domingo, 23 de agosto de 2020

Repaso al 2019: Mudanzas peligrosas, regreso a Maine, sobreviviendo a lo imposible y el comienzo de la historia de Lisey


Seguramente os pasará a todos, pero a veces tengo la sensación de que vamos encadenando años como quien va de un capítulo a otro de una serie que le ha enganchado, y cuyas temporadas debe tragarse de una sentada en cuestión de pocos días. ¿No estábamos hace poco en el 2017? ¿Y qué ocurrió con el 2018? Una verdadera locura, ¿no? Se despista uno y pasa de tener un blog recién nacido en el 2012 a acercarse a los diez años de vida en pleno 2020, echando la vista atrás hacia un 2019 que, personalmente, me ha recordado muchísimo a ese 2017 que supuso todo un antes y un después en mi vida, tanto personal como profesional, sobre todo, personal. Uno de los peores años de mi existencia y, a la vez, el mejor de todos, y por mucho, gracias a mi tornillo especial, mi bonita y talentosa Tamara "Wonder" López, Chica Sombra, que me sacó de las más oscuras profundidades para recordarme que sí, que todos venimos con un alma gemela incorporada, sólo que a veces llega más tarde, otras más temprano, pero siempre en el momento preciso (en mi caso, ojalá hubiera sido nada más nacer, ojo). 2019 ha ido en esa tónica, en especial, en lo personal, aunque admito que algún que otro tropiezo también he tenido en lo profesional, nada comparable con lo personal, donde ha sido un año dominado por una palabra: supervivencia.

Cuando hablo de supervivencia, por fortuna, no me refiero a que mi familia se haya visto debajo de un puente, acudiendo a comedores sociales, solicitando ropa a diferentes ONGs y mendigando. Insisto, por fortuna, no hemos alcanzado esos niveles de supervivencia, aunque es pensar en que hay familias que sí se están viendo así, sobre todo, por la situación vírica que está viviendo actualmente, no ya el país, sino el mundo, y me echo a temblar. Sin embargo, ese tema será tratado en el resumen que toca del 2020, cuando sea el momento, claro está. Como se dice por ahí, la calma precede a la tempestad, pero ¿y al revés? También. ¿O será que eso de lo bueno y lo malo va por ciclos? En ocasiones tengo esa sensación, como si conocer a mi tornillo especial, a mi Wonder López, a mi Chica Sombra, me hubiera agotado toda la buena suerte (llamadlo karma, llamadlo destino, llamadlo... como queráis) habida y por haber, dejando sólo remalazos que aparecen cuando ya he recibido varios palos, muchos de ellos seguidos. Aunque, bueno, tendría que hablar en plural, porque somos los dos, nuestra familia, quien los recibe. Se podría decir así que 2019 ha sido el año de la Paliza Mayor, así, con mayúsculas iniciales, un año que luego ha dejado paso a un 2020 que está siendo todo lo contrario, transformando en falsa la afirmación de que toda suerte está agotada. En el futuro, va a ser interesante comparar el resumen de ambos años, porque pasamos de un 2019 repleto de caídas a un 2020 lleno de subidas, lo que vendría a decir que ¿en el 2021 tocaría de nuevo caer para después levantarse? No adelantemos acontecimientos, y menos de los malos (quizá de los buenos tampoco, para no gafarlos), y esperemos que la tónica del 2020 impere en los próximos años. Mientras tanto, dejad que os hable de la supervivencia del 2019.

2019 comenzó con el fin de la búsqueda de nueva casa... más o menos. Si recordáis, algo ya adelanté en el resumen del 2018, cuando comenté que por temas tanto judiciales como familiares, en dicho año se nos dio la terrible noticia de que debíamos abandonar el "hogar" familiar (las comillas van con toda la intención, porque hacía mucho, mucho tiempo que lo consideraba más una casa donde vivir que un hogar en el que ser feliz) en unos meses. Después de mucho buscar piso y pasar por innumerables problemas, llegaron los días de la mudanza, infernal mudanza, porque creo, y no exagero, que pocas veces lo hemos pasado tan, tan, tan, tan mal a nivel físico y mental, suponiendo casi una derrota en ambos frentes. Casi. Al fin y al cabo, contábamos el uno con el otro, y resultaba evidente que nadie iba a poder con nosotros. Pese a que afrontábamos un "desahucio" (iba con orden judicial y todo) con límite de tiempo, pese a todos los tejemanejes para buscar trastero para nuestras cosas (ya que acabamos en un piso mucho más pequeño), pese al traslado de las mismas (que duró una infinita semana en la que nos ayudaron muchos amigos, y aun así fue duro hasta el agotamiento absoluto), pese a la búsqueda de nueva casa (horrible; cuando no nos encontrábamos con timos nos ponían cien mil pegas, nos pedían hasta sangre de unicornio y el Anillo Único creado por Sauron por un cuchitril en el que no se metería ni siquiera el peor orco de su ejército), pese a todo nos mantuvimos en pie, juntos, uno al lado del otro, sin discutir, sin matarnos, sin echarnos nada en cara, sin tirarnos los trastos a la cabeza. De piedra frente a la adversidad, flojeando en algunos momentos pero sabedores de que el otro nos levantaría. Y así sobrevivimos. Para que luego digan que el amor no mueve el mundo.

Luego hablaremos del tema del alquiler, que tiene miga, aunque sólo en un párrafo, porque la supervivencia no terminó en todo ese proceso destructor que, ya sé, no nos mató y del que no deberíamos quejarnos, pero eso no elimina que lo pasaras bastante mal. Hablemos de gastos. Pasamos de una casa ya pagada a una vivienda de alquiler, con un abusivo alquiler, como el 90% de lo que se lleva hoy día, por cierto. Hablamos de 650 euros por unos 50 metros cuadrados que, sorpresa sorpresa, tendrían que haber sido más según el anuncio. Pero no. Tocaba acostumbrarse a una morada mucho más pequeña, donde nuestras cosas, esas que nos encantaban, desde libros a películas, no cabían, así que tocaba hacerse de tripas corazón y no darle muchas vueltas a que se encontraban en un trastero donde apenas cabían, podían romperse y a las que apenas podíamos acceder debido al, repito, generoso volumen de artículos. Evidentemente, el cambio no estaba todo relacionado con nuestros efectos personales, sino con nosotros mismos también. Un piso muy pequeño para una pareja y dos gatos. ¡Acabábamos tropezando con ellos continuamente! De todos modos, nos lo tomamos con filosofía. No era nuestra casa, no era el sitio al que llamaríamos hogar,. pero sí un punto del que empezar de nuevo hacia algo mejor. Así fue durante casi año y medio en el que miramos casa tras casa, piso tras piso, no para alquilar, sino para comprar el que debería ser nuestro hogar. Si pensáis que piden hasta el alma de un neonato para un alquiler, ni os imagináis lo que solicitan para comprar una casa, por supuesto, con las pertinentes pérdidas de tiempo (Redpiso y Tecnocasa son expertos en el tema, por cierto). El agobio y el estrés crecían al observar cómo aumentaba el peligro de que una vivienda temporal se convirtiera en fija. Y más con la importante decisión que habíamos tomado.

Mi bonita y talentosa y yo tuvimos claro que queríamos peques (al menos uno, claro) desde los primeros días de relación. ¡Así lo teníamos de claro todo! Es normal. Lo lógico. Si estamos hechos el uno para el otro, ¿qué mejor que extender ese amor con otra personita que formara parte de nuestro equipo TT? Sin embargo, el principal tema que nos echaba atrás al respecto era el de encontrar el momento oportuno. También muy coherente. ¿Cuántas parejas no han tenido hijos porque buscaban ese momento idóneo para ello? Sin embargo, ¿cuándo es exactamente el momento perfecto? ¿Cuando ambos tienen trabajo? ¿Y casa? ¿Y...? Pese a que mi amada sí que tenía un trabajo fijo fuera de los trabajos literarios, él mío, adscrito a estos últimos, sí que era más errático, lo que significaba cobrar bien un mes, cobrar mal otro, cobrar muy bien otro y no cobrar otro... y, la mayoría de las veces, ni en ese orden ni de esa manera tan habitual.  En pocas palabras, no nos encontrábamos en la mayor de las estabilidades. Aun así, lo pensamos. ¿Y ese momento perfecto? ¿Cuando llega? Porque antes tampoco lo era, ¿verdad? ¿Y ahora? Entonces alcanzamos la conclusión de que el momento perfecto para tener hijos es... siempre. Sobrevivíamos. Echamos cuentas. Nos podría ir bien con una o un peque en casa. Teníamos fe en que saldríamos adelante, en que pronto daríamos con otra casa, mucho más barata, asequible y apta para formar una familia sin tener que meter al bebé en el fregadero de la cocina.

Y mientras íbamos de inmobiliaria en inmobiliaria, de portal en portal de pisos y los gastos aumentaban debido a lo grandes que eran por culpa del apartamento, ocurrió. Nos quedamos embarazados a la primera. ¡Bravo! Un golpe de "suerte" al fin. De buena "suerte". Empezamos a haber planes, a contárselo a nuestros allegados, a ir a las primeras pruebas, a temer cada mal movimiento o la más mínima molestia física, a anunciarlo a los cuatro vientos, a festejarlo, a alegrarnos por cada segundo en el que recordábamos lo mal que lo estábamos pasando y la felicidad que estaba aportando nuestro peque... Y lo perdimos. A los dos meses. Una mazazo difícil de superar y que, en realidad, no estaba sujeto a ningún motivo. No se nos dieron demasiadas explicaciones. Quizá no era nuestro momento. Quizá no era él (o ella) quien debía estar con nosotros. Quizás el destino nos estaba tratando de decir otra cosa. Lo cierto es que lo pasamos mal, muy mal, como es lógico, con el añadido de que no nos trataron nada bien en las visitas al hospital, lo cual no ayudó demasiado, al contrario. Prácticamente, mi preciosa Wonder tuvo que curarse en casa, sin más atención que la que le podía dar yo. Nada más. Todo empezó con un sangrado, con unas molestias que nos dijeron que no eran nada y, al final, sí que fue algo. Un terrible algo que se convirtió en el golpe que faltaba para que el 2019 fuera un año de mierda con todas las letras, al menos, por entonces. ¿Mejoraría? Lo veíamos bastante complicado. Por supuesto, no íbamos a dejar de intentar concebir un hijo, pero ahora sufríamos un extra de temor tras perder al primero. ¿Y si ocurría otra vez? ¿Y si no podíamos tener hijos? ¿Y si...? Demasiadas dudas. Demasiado miedo. Y ni siquiera eso nos venció. Supervivencia. Nadie nos vencería. Nada podría con nosotros. Íbamos a seguir demostrándole a la vida que eramos, somos y siempre seremos invencibles. Y vaya si lo hicimos.

