viernes, 23 de octubre de 2020

Reseñas literarias: Los Comuneros


Ficha Técnica

Título original: Los Comuneros
Autor: Sergio Salvador Campos
Portada: Nicolás Martínez Cerezo
Género: Terror
Nacionalidad: España
Formato: Rústica
Nº de páginas: 140
Editorial: Matraca Ediciones
Publicación: 2019


Sinopsis:
No hay descanso para el inspector de policía Hermann Lenz. Tras una peligrosa, problemática y estresante misión, los momentos de relax se le escapan cuando debe tomar un nuevo objetivo relacionado con infiltrarse de nuevo en una organización, en este caso, en la secta de los Comuneros, de la que tendrá que recuperar a una importante figura pública haciéndose pasar por un nuevo miembro. Sin embargo, lo que parece un trabajo sencillo, pronto se complica al sumergirse poco a poco en los Comuneros, y descubrir no sólo a una congregación con la que establece lazos muy fuertes, sino también al acercarse a su carismático líder, quien esconde un horrendo secreto.


Reseña:
Reconozco que tenía muchas ganas de llevar a cabo esta reseña, por tantos motivos que darían para una entrada propia. Sin embargo, para no enrollarme ni hartaros, pero sí ir al meollo de la cuestión, las resumiré en dos principales que podrán ir creando ramificaciones no demasiado extensas, pues, al fin y al cabo, nos encontramos ante la reseña de un bolsilibro, no de una novela de cientos y cientos de páginas. Eso no quiere decir que "Los Comuneros" carezca de contenido, en absoluto, aunque sí es verdad que dada la extensión de una obra de estas características, es complicado realizar un análisis más largo, en cuanto al continente, que no el contenido. En pocas palabras, se puede sacar mucha chicha de un libro como el que aquí os traigo, pero siempre tendremos el hándicap de que no podemos extendernos demasiado con la reseña al tratarse de un bolsilibro, esas geniales píldoras de literatura popular. Y, precisamente, ese es uno de los temas principales por los que tanto me llamaba hacer esta crítica, uno de los pilares fundamentales que la sustentan. Estamos ante un auténtico bolsilibro, con todo lo que eso conlleva. Y, bueno, ya sabéis los habituales de este blog lo fan que soy del formato.

Como muchas veces hemos comentado en este pequeño rincón de internet, es fácil mezclar el género pulp con los bolsilibros, extremadamente sencillo porque siempre han ido de la mano, decayendo, en el primer caso, y evolucionando, si hablamos del segundo, con editoriales como Matraca como máximo exponente. En realidad, el pulp ni siquiera podría considerarse un género, sino más bien un forma de publicación, como los bolsilibros, que no deja de ser una manera de editar narrativa breve, a precios ajustados y en tamaño "pequeñín", por así decirlo, sólo que mientras los bolsilibros han seguido manteniendo su posición, alrededor del pulp ha llegado a existir la creencia (no demasiado popular, y menos mal) de que hablamos de un género en sí mismo. ¡Incluso se ha intentado crear una especie de neo-pulp! Que no ha llegado muy lejos, por fortuna. No es que yo tenga nada personal en que existan lectores que crean que el pulp es un género, o que su concepción original ha evolucionado hasta ser uno, pero es complicado tomarse en serio que nos vayamos por las ramas cuando, en realidad, el pulp y el bolsilibro son algo más que simples definiciones para decir que hablamos de literatura de rápido entretenimiento y evasión ligera. Dentro del pulp y los bolsilibros, al no ser géneros, sino formatos, puede haber literatura con trasfondo que va más allá y que es capaz de buscar (y encontrar) objetivos que trascienden el entretenimiento más director y, ojo, con géneros tan diversos como el terror, el western, el romántico, la ciencia-ficción y la aventura.

Pese a que los bolsilibros viven sus horas de reconocimiento y popularidad más bajas en nuestro actual panorama literario nacional (y, ojo, hablo de los verdaderos bolsilibros, no de aquellos que usan el formato para vender rápido y fácil sus "relatos largos"), debatiéndose entre las editoriales que tratan de devolverlos a la primera línea y aquellas que los toman como criaturas del pasado a las que venerar desde la nostalgia del coleccionista, aún existen quienes sí que creen que hay que reivindicar nuestro propio panorama "bolsilibresco", sobre todo, cuando en España ha sido tan rico y potente en tiempos pasados, concretamente, en los 60, 70 y buena parte de los 80. Por entonces, los bolsilibros eran todo un negocio, tan rentable como fuerte, en el que no eran pocos los autores nacionales que publicaban incluso varios a la semana, eso sí, muchas veces, mediante pseudónimos que bien podrían hacerles pasar por escritores del otro lado del charco, una costumbre que se ha ido perdiendo, afortunadamente, reivindicando la presencia de los nombres españoles en las portadas de los libros de género (gran ejemplo de ello es la obra que reseñamos hoy, con ese bien visible Sergio Salvador Campos). Muchos lectores aficionados al fantástico crecimos con nombres como los de Ralph Barby, Joseph Berna, Curtis Garland y Clark Carrados, entre otros. Y crecimos bien, todo sea dicho. Los que antaño fueran estrellas de la literatura de terror y fantasía, hoy son reverenciados por quienes nos acordamos de ellos, por quienes les debemos tanto, pero ¿y qué dice el panorama editorial sobre ellos? ¿Les tiene en cuenta? Por fortuna, sí, al menos, si nos referimos a proyectos literarios tan interesantes como Matraca Ediciones.

