jueves, 31 de octubre de 2024

Las cinco pesadillas más terroríficas de Nicolas Cage

 

Repaso al 2023: Recogiendo lo sembrado, reediciones terroríficas, el cole de Lisey y un Ignotus en casa

 

¡Y fin! Ahora sí. De verdad de la buena. Parece mentira que hayamos tardado tanto en llegar, pero, al final, lo hemos hecho. ¡Victoria! Ha costado, aunque aquí estamos. Y eso que la racha de entradas en 2023 era bastante buena, pero las últimas semanas de 2024, y digo "últimas" refiriéndome a las vividas mientras escribo estas líneas (casi a mediados del mes de octubre; bendita spooky season), están siendo... rocambolescas. Y me quedo corto. Atentos a esa palabra, porque la llevo usando bastante desde que estoy viviendo algunos de los peores y más definitorios momentos de mi vida, y se dice pronto. ¡Ah! Seguro que ahora queréis algún spoiler, ¿verdad? Pues no. Toca esperar al resumen de 2024, el cual, espero, no se postergue tanto. Aun así, pensad que el de 2022, el del año pasado, se publicó en el mes de noviembre de 2023, y eso que 2023, como vais a comprobar en las siguientes líneas, fue un año extremadamente tranquilo, un año que empezó más bien regular y terminó por todo lo alto. En el buen sentido, por supuesto.

En ese sentido, se podría decir que 2023 no ha sido un año demasiado distinto a los demás desde que realizó estos repasos anuales en el área de lo personal, una especie de epílogos, como bien sabéis los habitantes habituales y fieles de la Cueva del Extraño (os quiero un montón, de verdad que sí), a las selecciones anuales de lo mejor del año en lo referente a series, cómics, videojuegos, cine y literatura. La verdad es que a estas alturas dudo mucho que seáis muchos (si es que queda alguien) los que lleguéis hasta aquí y no os durmáis si empezáis este tipo de entradas, pero, ey, como desahogo no vienen nada mal, os lo garantizo. A lo que iba, porque 2023 no empezó muy distinto a otros años, es decir, con algún que otro bache, económico en este caso, que fue mejorando, aunque, esta vez, de manera distinta, porque la mejoría fue más rápida, más grande y llegó a niveles de pensar lo típico de "virgencita, virgencita, que me quede como estoy", porque si no el tortazo iba a ser de aúpa. Y ese tortazo lo estoy sintiendo ahora finalizando el 2024. Sin embargo, entre que dicen y tengo verificado que todo pasa por una buena razón (excepto la muerte, ¿verdad?) y que no es la primera vez que me caigo/me derriban (o lo intentan), puede que la subida de 2025 sea importante comparada con la bajada del actual año. Como dicen por ahí, el karma es sabio, y sabe exactamente cómo y cuándo actuar. Hola, karma. Tenme paciencia para el año que dentro de poco se iniciará.

Dicho todo esto, me vais a permitir que haya ciertos temas de 2023 que no comente. Temas de los que iba a hablar, a los que iba a hacer mención como hacía en cada una de estas publicaciones desde hace ya siete años (se dice pronto), pero que ahora debo guardarme para explayarme a gusto (¿o no?) durante el próximo resumen personal de 2024. Me vais a disculpar, si es que todavía queda alguien por ahí dispuesto a leer estos mamotretos, pero ni siquiera voy a dar la más mísera pista al respecto. En cuanto la dé, seguro que sospecháis de lo que estoy hablando. Es más, seguro que si hay por ahí alguien que lea estas líneas y que esté más o menos al día de mis redes sociales, ya sabe de lo que estoy hablando. Tranquilos todos. Tranquilas todas. Voy a ser bastante discreto y no contaré nada que no deba contar, al menos, hasta que llegue el momento, si es que llega, claro. Por ahora, me vais a disculpar. Os lo solicito. Os lo pido. Incluso os lo suplico. Pero aunque sea dejaros un poco atrapados en las arenas del misterio, me tenéis que permitir (y si no, os lo vuelvo a implorar) que deje ciertos temas de 2023 para el 2024, por lo que parece que este año esta publicación será más corta de lo normal. ¿O quizá no?