Sin embargo, no voy a adelantar las buenas noticias. No es su turno todavía. Pasamos de lo personal a lo profesional, porque en ese momento ¿cómo iba lo de escribir? No demasiado bien. Todo el tema de la mudanza y la pérdida de nuestro bebé, como es normal, iba retrasando cada nuevo trabajo literario hasta extremos inasumibles tanto para los lectores como para los editores. Tenía a medias la secuela de "Cinco tumbas sin lápida", y a pesar de que el segundo volumen del ensayo "Las pesadillas de Stephen King" se encontraba a punto de caramelo, no conseguía acabarlo de una vez por todas tanto por los motivos antes expuestos como por todo lo que salía sobre el de Maine cada mes. Ya sabéis que el objetivo tanto de Applehead Team Creaciones como el mío era el de tener los ensayos más completos acerca del Rey, así que debía entrar todo, y cuando digo todo es todo, y cuanto más actualizado mejor. Como era de esperar, tanto retraso provocaba otros en los siguientes proyectos que tenía entre manos. La crisis llegó cuando tuve que suspender "Terror en serie". ¿Recordáis ese ensayo del que os hablé durante el 2018? Sí, centrado en la evolución del terror en la televisión. El que se iba a publicar con Dilatando Mentes. Demonios, ¡si hasta teníamos imágenes promocionales hablando de él! Pues a principios de 2019, con medio libro hecho, apareció otro exactamente igual y con el mismo título en la editorial Héroes de Papel. Evidentemente, este no es otro caso como el del ensayo de Stephen King que, de forma bastante casual, salió pocos meses después de que Applehead Team Creaciones y yo sacáramos el primer volumen de "Las pesadillas de Stephen King" en 2016. Eso sí fue sospechoso (y para lo que les sirvió...). En el mundo del ensayo, sobre todo, cuando nos movemos todos por las mismas editoriales, es fácil coincidir, y es lo que había pasado. Nada más. Aunque dolió de igual manera. Mucho. Fue un bajonazo profesional de los gordos. Uno comparable al de mis primeros días intentando colar relatos aquí y allá mediante distintas convocatorias en las que todas me decían que no, que no y que no.

A estas alturas muchos estaréis diciendo, pero, hombre, no es para tanto. Tenéis salud, siempre podíais seguir buscando casa, son muchas las parejas que no consiguen que salga bien el primer intento de quedarse embarazados y la caída de un libro no supone nada con la gran cantidad de proyectos que uno tiene esperando (y si no fuera así, sólo quedaría ponerse otra vez el Word y escribir, o buscarle una nueva casa a "Terror en serie", que es el plan a seguir, claro). En pocas palabras, el consabido "¿Estáis muertos?" podría venir al caso. En realidad, incluso podríais añadir que hay muchísimas personas que están peor que nosotros, y no os faltaría razón. Sin embargo, a cada uno le duele lo suyo, y uno sabe lo que es la vida, repleta de buenos y malos momentos (siempre se intenta que prevalezcan los primeros, por supuesto), aunque cuando te llegan varios seguidos de los segundos, sin que los primeros den muestras de vida, el bajón es bastante gordo, lo estén pasando otros peor o no, pues, al fin y al cabo, también hay gente a la que le va mejor, ¿verdad? Pero igual que me alegro de quienes les va bien y lo siento mucho por quienes les va peor, lo que duele primero es lo de uno y, amigos, vaya racha, de verdad. Aun así, aquí termina lo malo. Lo cierto es que, a pesar de que hasta el 2020 la cosa no mejoro en un 200%, se me hace imposible negar que durante el 2019, después de esos palos continuos, nuestra fortuna mejoró bastante. No era complicado, visto lo visto, pero vaya si lo hizo, y antes de lo que pensábamos.

Dejaré el tema profesional para más adelante, porque las buenas noticias no tardaron en llegar, y salvo por el retraso en la publicación de la secuela de "Cinco tumbas sin lápida" y la caída de "Terror en serie", del resto no me puedo quejar. Ya sabéis, si sois habituales de este tipo de entradas, que, normalmente, voy por orden y hago un repaso por párrafos, así que más adelante me centraré en mi año literario. Con respecto a la casa, lo cierto es que tampoco podría aportar muchas novedades si hablamos del 2019 (es otro cantar con el 2020, hasta el punto de que estas líneas las estoy escribiendo desde nuestra nueva casa, más barata, el doble de grande y la que podría ser finalmente nuestro hogar definitivo). Eso sí, seguimos durante varios meses sobreviviendo económicamente como bien podíamos, a veces mejor y otras peor, pero siempre juntos, queriéndonos, respetándonos, amándonos y formando un equipo invencible. ¡El equipo TT! Un equipo que en muy pocos meses iba a incorporar a un miembro más, mejor dicho a una "miembra" más. Efectivamente, como decía antes, las cosas mejoraron casi sin darnos cuenta. Tras un par de semanas bastante grises volvimos a intentar quedarnos embarazados. Y, sí, de nuevo lo estuvimos, aunque fuimos con precaución. Pocas ilusiones nos íbamos a hacer después de lo ocurrido. Tampoco íbamos pesimistas, pero hasta que no estuviera asegurado la nuevo incorporación al equipo, nos íbamos a quedar bien callados, atentos y, sobre todo, nos cuidaríamos en exceso... y todavía más.

Y dio sus frutos. Poco a poco, la peque (nos dijeron que era una niña bastantes meses después de confirmar el embarazo, por supuesto, a las cinco semanas, cuando ya todo estaba encadenado para que fuera bien) se fue asentando en la barriga de la mami hasta que, finalmente, sí, nos lo creímos: estábamos embarazados. Y, ¡todo iba bien! Mejor que bien. Vale, con las molestias propias de un embarazo, como es evidente, pero todo iba sobre ruedas. Las pruebas médicas, las ecos, el crecimiento de la barriga, la niña... Y, sí, reconozco que aunque me hubiera dado igual que fuera niño o niña, siempre que el peque viniera sano, no pude más que alegrarme doblemente al recibir la noticia de que sería una pequeñaja. ¡Lisey! Nuestra Lisey, con nombre de personaje/novela de Stephen King, como no podía ser de otra forma. ¿Os suena "La historia de Lisey"? Pues eso mismo. Nuestra fantabulosa y genial Lisey ya estaba de camino. Nos faltó tiempo para contarlo, para alegrarnos, para respirar tranquilos pese a que todavía le quedaban unos cuantos meses para llegar al mundo de forma plena. Concretando, Lisey Jiménez López llegó al mundo el 6 de febrero de 2020, por lo que ese relato entraría en el resumen del año que viene. Por supuesto, no vimos el momento de ir comprándole ropa, juguetes, las cositas para su habitación (a pesar del espacio que teníamos en casa, claro; nuestra hija no iba a quedarse sin su propio cuarto, por más pequeño que fuera el apartamento) y todo lo demás, y no tardamos en recibir montones de regalos de familia y amigos que ya la querían incluso sin verle la cara. Alegría máxima. Ilusión infinita. Felicidad pura. Seguro que a los que sois padres os suena, ¿verdad? Y a los que no, pero queréis, es bastante probable que os suene tarde o temprano. Se podría decir que nuestra guerrera Lisey acabó con la mala racha. Y de forma definitiva, aunque signifique la posibilidad de gafar la perfecta racha de ahora. Gracias, Lisey. Gracias por habernos dado tanto en tan poco tiempo. Te queremos, te amamos, te todo desde que eras sólo un pensamiento en nuestra mente compartida.

Como decía anteriormente, me gustaría pararme en un par de temas concretos antes de continuar con lo profesional, habiendo dejado lo personal ya un poco de lado (no la alegría por ello, claro). El primero de ellos ya lo he mencionado antes, y está relacionado con el tema de la búsqueda de casa, algo que, en total, nos ha llevado más de año y medio (cercano a los dos, muy cercano). Porque, a ver, pongamonos en situación. ¿Desde cuándo Málaga es Nueva York? Tanto para alquilar como para comprar, porque, después de todo, ha sido un darle vueltas a ambas opciones desde el primer minuto. Empezamos queriendo comprar, y tras varias negativas nos pusimos a buscar alquileres como locos justo cuando encontramos "eso" llamado casa (50 metros cuadrados a 650 euros mensuales solamente con el agua y la comunidad incluidas, luz e internet aparte, por supuesto). Pocos meses después, al comprobar que la vivienda se nos venía encima, seguimos con los intentos de compra para entrar en varios bucles con diversas inmobiliarias de esos capaces de hacernos sentir que estábamos en el Día de la Marmota. Hay que reconocer que nuestros últimos cartuchos, gastados ya en 2020 (por lo que tampoco hablaré mucho de ellos), con Tecnocasa en concreto, sí que fueron satisfactorios en cuanto a trato y esfuerzo de los implicados. Una pena que no saliera al final, pero casi mejor, porque la casa en la que nos encontramos ahora, y de la que os hablaré más detenidamente en el resumen del próximo año, es mucho mejor, parece haber sido hecho para nosotros y, sobre todo, la vemos y sentimos como nuestro hogar. Sin embargo, antes de Tecnocasa llegó Redpiso y... vaya tela. Mareos continuos, cambios de estrategia comercial, que si ahora es muy complicado, que si ahora no necesitamos reserva, que si ahora sí... En fin, un lío de narices que nos mantuvo liados y "entretenidos" durante varios meses por culpa de unos tipos que de profesionales tienen bien poco. Al final, lo que saca uno en claro es que para acceder a una vivienda comprada uno necesita poco menos que sangre de unicornio, sin olvidar el detalle de que si vas a una inmobiliaria, seguramente, te lo pidan todo hecho (entonces, ¿para qué sirven? ¿No se supone que entran cuando son ellas las que facilitan las operaciones? ¿Para qué quiero una inmobiliaria si lo tengo todo hecho y podría ir yo mismo al banco?). Más o menos lo mismo para alquilar, siendo un golpe de suerte dar con una vivienda más o menos ¿barata? (hablemos mejor de un precio razonable), asequible y en la que no tengas que dar hasta muestras de ADN para que te la alquilen a precio de alma por cabeza. Tremendo, horrible, injusto y como para quemar algo. Ojo, luego que si no nos independizamos, que si somos unos vagos, que si... ¡La madre que los parió! Para completar la ironía, quienes quieren cambiar esto desde la política son vistos con desconfianza, siendo criticados por todo y a la mínima de cambio, porque, claro... ¡Qué maldad más grande esa de que un partido que no es el mío proponga mejorar la vida de la gente! Sobre política podríamos hablar largo y tendido también, sí, pero me da que necesitaríamos varios blogs para ello. Eso sirve para encadenar con el siguiente tema, sin dejar pasar el insistir en lo terrorífico que se ha convertido buscar casa en Málaga, y diría que en todo el país, por lo que me cuentan allegados, amigos y familiares de otras ciudades. Y sí, los bancos (que han pasado de dar hipotecas como caramelos a necesitar a toda una familia de funcionarios para un piso de 60 metros cuadrados y 20.000 euros) tienen mucha culpa, y las inmobiliarias que ponen precios imposibles también, y quienes no dejan que se legisle contra todo eso, pero, el primer culpable es/somos nosotros. Así de claro. Porque cuando una casa tiene un precio abusivo, es porque el dueño de esa casa lo permite. Y porque si un alquiler da la sensación de que no nos va a dejar comer el resto del mes (estamos en un país de salarios medios de 700, 800 y 900 euros... siendo muy amable) la razón principal tiene que ver con un propietario que es un sinvergüenza, así de claro. Hemos llegado a ver habitaciones, repito, habitaciones, por 400 euros; pisos semanales a 300 euros por semana; y apartamentos de 50 metros cuadrados, sin nada, a 700 euros. Y no precisamente en las mejores zonas de Málaga (repito, Málaga, no Nueva York). Lo siento, pero así no. No podemos exigir a los de arriba mientras los de abajo nos metemos el dedo en el ojo y nos quedamos tan tranquilos. Putos ladrones. Ojo, y durante nuestra búsqueda hemos echado una paciencia divina al llamar a docenas de teléfonos que no contestaban, eran evidentes timos o, directamente, nos mandaban a pisos ya alquilados (si ya lo tienes alquilado, ¿para qué sigues con el anuncio puesto? ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaagh!).