De Matraca Ediciones ya hemos hablado alguna vez por aquí, aunque nunca tan minuciosamente como me hubiera gustado (ahí tenéis otro de las principales razones por las que deseaba encarar la presente reseña). Es cierto que para tratar al dedillo el tema nos harían falta unas cuantas publicaciones bien largas, así que seré breve, porque todavía hay mucha tela que cortar en la presente crítica de "Los Comuneros". Matraca Ediciones nace a partir de un proyecto de Pepe Cueto, muy conectado con la iniciativa ACHAB, donde, precisamente, la recuperación de autores clásicos, muy relacionados con el mundo de los bolsilibros, ocupa un protagonismo bastante importante. Con camino a los dos años de vida, si algo ha destacado en Matraca Ediciones ha sido su capacidad de lanzar títulos todos los meses, sin faltar ni uno solo, a precios populares (entre los cinco y los ocho euros de media), con un diseño espectacular (es imposible no enamorarse de esas portadas, de ese tamaño de los volúmenes y de lo que luego nos recibe en el interior) y escritos por autores que parecían condenados a un inmerecido ostracismo, al mismo tiempo que trata de sacar adelante obras de escritores actuales que intentan seguir el camino propuesto por los anteriores. Matraca Ediciones es una de esas editoriales que se ha colado en nuestra vida poco a poco, sin apenas hacer ruido, con el afán de recuperar los bolsilibros de toda la vida sin trampa ni cartón, yendo más allá del pulp (o de ese extraño e indefinible neo-pulp) y con el trabajo, la constancia, el esfuerzo y el hacer las cosas bien como pilares esenciales de su forma de publicar, sin olvidar la importante presencia de Joseph Berna y Nicolás Martínez Cerezo (La gorda de las galaxias), principal ilustrador y portadista de la editorial, a quien debemos esos impresionantes dibujos que dan cara y cuerpo a los libros que edita Pepe Cueto. Además, los títulos de Matraca Ediciones vienen repletos de extras, como prólogos de autores seleccionados minuciosamente, bandas sonoras (cada volumen posee la suya propia, personal e intransferible), entrevistas a los escritores e ilustraciones de otros dibujantes, entre otros. En pocas palabras, cada bolsilibro de Matraca Ediciones es una pequeña joya que con cuyo diseño aviva el coleccionismo de todo el catálogo.

Pero hagamos un alto en el camino para trasladarnos al sendero que nos interesa, porque, de otro modo, esta reseña se convertiría en un ensayo sobre Matraca Ediciones (genial nombre para una editorial, por cierto), y aunque estaría encantado de ponerme con ello, para cada cosa hay un momento, y este es el momento de "Los Comuneros" de Sergio Salvador Campos, autor que es otra de las razones por las que tenía muchas ganas de afrontar la presente crítica literaria. Estamos ante el primer libro de este escritor sevillano, aunque debería apuntar "primer", entre comillas, porque prácticamente a la vez que "Los Comuneros", Sergio también ha visto publicada su primera antología en solitario, "La promesa y otros relatos", lo cual le debe dar algún tipo de récord, porque, al menos yo, no recuerdo ningún caso en el que un autor haga su debut con dos títulos al mismo tiempo y, de forma muy inteligente, diferentes, pues hablamos de una novela corta y una recopilación de cuentos. Hoy nos centramos en "Los Comuneros", que ya os adelanto que me ha encantado. Y es que, a pesar de que me esperaba un buen libro, en especial, porque he leído a Sergio previamente y sé de lo que es capaz (y lo de lo que será capaz, ojo; hay que seguirle la pista sí o sí), me he encontrado con una obra que va incluso más allá, repleta de virtudes y con el único defecto del que suelen adolecer las novelas cortas: dejan con ganas de más. Vale, no es que sea una característica que tengan todas las novelas cortas, y no hablemos de los bolsilibros, pero es cierto que igual que hay autores que consiguen hacer cortas historias de más de mil páginas, hay otros que logran que nos duren años novelas cortas que apenas llegan a las doscientas. Sergio, por fortuna, es todo lo contrario a estos últimos, haciendo que "Los Comuneros" nos dure un suspiro, más por su calidad que por su extensión.