Como decía en líneas anteriores, el 2023 fue de regular a bien para luego ir a genial. Nada mal, ¿verdad? En todos los ámbitos, diría yo, aunque, con el tiempo dándome una perspectiva más global, quizás en el plano personal no iba todo tan bien como parecía. Y eso que 2023 fue, por ejemplo, el primer año que pasamos con Damián, nuestro perro, el artista de cine al que adoptamos a finales del año 2022, después de mucho buscar a un nuevo hijo peludete. Curiosamente, nos pasamos todo 2023 sin saber exactamente su edad, así que celebrábamos su cumpleaños el día en el que lo adaptamos (¿o nos adoptó él a nosotros? Un poco de todo, ¿verdad?), con la creación, por una parte, de que era más mayor de lo que parecía y la suposición, por otra, de que, en realidad, era bastante joven; os adelanto que ganó ésta última (la mía, ejem). Tampoco tuve mucho mérito, pues la energía que mostraba nuestro querido Damián era la de Flash, el superhéroe. Mordía, saltaba, lloraba, ladraba, volvía a morder, no paraba quieto... A mí me daba la impresión de que era por pasar de vivir en el campo, solito, buscando agua y comida continuamente, sin compañía, sin una cama, sin un techo y sin nadie que lo achuchara hasta estrujarle bien estrujado. Algo así sí que era, pero también era porque era (es) más jovencillo de lo que la otra parte pensaba. De nuevo no voy a adelantar acontecimientos. Damián, eso sí, se acabó relajando (sólo un poquito, tampoco nos pasemos) y siendo uno más de la familia, aunque eso lo fue desde el primer momento en el que posamos nuestros ojos en él. Y espero que también ocurriera al contrario. Todo indica que sí.

Pero ¿qué tal se lleva Damián con el resto de hijos peludetes de la casa? Ya sabéis, sí. Kraken, el mismo de "¡Liberad al Kraken!" (muy grande siempre Liam Neeson, sobre todo a la hora de presentar a mi gato), y Casper, el gato-fantasma amistoso. Lo cierto es que al principio era todo un show ver cómo se llevaban. Los gatos marcaron bastante el terreno, tanto que el perro sólo se acercaba a ellos para tratar de que jugasen con él, algo que conseguía de cuando en cuando persiguiéndolos por toda la casa. Poco a poco, algo fue cambiando; no las persecuciones, por supuesto. Damián empezó a ser quien ganaba terreno en el hogar familiar, hasta que han terminado respetándose mutuamente. Ni garras ni mordiscos, aunque sí algún que otro arrebato de juego agresivo de cuando en cuando. Lo gracioso es que cuando llega el otoño, y el invierno empieza a saludar tímidamente, ninguno de los tres entiende de enfrentamientos ni de rivalidades. ¡Que llega el frío! ¿Eso qué significa en casa? Que toca compartir el sofá. No pelearse por el sofá, que sería lo lógico teniendo en cuenta que no tienen problemas en jugar a eso en primavera y verano, no. Como si supieran que el calor entre ellos es la mejor manta, no tienen ningún reparo en ocupar los tres el sofá, bien pegaditos cuando las cosas se ponen heladas... ¡y a pesar de la estufa! Por supuesto, esto quiere decir que no hay sitio para nadie más en el sofá. Para nadie. Y cuando digo nadie es nadie, que os quede claro. Y las mantas también para ellos, que conste. No quieren sus camitas en el suelo, no. Sofá. Estufa. Mantas. Si es que hay que quererlos. Y mucho, os lo aseguro.

¿Y qué tal Damián con Lisey, la reina de la casa, mi alma gemela, la razón de mi existencia? Una Lisey que ha afrontado el 2023 cumpliendo tres añitos que ha aprovechado al máximo. Por ejemplo, creciendo con Damián, al que ha pasado de ignorar un poco (¿quizá pensando que era otro gato?) a ser uno de sus principales compañeros de juegos, un amigo de cuatro patas, un hermano peludete al que adora y quiere con locura. ¡Si vierais los abrazos que le da! Y los lametones que le sacude él hasta que se muere de la risa. Están para comérselos. En casa teníamos claro que le iba a sentar muy bien crecer con un perro, sin menospreciar a los gatos (en general, el pensamiento es que le iba a venir muy bien crecer con animales, y así está siendo), y así ha sido, así está siendo. Lisey y Damián son ya hermanos, y conforme crecen, más lo son. Y mientras uno ha llegado a casa, la otra sigue creciendo, y a menuda velocidad. Y eso que soy su padre y que la veo día a día, disfrutando de ella cada segundo, pero, aun así, sorprende que hace "dos días" fuera una garbancita y ahora (bueno, el ahora de 2023) sea una linda personita rubia, que corre en vez de andar, y que tiene a su propio perro al que ama con locura, con el que juega y al que incluso saca a pasear de vez en cuando. Es más, ella insiste, en su adorable cabezonería, en coger la correa y pasearlo, aunque a veces hay que avisarla de que se detenga un poquito para que Damián haga su correspondiente pipí. Y lo que no es pipí, claro.