Si la política y la venta y alquiler de pisos dan para entradas propias (me lo estoy pensando, que hace tiempo que no hago artículos de protesta social por la Cueva), Twitter tiene tema para un par de ensayos... como mínimo. Y es que esta red social de microblogueo ha sido otro de mis temas principales de enfado del 2019 tras suspenderme mi cuenta principal que acumulaba casi 4.500 seguidores desde 2012. A ver, fastidia, sí, pero no asustarte. Quienes me conocéis bien sabéis que mi cuenta principal, tanto principal como de escritor, se halla en Facebook, con 5.000 contactos habituales, sin olvidar las diferentes páginas dedicadas a mis novelas, así que por ahí no hay problema, y menos si descubrimos que Twitter se está convirtiendo en un nido de trolls, maleducados, haters, gente tóxica y personas agresivas que se escudan en perfiles anónimos y falsos sólo para molestar. Y les da igual que de vez en cuando Twitter les cierre las cuentas que tengan (si es que lo hacen, porque hablamos de un lugar donde igual dices "tonto" y te bloquean, pero puedes poner "me cago en toda tu puta madre, follador de cabras" e igual ese día les parece bien tal adjetivo; comprobadlo con multitud de cuentas que se dedican a la política de derechas). Al fin y al cabo, si tienen las cuentas para molestar, y no para compartir sus gustos, debatir con seriedad, hacer amigos o discurrir profesionalmente, ¿qué más da que Twitter las cierre? Se abren otras y punto. Que la cosa es para cagarse si pensamos en la de tiempo libre que deben tener personajes (que no personas) así, ya se tomen en serio o no sus papeles como odiadores profesionales. Entiendo que alguien tenga tiempo de, no sé, pasar ratos en Twitter si debe promocionar su nuevo disco o mover el nuevo cómic que ha dibujado, pero ¿horas y horas en meterse en peleas con desconocidos sobre si la coleta de Pablo Iglesias es más larga o más corta? ¿WTF? ¿De qué estamos hablando? ¿Se ha convertido Twitter en el nido de trolls que antes eran los foros, principal razón por la que fueron muriendo poco a poco? No cabe ninguna duda de que así es. Y, cuidado, porque los perfiles son todos muy similares, en especial, cuando se trata de política. Probadlo. Los temas literarios, musicales y cinematográficos, entre otros, apenas tienen repercusión para esta gentuza cobarde, pero la política y similares, oh, eso les encanta. Después de todo, en algo deben gastar inútilmente el tiempo libre. ¿O pensáis que van a pasar varias horas al día compartiendo su nuevo libro o curiosidades sobre sus videojuegos favoritos? Mejor pelearse, hombre. ¡Qué menos! Hay que descargar la adrenalina que no se es capaz de escupir en la vida "real". Siempre desde una cómoda silla, tras el cómodo monitor y usando, por supuesto, cómodos datos falsos. Que luego te pillan la identidad auténtica y se lía (ellos mismos lo admiten; sólo hay que buscar a usuarios como Pastrana, por ejemplo, gran troll-cuenta anónima de la derecha politica de Twitter para descubrir a un alcalde del PP que no dejaba de decir que se escondía por miedo a represalias). Atentos, porque encima enarbolan su supuesto derecho a tener identidades anónimas. No sé yo si eso concuerda mucho con ser un trabajador del Estado, un funcionario público o ir insultando por ahí, acosando, amenazando o haciendo el tontito.

Supongo que Twitter acabará como los mencionados foros, se cerrará y a otra cosa mariposa. Cuando entré por primera vez en Twitter en 2012, se me hacía raro. Prefería Facebook, y sigo prefiriéndolo, pero me lo abrí por motivos profesionales. Aquello era otra cosa, había otro ambiente, existía la paz, el debate y la propia red social se encargaba de ser bastante justa a la hora de bloquear y suspender cuentas. Cuando un lugar pierde su razón de ser, termina cerrando, y supongo que, cuando eso ocurra, todos estos esperpentos cobardes de persona deberán buscarse otro simulacro de vida donde poder insultar sin que nadie les parta la cara directamente. Una pena. Para ellos, claro. Y es que esas cosas, además, es raro que pasen en Facebook e Instagram, donde los trolls están más perseguidos y las cuentas falsas son eliminadas con una rapidez al estilo Flash. Además, se restringe más el tema de los contactos; Facebook lo puedes hacer privado sin ningún problema, porque no te acabas perdiendo nada y el alcance es el mismo, sin olvidar que tú eliges a los contactos con quienes mantener conversaciones habituales y quién puede acceder o no a tus publicaciones; Instagram no es tan así, porque si tienes un perfil privado es complicado llegar a la gente, en especial, si tu trabajo es ser influencer o intentas darte publicidad con las fotos que publicas. Eso sí, también es una plataforma que acaba pronto con trolls, amenazas, insultos y acoso, casi al instante, por lo que también es muy recomendable. Es una pena que Twitter, con lo que ha sido, con lo que fue, se haya quedado a la cola de este tipo de espacios sanos, convirtiéndose en un nido de haters y trolls donde tipos de entre 40, 50 e incluso 60 años son capaces de poner a parir a políticos, actores, músicos, actrices, modelos y diseñadores por ¡el físico! Sí, como si estuviéramos en el colegio, o peor aún, en la guardería. Supongo que pagaremos justos por pecadores, y Twitter se terminará cayendo, y con razón, dejando a los esparcidores de mierda fuera de combate... si es que no lo están ya. Recordemos que en Twitter los botones de bloqueo y silencio se pueden usar fácilmente, la mejor forma de combatir y ganar la partida a estos esperpentos que pretenden ser seres humanos. Os lo recomiendo.

Sin embargo, llegados aquí, quizás os preguntéis cómo perdí mi cuenta. Reconozco que en Twitter soy algo más combativo políticamente que en otros medios, aunque es algo que estoy controlando cada vez más. Meses antes de perder mi cuenta me crucé por Twitter con uno de esos personajes sin vida, valor y argumentos que, además, usaba varias cuentas a la vez (no entiendo el motivo, bueno, sí, quedarse sin vida real y molestar, que siempre está bien antes de madurar y alcanzar cierto grado de autocomprensión). El tonto las tres este (me voy a dar el gusto de definirle como se merece, claro) no sólo me insultó, me amenazó y me acosó, sino que además insistió varias veces en hacerlo desde distintas cuentas. ¿Resultado? Todas cerradas. Tres, nada más y nada menos. Detengámonos para pensar y reflexionar sobre lo enfermo mental que debe estar alguien para sentarse un día delante de Twitter y crear varias cuentas. Además, él mismo admitió que eran para molestar. Unas risas, ciertamente. Debí hacerle bastante daño cerrándole sus tres cuentas de mierda, digo, sus tres importantes cuentas imprescindibles para la existencia de Twitter, porque vino con otra, bien acompañado de un séquito de varios esperpentos (creo que llegaron a ser ocho), cayendo muchos de ellos en la refriega para, al final, necesitar copiarme la cuenta varios de ellos (en total hubo un momento en el que discutía con TRES Tony Jiménez) para cerrarme la mía, bueno, "cerrarme", en realidad. Twitter, en su infinita sabiduría (perdonad, que me meo de la risa), dilucidó que no sabía confirmar cuál de las cuentas era la verdadera; si la mía de más de cuatro mil contactos desde 2012 o las otras que, bueno, en el mejor de los casos tenían veinte seguidores... El absurdo no finalizó ahí, ya que tiempo después, unos meses más tarde, Twitter me dio la opción de recuperar la cuenta porque, al fin, tuvieron claro que yo era el auténtico. Les contesté, básicamente, que se fueran a tomar por culo. Con esa misma educación. Me abrí otra cuenta, por supuesto, y ahí sigo con ella. Por cierto, a la operación de clonar mi cuenta original se sumaron un par de escritores de esos obsesionados con mi persona (muy buenas, Darío; muy buenas, José Luis) que también ayudaron. Ay, la teoría de la IP. Si para mí sirve, para vosotros también, guapos.

El caso es que sí que tuve que hacerle daño a este personaje en cuestión, porque después de cerrarle tres cuentas (tres, ojo, y contaba con otra más, es que me da la risa sólo de pensarlo) se pasó por Facebook y por Instagram. No llegué a leerle por completo, pero un par de frases al estilo "soy yo tal" fueron suficientes. Sí, tanto Facebook e Instagram le cerraron sus cuentas. Cinco cuentas le he cerrado en general, que se dice pronto. Normal que le pique el culete. Por si no fuera suficiente, también me he dado cuenta recientemente que se pasa en ocasiones por el blog, sólo que al escribir como anónimo (valentía total, ya sabéis), la Cueva del Extraño no me avisaba de sus mensajes y los borraba casi de inmediato. Mala suerte. El último que escribió sí logré mantenerlo, lo justo como para reírme de él hasta entonces. Ha sido bloquear los comentarios de anónimos al cien por cien y, atentos, ahora podemos reírnos de Sergio el Sordo (no es un insulto, es que iba llamándose así él mismo) todo lo que queramos, de él y de su obsesión conmigo, obsesión que comparte con sus "amigos" trolls, quienes no dejan de verme por todas partes. ¡Cómo mola eso de poder vigilar sin que me vean! ¡Me encanta eso de poder contestar sin que puedan rebatirme! Aunque sería tan sencillo como que Sergio se abriera una cuenta de blogger, ¿verdad? Pero a partir de ahí se le podría encontrar fácilmente y, claro, todo lo que no sea esconderse tras una pantalla y un pseudónimo (o directamente anónimo) no queda nada bien para la gente aburrida, absurda, sin vida, cobarde y, en fin, esperpéntica. En fin, vamos acabando con este tema igual que como he acabado con al menos cinco cuentas de Sergio el Sordo, cinco como mínimo, aunque puede que haya sido con alguna más. Si queréis darle las gracias por ser tan buena gente, su dirección de Twitter es Mala Praxis@PABLOIGLESIAS. Bueno, por si le queréis felicitar, denunciar, cerrar la única cuenta que le queda o cualquier cosita chula que os apetezca. ¡Estáis invitados!