Ahora sí. Metámonos hasta el fondo del genial bolsilibro que tenemos entre manos, aunque tampoco voy a extenderme mucho, dado que la historia en sí son poco más de cien páginas, por lo que resultaría fácil pasarse de la raya a la hora de una reseña y contar más de lo recomendable. En todo caso, ¿de qué nos habla Sergio Salvador Campos en "Los Comuneros"? La novela se encuentra protagonizada por el inspector de policía Hermann Lenz, quien al ser experto en infiltraciones de organizaciones delictivas resulta el candidato perfecto para introducirse en el grupo de los Comuneros, en realidad, una especie de secta con todas las de la ley. Lenz pronto descubre que tras el aparente rostro amable de la secta, en especial, de sus componentes, se esconde un oscuro secreto que podría cambiarlo todo a niveles inconcebibles para la humanidad. Y... hasta aquí puedo contar. Aunque el autor divide el bolsilibro en capítulos, bien podríamos hablar, cómo no, de tres actos; el primero, el que se centra en la presentación de los personajes y la llegada del protagonista a los Comuneros; el segundo, las vivencias del inspector en el hogar de los Comuneros, su día a día entre ellos y cómo se desarrolla la convivencia entre los componentes de la supuesta secta; y, el tercero, cuando todo estalla. Sergio Salvador Campos sabe crear la suficiente tensión como para mantenernos en vilo durante toda la lectura, y no baja el nivel cuando muestra sus cartas y mucho menos con esos giros finales y la revelación de revelaciones. Magnífica. Buena muestra de que como devorador de historias ha tomado buena nota, creando una primera novela de sobresaliente, de esas que se beben de una sentada, y no, precisamente, por su corta extensión.

Además, Matraca Ediciones ha sabido sacarle bastante partido a "Los Comuneros" con una edición genial. Y es que una de las señas de identidad de la editorial son sus muy personales ediciones al más puro estilo colección, de esas que las colocas en una estantería y es evidente, con un solo vistazo, que son libros de Matraca Ediciones. La portada (que dice mucho más de lo que parece) es de Nicolás Martínez Cerezo, portadista oficial de Matraca; las estupendas ilustraciones interiores son obra de Ana R. Quía; el prólogo es del maestro Joseph Berna (La garra de Satán), uno de los principales autores de la editorial, como hemos comentado unas cuantas veces, aunque nunca las suficientes; y, además, el bolsilibro contiene una entrevista final del editor, Pepe Cueto, al propio Sergio Salvador Campos, unas páginas donde descubrimos interesantes detalles de la obra al mismo tiempo que también de su autor, lo cual nunca viene mal, y menos si es uno de los ya habituales de la editorial (y lo que le queda, por cierto). En pocas palabras, es todo un acierto este tipo de añadidos no sólo a "Los Comuneros", sino también a todos y cada uno de los títulos del catálogo de Matraca Ediciones, haciendo así enormes libros pequeños. Es de remarcar que en muy poco tiempo de vida, una editorial que apuesta por un producto tan arriesgado (bolsilibros de verdad, de los que están basados en los de antes, no en meros intentos y copias de baratillo) se haya labrado ya un sello tan personal y reconocible. Digno de alabar.

Llegamos al final de la reseña con todos los palos tocados. Bueno, en realidad, siempre hay alguno que otro que se puede escapar, en este caso, por ejemplo, señalar detalles tan remarcables como que Sergio Salvador Campos no se haya ido a lo de siempre (sin ánimo de señalarlo como algo negativo, ojo) a la hora de enmarcar "Los Comuneros" en un escenario estadounidense. Es más, la trama ni siquiera se queda en España, sino que nos traslada a Alemania, que se dice pronto. El ritmo de la historia está realmente cuidado, es fácil que los personajes nos caigan simpáticos e, insisto, el misterio tras la secta es de esos que es imposible ver venir en su plenitud. Y, cuidado, porque las últimas páginas amenazan con una segunda entrega que muchos pedimos insistentemente. Otra curiosidad interesante es que el autor, como buen fan de Stephen King (El misterio de Salem´s Lot, Revival), ha querido ir montando su propio universo literario (¿el Sergioverso?) conectando sus diferentes escritos, lo que hace fácil, si es que somos seguidores suyos desde antes de "Los Comuneros", localizar alguna que otra referencia a cuentos de "La promesa y otros relatos". No os destripo más. Como adelantaba en los primeros párrafos de esta crítica, "Los Comuneros" me ha encantado, suponiendo toda una notable declaración de intenciones por parte de Sergio Salvador Campos. Si es capaz de esto con su primer libro, ¿qué hará cuando lleve cuatro o cinco? Yo estaré ahí para comprobarlo. Os aconsejo que vosotros también.


Nota: 8,5/10


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