rusa" para dar nombre al libro. Y aun así, ¿acaso no es un título bastante efectivo para una antología que es un continuo subir y bajar de emociones? Al igual que el presente cuento, claro. El debate está abierto, si es que hay alguno, en realidad.
-Vacas- Volvemos a la ciencia-ficción con uno de los cuentos más extensos del volumen, y sin duda, el mejor en cuanto a este género. Psicoanálisis, filosofía y numerosos ecos a "Blade Runner", esos conceptos y muchos más son los que dan vida al presente relato, otro de mis favoritos, otro de los mejores de todo el libro. Me gustaría contaros algo más de él, pero como sucede con el formato de la narración breve, revelar cualquier detalle sería dar demasiadas pistas, y alguna de ellas podría estropear la grata experiencia de la lectura, sobre todo, en este caso. Otra de las grandes creaciones literarias de Fernando López Guisado.
-Princesita de cuento- Uno de los relatos más largos del libro que más sensaciones encontradas me han dejado. En principio, me ha gustado, y no poco, sobre todo, porque va de menos a más, mostrándonos todo lo que es capaz de hacer el autor con las palabras, sin menospreciar una historia bastante interesante, que abandona un poco el terror que impregna la mayor parte de la antología para adentrarse en zonas sórdidas más relacionadas con el suspense. Pese a todos sus aciertos, en ocasiones, el desarrollo de la trama principal parece resentirse, ¿o quizás es que es uno de esos relatos que da la sensación de que no casan con el resto? Tendría que darle una relectura para comprender mejor qué es lo que me ocurre con él.
-PariZ- Por el título estoy seguro de que ya os oléis la tostada, ¿verdad? Exacto. Cuento de zombis el que tenemos entre manos, aunque uno muy, muy corto, regresando a los terrenos del microrrelato. No es un mal cuento, ni de lejos, y cada frase es oro puro, pero me da la sensación de que si no estuviera situado delante del relato que paso a reseñar ahora, estaría mejor considerado en mi cómputo final de la antología. Atentos, porque si la presente historia pone bastante alto el nivel con respecto a las narraciones Z del libro, la siguiente toca el cielo, lo abre en canal y se dirige al espacio exterior. Estáis avisados.
-Repostería americana- ¡Más zombis! Y de los mejores. Fernando López Guisado escribe un cuento, no de los más cortos de la recopilación, que demuestra que aún se pueden hacer cosas interesantes con el subgénero de zombis. Da igual que nos refiramos a argumentos ya manidos tratados de forma diferente por tal o cual autor, o por temas originales aún no mezclados con le podredumbre de los muertos vivientes. Nuestro poeta macabro nos regala un cuento digno de encabezar una antología propia sobre el subgénero Z, que es evidente que le encanta, porque ya hemos tenido unas cuantas muestras de ello en "Montaña rusa". Pero, sin duda, ésta es la mejor. Una delicia... y nunca mejor dicho.
-Ascenso- Aquí tenemos uno de mis pecados personales de la antología, en especial, si echamos un vistazo a muchas de las reseñas que han ido apareciendo del libro, y observamos que no es que sea uno de los relatos más destacados. Pues para mí sí que lo es. Terror y suspense se dan la mano durante lo que parece una normal y corriente entrevista de trabajo en la que se juegan el futuro un maduro hombre de negocios y una chica joven con ideas algo hippies. Atentos a la resolución, porque no tiene desperdicio, aunque menos lo tienen la increíble cantidad de tensión que el autor consigue impartir a una situación tan cotidiana. Impresionante.
-La imagen- Microrrelato muy, muy micro, quizás el más corto de todos los micros que contiene la antología. Y lo cierto es que es uno de los más efectivos. Fernando López Guisado vuelve a jugar con conceptos ya muy tocados por el género fantástico, en este caso, con el tema de los dobles malvados y siniestros que provienen de otras dimensiones, en algunas ocasiones, de los espejos, objetos que también dan para una larga lista de historias de terror. Narración breve pero muy impactante, de esas que se recuerdan una vez las acabas.