Ahora iría el repaso profesional del 2019 antes de adentrarnos en otros temas que llevarían al fin de la entrada. Sin embargo, como acabamos de dejar atrás algunos puntos desagradables del año, ¿por qué no seguimos con otros y los acabamos ya para dejar lo más agradable? En realidad, no es que lo que vaya a contaros sea nada grave. Si lo miramos desde cierta perspectiva, da hasta risa, sobre todo, por el patetismo de sus instigadores, en especial, si comparamos con lo sucedido en anteriores años. Sí, voy a hablaros de algunos marujeos del fandom literario, más concretamente, de algunos encontronazos personales con gentuza del fandom literario, algo habitual que hago todos los años en este tipo de entradas, habiéndose convertido ya en parte de ellas, aunque con matices, dado que no todos los años ocurre algún suceso incómodo al respecto. Es más, teniendo en cuenta que llevo pululando el mundillo desde 2009 y publicando desde 2010, las veces que me he visto envuelto en alguna polémica han sido mínimas, y tiro por lo alto. Desde 2017 que no me veía metido en una, desde el caso del Cojo de Lepanto, ya sabéis, cuando un "compañero", tras un correo electrónico en el que le instaba a que dejara de hablar sobre mí a mis espaldas, o iba a denunciar lo acosador que era y es con algunas compañeras del mundillo, cogía un tuit mío (no sé cómo, ya que por esa red social le tenía bloqueado) y se ponía en modo víctima hasta hacer creer que me había reído de que lleve muletas. Un bulazo que muchos aprovecharon para insultarme e intentar hacerme daño, bulazo que a la semana estaba más que desmentido con pruebas, mientras que cuando se soltó no existía ni una al respecto, ni media, hasta el punto de que, todavía hoy, si alguien me lo menciona, sólo tengo que pedirle que me enseñe algo al respecto para que la conversación termine. Lo cierto es que fue bueno en gran parte, porque hice limpieza automática de gentuza, muchas editoriales se quedaron con el nombre del Señor Bulos y, desde entonces, he vivido en bastante paz salvo un par de intentos de provocarme que no han funcionado. De ahí que me haya parecido curioso el intento del 2019 por parte de Arkaitz Arteaga y Carlos Montero Fernández (quien a su edad se sigue llamando él mismo Doctor Motosierra) de provocarme, iniciar una nueva polémica y, bueno, supongo que echar un rato divertido ante tanta falta de vida propia. Yo os cuento. Empecemos con Arkaitz, que es menos importante y le "conozco" desde hace mucho menos tiempo. 

¿Quién es Arkaitz Arteaga? Si buscamos un poco en el fandom, descubrimos que es el creador de Origen Cuántico, una web de literatura que ha durado vida entre tres y cuatro años, muy dedicada a ¿la literatura fantástica? ¿A toda o sólo a ciertas editoriales? Más bien lo segundo. En muy poco tiempo, Arkaitz se ganó una buena reputación de polemista y bocazas, como aquella vez que la lió bastante gorda con la reseña de un libro de la editorial El Transbordador, no siendo ésta la única editorial con la que ha acabado bastante mal, que ya tiene mérito en tan poco tiempo de vida. Evidentemente, muchos estaréis pensando ahora que si yo pido pruebas también las debo tener, tanto de su problema conmigo como sus problemas con otros. Es muy fácil. Arkaitz es uno de esos expertos en pulular por Twitter (ahí vamos de nuevo) liandola, así que en ese medio es fácil dar con sus discusiones y polémicas. Buscadlas. En cinco minutos seguro que dais con algunas. Y si no, yo me ofrezco a pasároslas. El caso es que parece ser que en 2019 pensaba en mí para la siguiente. El marco fue el anuncio de los nominados a los Premios Ignotus, unos premios que siempre provocan comentarios bastante injustos cada vez que salen sus nominados y, meses después, sus ganadores. Hablaremos del tema más adelante, aunque daría también para unos cuantos artículos. El caso es que era principios de mayo de 2019. Yo había pasado la madrugada escribiendo como un poseso y la mañana me alcanzó. Eran casi las ocho de la mañana del día prometido para el anuncio de los finalistas, y como había hecho bastante campaña al respecto, me dije, igual tengo suerte también este año, así que me quedo despierto unos minutos y así veo en directo a los nominados. Salieron. Descubrí mis cuatro nominaciones del 2019. Compartí la noticia. A los pocos segundos, mi tuit tenía un comentario. Eran las ocho y cinco. Arkaitz se había levantado con ganas de marcha.

Lo primero que hice al ver la notificación de la respuesta de este "señor" fue sorprenderme. Ni siquiera recordaba que nos siguiéramos en Twitter, pero sí, nos seguíamos. Recordé entonces que fue él quien me envío solicitud meses antes y, a pesar de lo polémico que ya era, decidí aceptar y seguirle también. Nunca interactuó conmigo. Durante la discusión entendí el motivo. Su contestación a mi tuit, donde señalaba que había muchos conocidos, fue que ojalá fueran más conocidos. Le dije que para eso servían  también los Ignotus, para que autores desconocidos recibieran reconocimiento. Él contestó que a ver si era verdad junto a un par de indirectas. Por curiosidad, me pasé por su TL, sólo para descubrir un montón de comentarios de indignación por los nominados. Que si no conocía a la mitad, que si eran nominaciones muy raras, que si habían votado muchos primos y "cuñaos" (luego averiguaría que ésta es su mejor y más famosa coletilla), etc, etc. En pocas palabras, los Ignotus le habían dado el día a este personaje. Y eso que Origen Cuántico estaba nominado en la categoría de web, y que uno de sus redactores también se encontraba ahí en la categoría de artículo. No deja de ser curioso. ¿Sus nominaciones no eran raras? ¿Sus nominaciones eran mundialmente conocidas? ¿Ni primos ni "cuñaos" habían tenido nada que ver? Mal empezábamos. En realidad, creía que sólo era un tipo triste más de esos que aparecen en los Ignotus de todos los años llorando porque, claro, ese año no ha salido lo que quieren. Arkaitz demostró que iba a más. No dejó de soltarme indirectas. Una de las veces le contesté que si yo le había hecho algo para que viniera a buscar pelea; le tuve que repetir la pregunta tres veces para que respondiera que no buscaba pelea (XD). Le dije que si iba en ese plan por qué me seguía en Twitter, a lo que me contestó que no tenía nada que ver, que incluso seguía a Arturo Pérez-Reverte, y que a ver si me iba a comparar con él igual que me comparo con Stephen King.

Dejando de lado lo tarado que hay que estar para mencionar a Reverte y, a continuación, dar a entender que lo he nombrado yo en la conversación, permitidme un inciso con la indirecta sobre King. Algunas veces os he hablado del tema por aquí, pero me gustaría detenerme unas buenas líneas, porque también aparece en la discusión con el lumbreras de Carlos Mont... digoooo... con el Doctor Motosierra, que para eso tiene título y carrera. Cuando un autor español (y me refiero a español para no entrar en el resto de países donde se hace lo mismo) tiene cierto éxito escribiendo terror, o cuando se adentra en el fandom con una obra que impacta, se le suele señalar como el Stephen King de nuestro país. Es cierto que, poco a poco, por diferentes circunstancias, la mayoría de los señalados han dejado atrás ese ¿título?, aunque aún hay uno que lo guarda: el menda. Lo digo con orgullo, claro, no sólo por lo que significa, sino por las personas que hay detrás de ese mote; desde editores hasta los propios lectores, pasando por amigos y compañeros de letras. En pocas palabras, en diez años de carrera literaria ni una sola vez me he señalado yo mismo como el Stephen King español. NI. UNA. SOLA. Siempre que alguien ha soltado la pullita lo he retado a que encuentre un sólo comentario que confirme su gilipollez. Nunca se ha encontrado. Lógico. Nunca lo he hecho. Es la típica tontería de quien no tiene ya como insultar, así que ¿qué suelto? La primera idiotez a la que mi cerebro tiene acceso. "Te consideras Stephen King, wuajajajajaja". "¿Dónde lo he dicho?". "Cri, cri, cri, cri". Más tontos que rodar para arriba, la verdad. Que una cosa es insultarme con algo de verdad, pero cuando te tienes que inventar bulo tras bulo para hacer el imbécil, igual la estás cagando. Pues este fue uno de los casos, aunque tampoco es que Arkaitz haya tenido nunca nada de genio.

Tras proponerle que encontrara algún comentario donde me señalo como el King español y no darme siquiera una respuesta (menuda sorpresa), este esperpento de persona me sigue lanzando indirectas sobre mis nominaciones y el modo de conseguirlas. Ahí empiezo a confundirme. Hablamos de los Ignotus, unos premios populares, unos premios del público donde quienes votan se registran mediante un documento firmado e incluso envían las dos caras de su DNI. Lo que quiere decir que... ¿De qué cojones está hablando este tío? ¿Modo de conseguir nominaciones? ¿Mande? Su tono va en aumento, y mete por medio a algunas editoriales nominadas, aludiendo a que ni le suenan (no le sonaban Khabox, por entonces, con cinco años de vida, ni Applehead Team Creaciones, que repetía en los Ignotus; más tonto que mascar leche). Atentos a lo que viene ahora. Le digo que lo único que significa que no conozca a ciertos nominados es que... no los conoce ÉL. Atentos. Me contesta que ha consultado a libreros profesionales y expertos y que tampoco le suenan. Repito, añado y recuerdo: este tipo, que ya me estaba protestando a las 8:05 por unas nominaciones publicadas a las 8:00, me dice que ha consultado a libreros expertos que en cinco minutos (libreros expertos, todos ellos, despiertos a esas horas y atentos a los Ignotus) le han confirmado que son nominaciones de gente desconocida. Como Applehead Team Creaciones, con distribución nacional o Khabox Editorial, famosa por su contribución a la literatura LGTB. Maravilloso. Pero lo mejor estaba por llegar, lectores, porque tras tanta insistencia en mis primos y "cuñaos" (ignoraba que fuera delito que en los Ignotus voten familiares, a pesar de que a él le votan familiares) me vi casi obligado a contestarle al respecto. 