Igual suena a cliché. Puede que parezca incluso redundante. No me enfado si me decís que no he descubierto América. Pero, sí, 2023 ha sido un año decisivo para Lisey, aunque, siendo tan peque, ¿no lo son todos? Y no me refiero sólo a todo el tema de las etapas. 2023 ha sido el año en el que más he visto evolucionar a mi hija, en todos los aspectos, sobre todo por gracias a uno muy especial: su primer año de colegio. ¡Y qué primer año! Reconozco que al principio estaba más nervioso que ella, y bastante asustado. ¿Cómo reaccionará? ¿Me echará de menos? ¿Se hará daño? ¿Le pasará algo? ¿No estará contenta? Y así en un bucle infinito que se fue disipando conforme pasaban los días y Lisey iba cada vez más contenta al colegio, cada vez se lo pasaba mejor, cada vez hacía más amigos y cada vez era más feliz incluso con sus profesoras y profesores, que la trataban de auténtico lujo, con un cariño que hace que se me reblandezca el corazón todavía hoy. ¡Qué gran colegio! Y qué decir de los otros padres, de los otros niños. Ver a mi hija trayendo sus deberes, sus evaluaciones, más orgullosas que "toas" las cosas, contentísima por poder enseñarlo todo en casa, ver sus fotos en fechas como Halloween y Navidad, ver cómo se va animando a socializar, ver cómo va aprendiendo y cómo va superando dificultades, es una sensación... única. En realidad, no existe la palabra para describirla, pero esa se le acerca bastante. ¡Y es sólo el primer curso! A saber qué más llegará. Seguro que todo bueno. Eso espero. Ante todo que mi niña, mi amor, mi todo, sea feliz. Ahí estaré para ayudarla a ello, tanto dentro como fuera del cole (porque varios de los mejores momentos del curso, y ahora estoy siendo algo egoísta, los he vivido con ella dentro de clase, en una iniciativa que el colegio dispone para que los padres puedan visitar a los alumnos y trabajar con ellos durante las horas lectivas). 

Dejando temas personales a un lado, es hora de ir a los profesionales, ¿no? Aunque 2023 no ha sido la bomba en ese sentido, se nota que se va recogiendo lo sembrado en años anteriores, y si 2022 fue bastante flojo al respecto, este 2023 ha ido mucho mejor, como si el salto después de coger impulso se estuviera produciendo ya. Yendo de menos a más, y os puedo asegurar que hay algún "más" que esperaba con muchas ganas, 2023 ha sido el año en el que he vuelto a visitar las páginas de las antologías de Diversidad Literaria, más concretamente participando en el segundo volumen de "Crónicas MicroVampíricas", dedicada, como su título bien indica, a esos seres nocturnos que se alimentan de la valiosa sangre; siempre es un placer participar en una antología de Diversidad Literaria, que van por concurso y ponen a prueba mis reflejos escritoriles al ser todas (o casi todas) de microrrelatos. También he participado en el segundo volumen de "Cuéntame un cuento", ya sabéis, la antología anual que se hace en la web cultural Chica Sombra, y cuyos relatos suelen aparecen nominados en los Premios Ignotus de los últimos años (también ha noticias sobre los Ignotus, por cierto). 2023 ha sido el año en el que se ha publicado el tomo de lujo (con su tapa dura y todo) "Ecos de Japón", una antología de Matraca Ediciones centrada en el País del Sol Naciente, un proyecto bastante ambicioso. Todo eso en lo que respecto a publicaciones conjuntas en papel, y sin contar alguna que otra sorpresita que me reservo para el resumen de 2024, y que tiene que ver con una revista de género bastante chula. Una pista: artículo va, artículo viene.

En cuanto a otras áreas de publicación y/o colaboración, en 2023 mi querido golfo Dani (Richard Manueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeel) y yo hemos seguido repasando libro a libro al de Maine en la Iniciativa Stephen King en el podcast "Los supervivientes del Indianápolis", con bastante éxito, diría yo, aunque es algo que, en realidad, dicen nuestros oyentes, o como los llamamos nosotros, los oyentes constantes (guiño, guiño). Hay que reconocer que se ha ido construyendo una agradable y fantástica comunidad alrededor de este podcast, en especial en torno a la Iniciativa Stephen King, con bromas privadas, comentarios e incluso algún que otro directo. Y no paramos, vamos. ¡Si incluso a principios del 2023 me visitó Dani en Málaga para hacer un programa en riguroso directo! Qué grandes días fueron. ¡Tienes que volver, golfo! También he podido publicar otro artículo en la web "La rueda suelta", esta vez dedicado a la película "El exorcista" y su trayectoria, en honor a su cincuenta aniversario y al estreno de una nueva entrega que, lamentablemente, no ha colmado las expectativas. Y no me olvido de "Legendaria: mitos contados e ilustrados", un increíble proyecto en el que escritores e ilustradores nos unimos para una exposición en Madrid que se centraba en leyendas e historias del folclore nacional. Ojito con "Legendaria", porque se estaba preparando algo muy especial para que alcanzara a más público... ¿A más lectores? Igual ya he dado una pista bastante clara. ¿O no? Espero tener buenas noticias pronto. Ojalá en próximos resúmenes anuales.

Toca hablar de lo malo, claro. Hay que hacer autocrítica o, al menos, señalar cuando lo que uno piensa que va a salir, al final, no sale. Tres han sido los proyectos que no han podido cristalizarse en 2023 por diversos motivos, aunque los personales han sido los principales, no os voy a engañar.