-Santa Claus is coming to town- Aunque no tenemos aquí un microrrelato, sí que es una narración bastante breve, y que deja con muchas, muchas ganas de más. ¿Por qué? Bueno, porque estamos ante una de esas historias con las que es fácil pedir más y más y más. A mí me ha encantado, y no voy a esconder que me parece perfecta de principio a fin, siendo la idea principal una terrorífica brutalidad que consigue que uno quiera leer una novela donde no se repita sin descanso la estructura del cuento, pero sí se alargue de una forma aprovechable, tal y como sabe hacerlo el autor. Una pasada de relato, os lo aseguro. Y en todos los sentidos.
-Ocho patas- Hay que reconocer que estamos ante uno de los relatos que más fusionan el lado poético y narrativo de Fernando López Guisado. No es que los demás estén peor escritos, pero sí es cierto que el autor pone especial cuidado en éste para crear párrafos melodiosos, exquisitos y que, prácticamente, podrían formar parte de uno de sus muchos y profundos poemas. Sin embargo, a pesar de que me ha encantado la manera en la que cada párrafo parece estar cincelado para ser una pequeña obra de arte, la historia no ha llegado. Tiene sus momentos, pero admito y confieso que es uno de los cuentos que menos me han gustado de "Montaña rusa". Poco quiere decir eso, ante la alta calidad del libro, claro.
-Claxon- Uno de los cuentos más sorprendentes de la obra. Tirando a intenciones de novela corta, centrado en un género que, personalmente, nunca hubiera pensado que me atrapara como lo ha hecho este relato: el bélico. Supongo que todo depende de dar en la tecla adecuada, y el autor ha sabido hacerlo a las mil maravillas con una historia que tiene mucho de terror, pero nada de sobrenatural. O casi. Porque aquí lo que da miedo no es un vampiro, un demonio, un alienígena, una criatura de los bosques o una abominación creada genéticamente, sino un hidroavión llamado Zapatones que parece más una leyenda urbana, un fantasma, que un enemigo real. A pesar de llegar a ser repetitivo en mis conclusiones, debo insistir en que estamos ante otro de los mejores cuentos "Montaña rusa", y una pequeña joya literaria. Pequeña en extensión (y casi ni eso), pero grande en calidad. Muy, muy, muy grande. ¿Le pedimos al autor otra novela al respecto?
-Insomnio- Nos vamos acercando al final, al sorprendente final de la antología, y por supuesto no puede faltar aquí un microrrelato, uno tan interesante como los precedentes, aunque no de los mejores de la obra, la verdad. O es lo que a mí me ha parecido, claro. De nuevo, el lector dentro de mí se enfrenta a mi lado escritor; el primero, ha disfrutado del relato, pero el segundo, lo hubiera intercambiado por alguno de los micros de mayor calidad. Sobre gustos no hay nada escrito, ¿verdad? Pues éste cuento es un gran ejemplo de ello.
-Tuétano- Último relato de "Montaña rusa", y como nos venía acostumbrando Fernando López Guisado hasta aquí, durante todo el libro, y para no cambiar de dirección, gran sorpresa la que nos prepara, una muy especial para éste su último cuento de la obra, y muy apropiado es llamarlo cuento, por cierto. Estamos ante la única historia infantil del libro, y sí, habéis leído bien: infantil. El autor, demostrando que no se le resiste ningún género ni ningún formato, mezcla todo su humor macabro, todo su tono siniestro repleto de inquietud y mal rollo con aventuras propias de unos dibujos animados y novelas dirigidas a los más jóvenes de la casa, sin que por ello no puedan disfrutarlas los más grandes. Fernando López Guisado nos regala una verdadera delicia de texto, en todos los sentidos (es un ejemplo de cómo escribir el cambio que da con su prosa para adecuar la historia para los lectores de menor edad), gracias al relato protagonizado por el aventurero Tuétano, un esqueleto reanimado que sirve de maravilloso broche final para "Montaña rusa", una de las mejores lecturas a las que he hecho frente en los últimos años. Y eso es mucho, os lo aseguro.
Nota: 9/10