Lo primero que le dije fue que estaba insultando a todos aquellos que me habían votado. Algunos tuiteros entraron a defenderme y, en un alarde de buen rollo, este "señor" los bloqueó, demostrando así que los "cuñaos" eran ellos, sin duda (¿ha sido un sarcasmo muy gordo?). Para continuar, le recordé que muchos de esos "cuñaos" también votaban obras que a él sí le parecía bien que entraran en los Ignotus e incluso a votaban a Origen Cuántico. A esto no recibí respuesta. Y, entonces, también le recordé que cierta editorial con la que hasta ese momento tenía mucha amistad (ya no la tiene; ignoro la razón, guiño, guiño), se había propuesto que no sólo saliera nominado a los Ignotus, sino que ganase uno. Vaya, toda una editorial detrás y, ¡el que tiene "cuñaos" soy yo! Frente a tal afrenta, que él llevaba señalándome desde las ocho y cinco de la mañana, pasó a bloquearme y a hablar de mi en su TL de Twitter sin darme opción a defenderme como hasta el momento. ¡Un aplauso, por favor! Aquí tenemos a un señor adulto, amigos. Y atentos a esto, porque el Señor Indignado Victimista empezó a vender a sus acólitos que el que había empezado a acusar a otros de comprar votos y contar con ciertas ayudas era... ¡Yo! ¡Tachan! Inesperado, ¿verdad? Empezaron a lloverme críticas de las que pude defenderme porque esas personas no me tenían bloqueado, personas que en un 99% pertenecían al staff de Origen Cuántico o eran amigos de este personaje. Ninguno comprobó si lo que decía era cierto. Daban por verdadera su versión, muchos de ellos sin conocerme, una versión que con una búsqueda rápida se puede encontrar en Twitter. Entiendo que puedan ser vagos, pero entiendo más que se trataba de estómagos agradecidos, gente que no iba a morder la mano que les daba de comer y, claro, hay que apoyar ciegamente al líder, líder de actualmente nada, aunque intente seguir metido en el fandom (otro escritor frustrado). Qué penita.

Lo gracioso es que este personajazo dejó de hablar de mí cuando otro usuario le recriminó la que se estaba liando. El Señor Indignado Victimista le soltó un "por mí lo dejo, porque tendríamos que llevarnos todos bien". Ignoro por qué este amiguete ha acabado recibiendo insultos por todas partes e incluso amenazas de muerte (si es que es verdad, claro). Quiero decir, ¿cómo es imposible no querer a alguien tan cínico? De todos modos, tampoco acabó ahí, porque ha seguido hablando de mí todo lo que le ha dado la gana y más, para después quejarse de que ha estado sufriendo un acoso desmedido por Origen Cuántico (cerró sin dar razones, aunque los motivos no son complicados de dilucidar). ¿Sabéis qué es eso de proyectar? Pues este esperpento parece ser todo un experto. Por supuesto, el tema del Cojo de Lepanto surgió en la discusión. Por supuesto, le pedí pruebas de ello. Atentos, porque me respondió que él no tenía nada porque a él se lo habían contado. En serio, ¿este tío es de verdad? Me cuesta escribir esto sin estar continuamente partiéndome de la risa. ¿Cómo se pueden tener los cojonazos de señalar a alguien por algo que ni siquiera ha visto? ¿Cómo se pueden tener los cojonazos de después ir lloriqueando en redes sociales porque está, según él, sufriendo acosos, amenazas e insultos? En una de las conversaciones que este memo tuvo con Carlos Mont... Doctor Motosierra, tras esta discusión (ahora voy a ello), le dijo, sin despeinarse, que yo tenía mucha gente en contra, sobre todo, en privado. Meses después anunció que cerraba Origen Cuántico. Yo sigo escribiendo y publicando. A ver, que igual el de los pocos apoyos era él. No sé... Me cuesta averiguar cómo funciona la mente de alguien que habla de "cuñaos" y luego tiene la polémica del año con el tema de los ESFS Awards, donde su nominación y la de su web llegaron a partir del dedazo de un pequeño grupo de personas que, curiosamente, contaba con muchos amigos. Me cuesta entender la intrincada mentalidad superior de alguien que se queja de que falten algunas webs en las nominaciones de los Ignotus, pero, curiosamente, no se retire de esas nominaciones para dejar paso a esas webs. Joder, si es que me cuesta entender a alguien que se queja de las nominaciones de unos premios en las que él se encuentra. ¡Madre del amor hermoso!

Tampoco vamos a darle mucha más publicidad a esta criaturica que ha sido amenazada e insultada sin motivo alguno. Y menos después de la que ha recibido este 2020, aunque eso queda para el año que viene. Sí me gustaría comentar algunos detalles interesantes al respecto de su teoría "Los cuñaos son los demás". Veamos. Este "señor" ve raras las varias nominaciones de gente que le cae mal (casualidades de la vida, sobre todo en mi caso, porque antes de esa discusión no habíamos tenido el más mínimo trato), pero no las repetidas nominaciones de una editorial con la que entonces se llevaba bien, editorial con la que ahora se lleva a matar (editorial polémica a rabiar y que no nombraré, dada la manía que tiene su editor a amenazarme de muerte y a llamar puta a mi madre, gran insulto feminista, por cierto). Este señor niega la mayor cuando le digo que gracias a esa editorial, Origen Cuántico ha sido una web nominada dos veces seguidas. Vamos a los datos que nos ofrece la página principal de la AEFCFT, la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, concretamente, en la sección de Ignotus pasados. Premios Ignotus de 2017, primer año de Origen Cuántico, cuando todavía no existía la no-mencionada editorial. La web del Señor Indignado Victimista consigue unos impresionantes 8 votos; en 2018, cuando la no-mencionada editorial ya existe y pide públicamente su nominación, Origen Cuántico logra unos 51 votos; en 2019, se coloca como la web más votada entre los finalistas de su categoría con 80 votos; en 2020 ni siquiera está entre los nominados (Origen Cuántico cerró en noviembre de 2019, ojo). Durante la discusión le dije que más le valía mantener la amistad con tal editorial, o se le acabarían las nominaciones. Da qué pensar, ¿verdad? Primos y "cuñaos" del mundo, ¡hablad! Por cierto, todos estos datos son verdaderos, se pueden encontrar con facilidad y son, al fin y al cabo, pruebas de verdad. No un "me lo han contado" o el clásico "yo no tengo pruebas porque no guardo tus mierdas". En tiempos de internet, se puede dar con facilidad con tuits, mensajes de Facebook, entradas de blogs, publicaciones de Instagram, incluso aunque se borren. Si se acusa a alguien y ese alguien te pide pruebas de esa acusación, cualquier respuesta que no sea darlas va encaminada a un simple "No las tengo porque no existen". Jaque mate.

Vamos ahora a por Carlos Mont... a por el Doctor Motosierra, perdón. Qué despiste. El llamado Risto Mejide de la literatura de género hasta que también "cerró" su blog no demasiados años después de abrirlo (se ve que eso de ser un constante hater no compensa). En este caso sí que haré algo de historia, porque Motosierra y yo nos conocimos en 2013, gracias a la literatura, gracias a mis libros, que entonces le encantaban (ahora, como le caigo mal, ya no; cosas de adultos, no sé...). Como ocurre a veces en este mundillo, cuando un lector se acerca mucho a un escritor cuyas obras le molan se va creando cierta conexión que evoluciona en una buena amistad. En este caso fue así. Conforme más publicaba, más le gustaban mis obras a Motosierra y más amigos nos hacíamos, compartiendo privados e incluso conociéndonos en persona en 2015, durante la Semana Gótica de Madrid, una quedada en la que se mostró amable, cariñoso, cercano y no dejó de repetirme que a ver cuándo nos veíamos de nuevo, con más tiempo. Qué dulce de tío, ¿verdad? La cosa empezó a cambiar cuando hizo una reseña del primer volumen de "Las pesadillas de Stephen King" donde no dejó nada bien el libro, gracias, todo hay que decirlo, a alguna que otra mentirijilla de nada. Hay que señalar que, a día de hoy, es la única crítica negativa que tiene ese ensayo. Curioso, ¿eh? El caso es que tampoco le hice mucho caso, pero ya por entonces no le veía tan cercano como antaño. Tampoco le di mayor importancia. A veces las amistades se distancian sin que ocurra nada significativo o, directamente, ambas personas siguen caminos diferentes y punto. Lo gracioso vino cuando recibí una queja por su parte. Me escribió por privado porque estaba usando las reseñas que me hacía para promorcionarme.

Os dejo unos minutos para reponeros. ¿Ya? Todavía no. Lo entiendo. A mí también me pilló por sorpresa su queja, sobre todo, viniendo de un tío capaz de decirle a un escritor que se dedicara a otra cosa porque su libro no le había gustado, para luego ir diciendo que no faltaba al respeto a ningún autor (cosa que luego admitió que no era verdad, y que alguna vez se le había ido la mano al respecto, ¡qué cosas!). Muy ofendido, Motosierra me dijo por privado que dejara de posicionar las reseñas de mis obras entre las mejores entradas de su blog. Le comenté que al ser críticas tan positivas, las usaba para darme publicidad, y las compartía bastante. Él, sin pruebas (como admitió), afirmó que creía que yo actualizaba continuaba las entradas para posicionarlas. Le comenté que, de ser así, tampoco era algo mal visto ni ilegal. Me soltó que le resultaba una falta de respeto. Y, sí, os dejo unos minutos de descanso para digerir tamaña gilipollez. Pondré un hilo musical. Tachatachatachatachawuooooootachatachatacha... ¿Ya? Sí, el tipejo que se había hecho "famoso" por hacer reseñas donde se burlaba de todo lo que podía, donde se enorgullecía de confundir mala educación con sinceridad y que afirmaba entre risas que las malas críticas le resultaban más divertidas de escribir que las buenas, me acababa de soltar que usar sus entradas para lo que se usan las críticas literarias de cualquier blog era... una... falta de respeto. En serio, me acabo de mear en los pantalones. ¿Vosotros no? Porque todavía os estáis riendo, claro. Es decir, una falta de respeto es que te hagan una reseña pública y la uses como quieras para promocionarte. No, si está claro que no me va a tocar ningún hater listo. Joder...

Viendo que le costaba entender el concepto de compartir y promocionar, le dije que no se preocupara, que no volvería a compartir nada más suyo. Y se quedó a gusto, como el típico niño que te dice que el cielo no es azul sino de color que le salga de los cojones y le das la razón, yéndose a dormir con una sonrisa en los labios. Conmovedor. A pesar de tamaña tontería encima, tampoco le guardaba rencor, sinceramente. Tal es así que en los agradecimientos de "El Guardián del Miedo", mi antología de terror aparecida a principios de 2017 (para que hagáis cuentas), salían tanto él como su señora. Poco después, se sucedía el bulo del Cojo de Lepanto (que él sigue difundiendo sin pruebas y como si fuera verdad, ojo) y tanto él como ella se apuntaban a la moda de insultarme e ir de perfil en perfil de Facebook y Twitter hablando de mí (pidiendo casito, vamos). Eso sí, atentos a la lumbreras de su señora, porque me vino a decir en Twitter que no se lo esperaba de mí, y cuando le pedí pruebas me contestó que yo ya sabía lo que había hecho. Ya, pero... ¿Y las pruebas? ¿Deja el Acosador Victimista un bulo y me estás diciendo que ni siquiera puedes pasarme un enlace o una captura de pantalla con esas pruebas que ha puesto? ¿O es que no puso ninguna y simplemente os unisteis a la avalancha de imbéciles? Me da que es lo segundo, pero qué sabré yo. Ya me imagino los juicios en este país según esta señora: "Señoría, estoy aquí acusado de robar un banco, pero no sé qué pruebas tienen contra mí". "¡Ya sabes lo que has hecho! ¡A la cárcel!". Me sangran y no pincho. Pero Motosierra iba en la misma línea, encontrándole una vez un mensaje en un muro ajeno (por supuesto, aunque todavía me pregunto cuál es la intención de ir hablando mal de mí en muros que no son los suyos, ¿tengo publicista sin enterarme?) en el que aseguraba que yo me aprovechaba de las personas y, cuando ya no me servían, las dejaba tiradas. Veamos. Motosierra compra mis libros, los lee, los reseña, le doy las gracias y comparto la reseña. Fin. ¿Alguien me puede señalar dónde está el aprovechamiento por mi parte? ¿Me ha prestado dinero este personaje y no me acuerdo? ¿Me ha dejado su casa y lo he olvidado? A ver si va a ser la vez aquella que le regalé un libro por el simple gusto de que lo tuviera antes que nadie. ¡Maldito aprovechado! Regalando libros. ¡Al Infierno que voy!

Dejando locuras de psiquiátrico aparte, ¿qué tiene que ver Motosierra en todo el tema de los Ignotus? Muy sencillo. Mientras leía a los defensores de Míster Cuántico protegiendole sin tener idea de la misa la mitad, vi que una de ellos preguntaba quién era yo. Normal. Me conocen cuatro gatos y, efectivamente, no soy Stephen King, es más, estoy lejos de estar cerca de ser el dedo chico del pie de Stephen King. Curiosamente, vi que alguien contestaba a esa persona, alguien a quien yo tenía bloqueado (por salud mental, claro; si me tuviera que poner a discutir con este "señor" cada vez que habla de mí no escribiría nunca, me dedicaría a ser su biógrafo). Miré y, tachán, Motosierra le decía a una desconocida que yo tenía un currículum bastante nutrido en polémicas; la risa fue cuando puso ese currículum y le salieron dos polémicas (el bulo de mis varios nicks y el bulo del Cojo de Lepanto) y, esperad, esperad, la gilipollez de lo de su blog. Jajajajajajajajajajajajajajajaja. Pedazo lista, capaz de caber en un tuit con espacio sobrante. ¡Bravo, bravo! Me entraron ganas de poner su currículum de polémicas, pero no tenía ganas de reescribir "Apocalipsis" de Stephen King (su obsesión con Dolmen, pelearse con docenas de autores autopublicados, la de veces que le han echado en cara que haga lo que él critica, las continuas indirectas sobre los libros de Vicente García, su alegría cuando cerró la editorial Dissident Tales, etc, etc). Tampoco me interesaba dejarle en ridículo con el currículum profesional de cada uno; el suyo consiste en un blog cerrado donde se hacía el gracioso y un relato publicado en una antología; el mío va por cinco páginas de word en 12 de letra en interlineado sencillo. No sé, no me gusta medirmela con nadie, pero si alguien va pidiendo guerra igual hay que recordarle un par de cosas.

Lo gracioso es que viendo su reacción, efectivamente, no se esperaba que le pillase criticándome por la espalda (es curioso, porque este tipo de elementos nunca se lo esperan; toda una pandilla de Einsteins). Me acusó, entre otros cosas, de tener vigilantes que seguían sus pasos y de que estaba obsesionado con él (le pillo hablando de mí y el obsesionado soy yo); surgió el tema de los nicks falsos del que nadie ha tenido nunca pruebas (él tampoco, claro); por supuesto, lo del Cojo de Lepanto apareció, y cuando le pedí pruebas su contestación fue reveladora: "Yo no guardo esas mierdas". No, amiguete, si la gracia de internet es que se guardan solas. Con una rápida búsqueda me puedes dar en la boca fácilmente si es que existen esas pruebas. Si te pido pruebas y no me las das el resultado es el mismo, me des la respuesta chulesca que me des: no las hay. Lo que quiere decir es que te han metido doblado y hasta el fondo un señor bulo, y como ya no te caigo bien te ha encantado la experiencia. Al fin y al cabo, ¿por qué en 2015 no me comentó nada en persona del bulo sobre mis supuestos múltiples nicks? Ese que surgió a principios de 2014. En 2015, cuando nos vimos en persona, ya lo sabía. ¿Por qué en 2015, siendo amigos, no me lo menciona siquiera en persona y en 2019 lo usa para atacarme? Tengo dos vías de pensamiento. La primera de ellas es que es un señor cobarde de los pies a la cabeza; me confirman varios compañeros que es de esos que luego cara a cara agachan la cabeza o directamente intenta evitar el encuentro con gente a la que ha criticado, algo que puedo confirmar, pues durante la presentación de la antología "Macabras" en Madrid, el libro coordinado por mi bonita y talentosa, no apareció ni siquiera para apoyar a una de las autoras, muy amiga suya. Qué raro, ¿por qué no aprovechó que estábamos por Madrid para soltarnos en persona todo lo que me suelta tras un monitor? Quizás estaba ocupado con... con... no sé... hablando de "El libro de Sarah" por enésima vez. Esto se lo llegué a comentar en la discusión de los Ignotus y Míster Cuántico, aunque no recibí respuesta alguna. Es más, le ofrecí tomarnos un café en Madrid, pero se ve que la idea no le gustó porque tampoco me comentó nada al respecto. Qué extraño.

La otra vía de pensamiento que trabajo es la clásica. Cuando eramos amigos, se creía todo lo bueno que se decía de mí, y cuando dejamos de hacerlo ya no. La simplicidad de una piedra hecha carne. Infantilismo puro y duro. Ojo, que luego tuvo los cojones de llamarme infantil cuando empecé a pedirle pruebas, le invité al mencionado café... Extraña madurez. Esa que durante la conversación a tres, entre él, Míster Cuántico y yo, teniéndome ya éste bloqueado (ya os dije que se pasó un buen rato hablando de mí después de bloquearme), usó para reírse de mí y escupirme que por qué tenía bloqueado yo a Míster Cuántico. Las risas que me eché cuando le pasé la captura de pantalla donde se demostraba que era al revés todavía se oyen en Twitter. Él no dijo nada, claro. Ni se disculpó. ¿Para qué? El zascazo en la boca se lo había llevado, porque así es Motosierra, un personaje que se cree más listo de lo que es y que recibe zascas como quien respira. La lista es larga, os lo aseguro, y eso de cagarla y hacer como que no es algo bastante suyo. Todavía me acuerdo cuando amenazó con contar lo del blog y le dije que yo ya lo había contado porque era una gilipollez bastante gorda. Vergüenza ajena pasé. Y en el fondo me da pena, porque nos llevábamos bastante bien, pero despide un olor a déficit de atención, en todos los sentidos (tanto para llamarla como para no poder concentrarse en algo en concreto) bastante importante. En eso se parece a Míster Cuántico. Bueno, también en criticar por detrás, bloquear cuando no conviene la charla, no ofrecer pruebas de nada, cerrar blogs y webs entre lloros, victimismo y alegatos de lo injusta que es la vida para ellos, etc, etc. Ojalá volvieran ambos con sus proyectos, porque las risas están aseguradas. El colmo de los colmos fue leer a Motosierra alegando que no quería entrar en una guerra de "Y tú más". A ver, lerdo, si eres sólo conocido por tu currículum en polémicas, ¿qué currículum me vas a echar tú en cara? ¿Qué ética y moral vas a usar tú contra mí después de reírte del cierre de una editorial y encima confirmar que te sigues riendo sólo porque su editor te bloqueó en Facebook? ¿La enfermedad mental esa que tienes la llevas mal o muy mal? De "Y tú más" nada. No tienes ningún derecho a nada, llorón.

Y hablando de lloros, porque esa es otra, atentos a una de las últimas entradas que se cascó en su estupendo blog. "ahora cerrado ahora no ahora sí ahora no". En resumen, este personajazo escribió una entrada en la que se dedicaba, en pocas palabras, por una parte a autoalabarse (prácticamente dice que él era la última línea que quedaba de reseñas sinceras y auténticas) y en otra parte a llorar (recordemos que uno de sus insultos favoritos es llamar llorones a los demás, ¿veis cómo no está bien de la cabeza?), entre otros motivos, cuidado que viene lo bueno, porque la gente no compartía ya sus reseñas, no le comentaba las entradas y, ojo, no le daban las gracias por las críticas. "Pa cagarse". En serio, me está costando no reírme al acordarme. Y sobre recuerdos también dice mucho, porque señala que la gente no tiene memoria. No sé, ¿se referirá a todas las veces que he comentado sus reseñas y se las he agradecido tanto en privado como en público y en el blog? ¿Las veces que le he incluido en los agradecimientos, cuando tenía autores amigos que no lo hacían ni a tiros, como él mismo me confesó en persona? Pues, curiosamente, soy uno de los pocos escritores que aparecen en esa entrada, eso sí, no con mi nombre (Motosierra es más bien de esconderse, recordemos), sino con las indirectas sobre llamarme el Stephen King español (sigo esperando pruebas también de eso; me voy acostando). Porque hay que ser tonto, lelo, desagradecido y memo para poner a parir al único autor que ha hecho eso que ha provocado que te quejes por parte de otros. Insisto, la entrada es para leerla, porque le falta llamarse a sí mismo la última esperanza blanca de las críticas de la literatura fantástica justo antes de ponerse a llorar por lo injusto de un mundo que ya no le hace caso, algo normal. ¿Quién te va a seguir haciendo caso con reseñas donde faltas al respeto, dices que no y luego admites que sí? Moda de un día, amiguete. Voy avisando a la buambulancia. Mientras llega puedes buscar esas pruebas que no existen.

Voy acabando con este tema. Al final, la conclusión que saco es que todos tenemos tontitos con los que nos cruzamos en nuestra vida, pero estaría bien que a mí me tocara uno digno de ser mi hater, uno que tenga los cojones de verme en persona e ir a por mí a cantarme las cuarenta, que pase de escenitas públicas y me escriba por privado todo lo que tenga que decirme, que no escurra el bulto cuando se le pidan pruebas, que dé esas pruebas (de todo lo contado tengo tantas pruebas de sobra que podría montar una enciclopedia), que no se haga el tonto cuando se le acusa de sus propias cagadas y polémicas, que no se haga la víctima, que no pida una beatificación, que no se ponga en plan llorón, que no bloquee cuando se vea acorralado, que no necesite ir a muros ajenos o la compañía de otros tontitos para sentirse poderoso o creer que lleva la razón, que intente debatir sin insultar, que comprenda que si ha estado en mil polémicas no tiene derecho a llamar polémico a nadie, que... En fin. Que no me toque un tontito de verdad, sino uno listo. Como dijo Clown en la película "Spawn": "¿Por qué será que los buenos van al Cielo y a nosotros nos tocan los gilipollas?". Y, por supuesto, hay que tener intención de algo cuando se hacen esas mamonadas. Porque, ¿cuál es la intención? ¿Divertirse? ¿Hacer el imbécil? ¿Explicarle a los demás cómo me ves para que me vean igual? ¿Que deje de escribir y publicar? Como sea esto último van listos. Por ahora, sigo en la brecha y ellos llevan una web y un blog cerrados. Una pena, porque se nota que le ponen esfuerzo a eso de pasar el tiempo libre buscando bronca en vez de estar con sus familias, hacer algo útil, trabajar... vivir, en general. La diferencia es que yo amo escribir, así que no lo voy a dejar. Ellos no aman lo que hacen, es sólo un medio para otros fines. De ahí que lo dejen porque reciben amenazas (jajajajaja), no les dan las gracias o ya no se les presta tanta atención. Debe ser duro llamar llorones a los demás y escribir una entrada llorando porque no te hacen caso; debe joder hablar sobre alguien y decir que tiene mucha gente en contra por privado al mismo tiempo que te quejas de que sale nominado en unos premios populares, para luego cerrar tu web porque... tienes gente en contra. Yo sigo escribiendo, sigo creando, sigo con proyectos, siglo publicando. Es la mejor forma de dar zascas. Lo siento por ellos. 

Y para demostrarlo, ¿por qué no nos ponemos ahora con mi resumen profesional del 2019? Empecemos con las antologías en las que he participado, porque me alegra reconocer que ha sido un año tan prolífico al respecto como el ya más que pasado 2018. He tenido el honor de colaborar en nada más y nada menos que siete antologías en papel, lo que si hacemos cálculos da a una colaboración cada dos meses, ¡como mínimo! Entre todas ellas están las dos antologías de Diversidad Literaria en las que me he podido colar, ya sabéis por años anteriores, esas antologías de microrrelatos organizadas a partir de convocatorias en las que participan centenares de escritores, por lo que, teniendo en cuenta lo mal que se me dan los micros, no puedo estar más orgulloso de continuar entrando en las convocatorias de Diversidad Literaria, en las cuales participo desde hace poco años, animado por mi bonita y talentosa, que lleva más tiempo escribiendo y entrando en muchas de ellas; 2019 también ha sido el año en el que he hecho un trío de colaboraciones con Suseya Ediciones, editorial de la que hablamos bastante, pero nunca lo suficiente, en este pequeño blog, editorial que lleva años sacando antologías la mar de interesantes, y este año le ha tocado el turno a "Pasen y Mueran" (coordinada por mi tornillo especial, por cierto), "Monster Mash" y "Hellven", ésta última de ciencia-ficción, una especie de "Black Mirror" literario en el que pude cambiar de género durante unas pocas páginas para ponerme a prueba; nos quedan dos, así que nos vamos a por los zombis de "Catástrofes: Antología Z", uno de esos proyectos que daban la impresión de no ir a publicarse nunca entre unas cosas y otras, pero que, al final, sí que se ha hecho realidad gracias a Nowevolution Editorial, logrando devolver a los zombis al mercado literario aunque haya sido de manera tangencial, con esta recopilación de relatos donde algunas de las más famosas y terribles catástrofes de la historia de la humanidad son explicadas mediante la intervención de los muertos vivientes; y, para terminar, y no por ello menos importante, también he tenido el placer de participar en la antología "Homenaje a Joseph Berna", el impresionante proyecto de Matraca Ediciones realizado como homenaje (por si no era evidente) a la figura del autor estrella de la editorial, todo un clásico y una referencia en el mundo de los bolsilibros. ¡Qué ilusión me hizo que me invitaran! Aunque un poco menos que compartir muchas de estas antologías con mi bonita y talentosa Wonder "Tamara" López.

Y es que si el 2019 ha sido un excelente año para alguien esa persona ha sido ella. Hablo ahora de lo literario, por supuesto, ya que ha colaborado en muchas de las obras mencionadas, en concreto, en cinco de ellas, sin contar las suyas propias en las que yo no he tenido nada que ver y en, atentos, ¡su primer trabajo literario en solitario! No sólo escribió prólogos y participó en diferentes antologías, publicadas tanto en papel como en digital, sino que también lanzó "Crónica de sucesos", su primera obra en solitario, una antología de terror y suspense en la que mi bonita y talentosa recopila algunas de sus mejores historias ya editadas con anterioridad, y bastantes inéditas, un libro que en la Cueva del Extraño hemos considerado como lo mejor de 2019 en literatura, y no es para menos. ¿Cuántos autores noveles conocéis que publiquen su primer libro con un estilo tan personal y único como para ser fácilmente reconocible? Pocos es decir mucho, sí. Además, Tamara "Wonder" López ha seguido un camino muy inteligente, el de ir poco a poco, y en vez de lanzarse directamente a por una novela (no es que quienes sigan esta vía sean menos listos, ojo) ha organizado muchos de sus relatos para ofrecernos una antología de infarto, con una cuidada edición gracias a Matraca Ediciones, editorial con la que, precisamente, la Stephen King española (o Stephen Queen) ya colaboró en un fantástico prólogo antes de que le pidieran algo más extenso. Por si esto fuera poco, 2019 ha sido el año en el que ha lanzado dos antologías coordinadas por ellas, ambas benéficas: "Más Macabras", continuación de la exitosa recopilación "Macabras; y "Pasen y Mueran", ésta con Suseya Ediciones, editorial de la que también hablamos bastante, aunque nunca suficiente, por aquí, una obra centrada en el terror y el mundo del circo. Sin embargo, cuidado, porque hay más, ya que Chica Sombra, la web de mi tornillo especial, sigue sumando colaboradores, éxitos y visitas allá por dónde pasa. Pero... ¡Hay más aún! 2019 ha sido el año en el que Tamara "Wonder" López ha conseguido nada más y nada menos que cuatro nominaciones a los Premios Ignotus, estrenándose en ellos por todo lo alto (recordemos que en 2018 se quedó muy cerca en dos categorías). Han sido dos en la categoría de relato, una en antología gracias a la mencionada "Macabras" y la última nominación ha sido en la categoría de web por Chica Sombra. No puedo estar más orgulloso... bueno... sí, mirad, ahora un poco más, ahora un poquito más, ahora más... ¡Cada segundo! Y es que si ya me encanta que compartamos colaboraciones en distintos libros, si ya adoro que una de las pasiones que más nos unen le siga dando éxito tras éxito además de fundirnos en uno solo todavía más con cada libro en el que coincidimos, más gozo viéndola triunfar, comprobando como su desbordante talento llega cada vez más lejos, amenazando con alcanzar a todo el mundo. ¡Y que no pare! Orgullo es poco. Debería inventar otra palabra que reflejara mejor lo que siento o, mejor todavía, que lo haga ella que tiene más talento.

Continuando conmigo, y yendo a por mis obras en solitario, 2019 ha sido el año en el que, al fin, he podido terminar el segundo volumen de "Las pesadillas de Stephen King", un segundo ensayo que me ha dejado, y no os voy a engañar lo más mínimo, totalmente agotado. Recordemos que, originalmente, esta obra iba a ser publicada solamente en un tomo entre 2014 y 2016, pero al comprobar, tanto la editorial como yo, la extensión que podría alcanzar, decidimos dividirla en tomos, y digo tomos refiriéndome a más de dos, porque mientras escribo estas líneas ya se está preparando, sin prisa pero sin pausa, el tercer volumen. ¿Habrá un cuarto? Sólo el tiempo y tanto la edad como la salud del de Maine lo dirán; recordemos que cuenta con setenta y pocos años ya, así que recemos para que nos dure mucho, mucho más. Pero volvamos a 2016, porque los primeros planes pasaban por publicar el segundo volumen, ¡poco después del primero! Sí, estábamos locos, pero forma parte de nuestro encanto. Comenzó entonces la operación "Ofrecer un segundo volumen lo más completo y actualizado posible". Lo último que queríamos era darle a los lectores constantes una obra floja, hecha con prisas y en un solo tomo, como esos libros sobre King que te encuentras por ahí y que parecen una Wikipedia impresa, sin más. Nos plantamos entonces en 2019, un año muy prolífico para el Rey, dentro y fuera de la literatura. Con los estrenos de la nueva versión cinematográfica de "Cementerio de animales" y la segunda parte de la película "It" nos topamos, de nuevo, con la dura realidad de que cuando no es el propio autor el que saca libros como churros es la industria a su alrededor la que no para de sacar películas y series adaptando sus obras. Entre la mudanza y el tema del baby la cosa se retrasa. Nos plantamos, y justo después del estreno de "Cementerio de animales" cerramos un libro que incluye videojuegos, música, cómics, el impacto de King en la cultura contemporánea e incluso unas breves líneas acerca de Joe Hill, su hijo. Nos sale un segundo ensayo más voluminoso y sorprendente, en especial, para aquellos que perdieron la pista del escritor tras los 80 y desconocen los últimos años de su producción. Un libro del que sentirse orgulloso, esté mejor o peor, guste más o menos. Por fortuna, está gustando a la altura del primero, y eso es decir mucho. ¡Ah! Y repitió el artistazo Manuel J. Iniesta como portadista. No podía faltar. ¡Y menuda edición les quedó a los de Applehead Team Creaciones!

Se podría decir que 2019 ha sido mi año más King a la hora de llevar a cabo presentaciones, charlas e incluso artículos, porque, en éste aspecto, también me lo he pasado de auténtico lujo, no sólo con un nuevo artículo para la impresionante Cabina de Nemo, la revista de mi amigo, de mi querido, de mi hermano, de mi admirado, de mi familia Pako Mulero Arenillas, sino con otro que me hacía especial ilusión: uno dedicado a Stephen King. Pero, ¿qué tiene de especial? Pues que salió en "Imágenes de Actualidad", revista de la que siempre he sido seguidor, revista de tirada nacional y con un alcance brutal. Nunca podré agradecérselo lo suficiente a Tonio L. Alarcón, compañero de editorial (Applehead Team Creaciones, para más señas; todo queda en casa), quien me invitó a formar parte de la revista en su número de septiembre, aprovechando al estreno de la magnífica "It: Capítulo 2". En el texto hablaba sobre Stephen King y la infancia, cómo había sido la suya, cómo la mostraba en sus obras... Me hizo mucha, mucha, mucha ilusión, lo admito. ¡Otra muesca más! También me hizo una tremenda ilusión ser el invitado para una de las quedadas del Club de Lectura de Literatura Fantástica en Málaga, que suele organizar el gran Manuel Berlanga. Fui invitado no sólo para hablar de King, siendo esto algo secundario, sino para realizar un repaso a mi breve currículum. Qué buena tarde-noche echamos, la verdad. Qué honor. Como también lo fue que el artículo de la Cabina de Nemo, dedicado a ese cine ochentero de terror poco conocido y más bien de culto, fuera escrito a cuatro manos junto al siempre estupendo David P. Yuste, amigo y compañero de letras con quien he podido confraternizar todavía más durante 2019 de lo que ya lo hacíamos, lo que ha dio lugar a este artículo y a algunos proyectos más que irán saliendo y de los que os iré hablando, tanto antes como durante estos resúmenes anuales. Lamentablemente, 2019 no ha sido un año de presentaciones y viajes continuos como otros (esos 2017 y 2018 insuperables al respecto, aunque será todo un reto dejarlos atrás, claro, y mejorarlos) debido, sobre todo, al embarazo, pero tampoco está mal descansar un poco después de dos años sin parar de ir a un lado a otro. Además, mi segunda publicación de 2019 no es que se pudiera publicitar mucho físicamente, así que toca aprovechar el ensayo de King, aunque sea poco a poco. Por supuesto, la antología "Pasen y Mueran" tuvo presentación en Málaga, donde mi tornillo especial y yo estuvimos dándolo todo, así como también en la de "Más Macabras", donde tuve el honor de presentar el libro, acosando a preguntas tanto a mi bonita y talentosa como a la simpática Cristina de la Torre, amiga y una de las participantes del volumen. No habremos tenido muchas presentaciones y viajes durante el 2019, pero sí que he tenido oportunidad de escribir en muchos formatos diferentes a los del relato y la novela, y no me refiero de nuevo a los artículos, sino a los prólogos, donde uno recibe la estima de compañeros de profesión al solicitarte estos un prólogo (o un epílogo, ojo) para alguna de sus obras. En 2019 hice unos cuantos, pero admito que los que más ilusión me hicieron fueron el ya mencionado de "Crónica de sucesos", para mi bonita y talentosa, y el de "La promesa y otros relatos", la antología de Sergio Salvador Campos, gran amigo, excelente escritor y un tío de esos no te sueles encontrar en la vida, para quien el 2019, por cierto, también fue enorme, con la salida de nada más y nada menos que sus dos primeros libros en solitario. ¡Empezó por todo lo alto, el jodío! Y yo que me alegro. No sabéis cuánto.

Entonces, ¿y mi segunda publicación del año? ¿A qué viene tanto misterio? Porque no puede tratarse de una novela. Tampoco de un ensayo, claro. ¿De una antología? No, eso no es. Mi segunda publicación de 2019 fue... ¡Un cómic! Así es. 2019 me ha concedido al respecto otro de mis deseos, publicar un cómic, como guionista, claro, porque eso de dibujar se me da tan, tan, tan bien como seguir los partidos de fútbol de la liga española. No, no. En el tablero de dibujo se ha colocado el artistazo José Raúl Orte Crespo, con quien llevaba mucho tiempo queriendo trabajar después de disfrutar de sus portadas en diferentes libros de compañeros de letras. ¿El cómic en cuestión? "Darkgate: La oscuridad que devora". ¿La editorial? Tebeox. ¿El formato? No en papel, que es lo único que le falta, sino en digital, pero en estos tiempos que corren eso no significa absolutamente nada, porque cualquiera de vosotros lo puede disfrutar de igual manera. El cómic se centra en el universo de Dark, personaje que creé en un relato para una antología de héroes pulp de una incierta editorial (¿sigue viva Dlorean? Qué fastidio cuando una editorial desaparece sin dejar ni rastro, cerrando sin dar noticias al respecto). El cuento se titulaba, precisamente, "La oscuridad que devora" y, sí, el cómic es una adaptación directa de él, una adaptación que mejora el material original, por cierto, gracias al talento que despliega Orte Crespo en cada una de las viñetas (y, ojo, que a estas alturas ha mejorado, así que atentos al presente y al futuro de esta máquina de dibujar con una espectacularidad digna de quedarse con la boca abierta durante días). Si ponemos el actual universo Darkgate en orden, tenemos el mencionado relato, la novela corta "Casa de Sombras", publicada por Applehead Team Creaciones y de la que ya os he hablado por aquí en alguna ocasión y, ahora, el cómic "Darkgate". ¿Qué nos deparará el futuro? Sin dar muchos detalles, se planifica una "Casa de Sombras 2" (no, no llevará ese título, pero se me hace raro desvelarlo cuando todavía le queda para ser publicada) y espero que algún que otro cómic. Me encantaría descubriros anécdotas y curiosidades sobre el cómic, así como el origen del mismo y su paseo por diversas editoriales hasta dar, gracias a José Raúl Orte Crespo, con Tebeox, especializada en cómics digitales, pero quizá no sea este el lugar. ¿Qué tal si le dejamos a "Darkgate" su propia entrada? ¿Sí? Pues, tranquilos, que no tendréis que esperar mucho para verla. ¡Prometido!

2019 ha sido también el segundo año consecutivo en el que salgo nominado a los Premios Ignotus, después de muchos años de trabajo y dedicados los últimos a hacer campaña para ello (sí, aunque parezca mentira, y según lo que digan algunos llorones, hace falta haber trabajado previamente para tener obras y proyectos que sean nominables a los Ignotus, ¡una locura, gente!). Parece que todo da sus frutos, aunque no estarían ahí de no ser por vosotros, de no ser por todas esas personas que se toman la molestia de leerme, votarme, apoyarme, publicitarme, hablar de mí y echarme una mano por pequeña que sea, aunque siempre necesaria y enorme para mí. En pocas palabras, yo no logré colarme de nuevo en los Premios Ignotus del año por mi cara bonita, sino porque tengo a la mejor gente detrás, personas especiales, locas y maravillosas capaces de hacer realidad algo que me hace una ilusión tremenda, no sólo por la publicidad y el marketing, sino porque supone todo un empujón a un trabajo que uno, la mayoría de las veces, debe encarar en solitario. Es evidente que esto es incomprensible para muchos que se meten en el mundillo por frustraciones externas o como quien tiene un hobby cualquiera, siendo capaces de dejarlo en cualquier momento, pero quienes nos lo tomamos en serio, quienes vivimos de esto (o sobrevivimos), quienes necesitamos escribir y que nos lean, lo vemos de otra forma muy, muy distinta. Desde aquí vuelvo a agradecer esas nominaciones en las categorías de novela corta, cuento, artículo y sitio web, en especial, si han sido compartidos con compañeros y amigas como Juani Hernández, Javier Quevedo Puchal, José A. Bonilla, el mítico Joseph Berna (al que, por cierto, tuve también la suerte de prologar en 2019, siendo mi primer toma de contacto con Matraca Ediciones en calidad de juntaletras), Juan José Díaz Téllez, Fabián Vázquez, Pako Mulero Arenillas, Pedro J. Tena, Juan Alberto Hernández, Lorena Gil Rey (y sus cuervecillos) y, por supuesto, mi tornillo especial. ¡Ah! Sin olvidar a estrellas literarias internacionales como Kameron Hurley, Ted E. Grau, Owen King (¿hijo de...?), Philip Fracassi y los mismísimos JOe Hill y ¡Stephen King! No hay duda de que los Ignotus se hacen entre todos. Por cierto, lamentablemente no pudo ser, y no me llevé ningún galardón, aunque reconozco que pasar en tres años de ninguna nominación a cuatro ya es premio más que suficiente. Igual algún día consigo pillar alguno, pero mientras tanto ni voy a quejarme ni voy a criticar a quienes sí se los llevan. Gilipollas todavía no soy. Eso sí, prefiero centrarme en lo bueno, en lo positivo, y dar las gracias a todos los que conseguís que esté ahí, una y otra y otra vez. ¡Y ya adelanto que en los del 2020 también me he colado! Pero eso es otra historia, una para dentro de un año. O menos, claro.

Y poco más que contar, aunque sea una afirmación que igual os provocar dada la gran extensión de la entrada, algo habitual con publicaciones de este tipo. ¿O me vais a decir, si sois aficionados a esta pequeña y humilde cueva, que no estáis acostumbrados ya a estos tochos que no sé cómo podéis aguantar hasta el final? ¡Otra buena razón para daros las gracias hasta que me sangren los dedos de aporrear las letras adecuadas para ello! Gracias, gracias, gracias, gracias. Y, como en lo comentado sobre los Premios Ignotus, llegó al final de este texto con la misma filosofía, con el mismo objetivo: centrarme en lo bueno. 2019 no ha sido el año de una mudanza horrible; ha sido el año de nuevas oportunidades para hallar el auténtico hogar; 2019 no ha sido el año de un proyecto caído y otro retrasado; ha sido el año de dos proyectos que me hacía mucha ilusión publicar, de dos sueños cumplidos; 2019 no ha sido el año en el que sigo sin llevarme un Ignotus; ha sido el año de mis cuatro nuevas nominaciones; 2019 no ha sido el año en el que hemos perdido a un hijo; ha sido el año en el que ha aparecido Lisey; 2019 no ha sido el año en el que sobrevivimos; ha sido el año en el que hemos vivido, más, mejor y, sobre todo, juntos. Muchísimas gracias por estar ahí. Muchísimas gracias por llegar hasta aquí, mil gracias por leerme e infinitas gracias por formar parte de mi vida, pero, en especial, por permitirme formar parte de las vuestras, ya sea en lo personal o en lo profesional, o en ambas. Sois únicos. Sois maravillosos. Sois... vosotros. Os quiero. Gracias por la promesa de que el próximo año vaya a ser todavía mejor, ni espectacular ni épico, sino asombroso, único e irrepetible. Por un 2020 que deje en nada al 2019. Y que nada, absolutamente nada, os haga caer. Y si eso por casualidad pasa, levantaos, tened la fuerza para poneros en pie una vez más, y otra y después otra y luego otra. Si es gracias a una persona especial, que no os merecéis pero que recibís en vuestra vida agradecidos infinitamente, mejor. Sed felices. 

No creo, sé que nos veremos dentro de un año. Lo estoy deseando.

Y recordad. No sobreviváis. Vivid. Vivid en 2020, en 2021, en 2022... pero vivid. Siempre.


2 comentarios:

  1. Me quedo con tu reflexión final y con la buena noticia de la mayor alegría que os ha dado el año... lisey, esa muñequita preciosa

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias, Saruski, tanto por tus palabras como por leer tamaña entrada, ¡y hasta el final! ¡Bravo!
      Muy agradecido, de verdad.
      :)

      Eliminar