Bueno, bueno, bueno. ¡Ya estamos aquí, queridos habitantes de la Cueva! Ya hemos llegado al epílogo de los repasos anuales de este pequeño y humilde blog. Toca que os hable de cómo me ha ido el 2022, bien situado ya en un 2023 que parece una montaña rusa (ya os contaré, ya; queda prometido, pero todavía falta, ¿eh?), a todos los niveles, aunque centrándome sobre todo en lo personal y lo profesional, como es costumbre en este espacio de internet al que tanto cariño le pongo, entréis los que entréis y dejéis los comentarios que dejéis. Aquí no vamos a cerrar porque no nos deis las gracias por motivos surrealistas y extraños, y menos cuando las visitas, que siguen a muy buen nivel para lo que es la Cueva del Extraño, sigan llegando de forma regular, sin prisa, pero sin pausa. Y aunque no se disparen, es curioso como cada año la media de visitas es mayor, admitiendo que ciertas entradas y ¿acontecimientos? ayudan a que peguen saltos que me alegran bastante. ¿Para qué mentir? De eso también os hablaré en las siguientes líneas, líneas de las que no podéis esperar demasiadas sorpresas porque, y esto es ya un pequeño adelanto, 2022 no ha sido un año tan movido como los anteriores. Y casi que mejor, ¿no?
En realidad, cuando digo "casi que mejor", me refiero a lo malo, por supuesto. ¿Cómo no? Sin ir más lejos, 2022 ha sido el primer año en mucho tiempo que no comienza con una o dos noticias funestas de esas que te quitan las ganas de seguir despierto los meses restantes (mejor me quedo en la cama y que el tiempo pase cómo le dé la gana, pero sin mí, por favor). Ahí tenemos 2021, en el que despidieron a mi mujer, al amor de mi vida, con líos de por medio a causa de su finiquito y de una empresa sin vergüenza alguna que la echó por quedarse embarazada (y esperó un tiempo prudencial para que no fuese demasiado ilegal, aunque siguiera siéndolo, claro); ahí tenemos 2020, con, entre otras cosas demasiado dolorosas para recordarlas (a pesar de que no se olviden), la pandemia que puso a toda nuestra civilización en jaque, casi mate (aunque eso que se lo digan a todas las familias que perdieron a alguien a causa del maldito virus de los cojones que nos demostró que o nos andamos con cuidado o nos extinguimos antes de darnos cuenta); ahí tenemos 2019, el año de la mudanza más infernal de todas las mudanzas infernales, el año en el que dejamos nuestra casa familiar sin saber muy bien qué íbamos a hacer; y ahí tenemos 2018 y 2017 que... Bueno, yo creo que la idea ya ha quedado bastante clara, ¿no? Y si es que no, podéis visitar el resto de publicaciones al respecto, porque ahí lo cuento todo con pelos y señales. ¡Espero que disfrutéis más con mis buenos momentos que con los malos!
Visto así, 2022 ha sido un año extremadamente tranquilo, y no es que me queje al respecto, por supuesto; ni siquiera voy a añadir un "pero", porque todo lo que me ha pasado ha sido bueno, y hacía bastante tiempo que el resultado global del año no eral del 100% al respecto. Quizás ahí sí me puedo quejar un poco, porque esperaba aún más buenos acontecimientos, aunque no lo voy a decir en voz alta (o demasiado alta), porque igual el karma se lo piensa dos veces y me da una leche de las que hacen historia, así que me limitaré a darle las gracias, a esperar más del 2023 y a decir eso de "virgencita, virgencita, que me quede como estoy" en cuanto a lo malo. En 2022 ni hemos tenido despidos, ni proyectos que se hayan caído de repente, ni muertes de familiares, ni horribles mudanzas, ni... nada de nada en ese sentido. ¡Uf! Ya podemos respirar tranquilos, sí. Es verdad que económicamente no ha sido un año muy boyante, pero en casa hemos tenido pasta para pasar los distintos meses con cierta soltura e incluso darnos nuestros merecidos caprichos. Insisto: no voy a llorar. Y menos si tengo en cuenta de donde vengo, de donde venimos. Ojo, que os veo venir, valga la redundancia. ¿Estoy afirmando entre líneas que ha sido un año aburrido? Ni por asomo. Yo no soy de esos que no disfrutan de la vida si no les están pasando cosas cada dos por tres. ¡Estabilidad y tranquilidad al poder!
Como decía, olvidaos de mudanzas infernales. Seguimos en la misma casa en la que aterrizamos (afortunadamente) a mediados de 2020, y todavía nos queda contrato por delante, con posibilidad de alargarlo si no se concreta otro alquiler o lo que buscamos, una futura hipoteca con la que quedarnos y estabilizarnos de una vez por todas con respecto a la vivienda familiar. Así que un 2022 bastante tranquilo en cuanto a no dormir bajo un puente. ¡Bien, bien, bien! Con respecto a los trabajos de guerrilla, que son aquellos que no son los literarios, dirigidos a la estabilidad económica mientras la logramos con los mencionados (poco a poco, poco a poco, aunque a veces la cuesta se haga demasiado empinada), tampoco hemos tenido sustos al respecto; sí alguna que otra alegría en forma de algún que otro mes que ha ido mejor que otro, pero nada más. Es cierto que si consideramos los trabajos de corrección de manuscritos algo intermedio, ahí sí ha ido la cosa bastante mejor, y ya es decir, con mi bonita y talentosa Chica Sombra construyéndose, cada vez más, toda una red de escritoras y escritores fijos que confían en su profesionalidad y buen hacer a la hora de dejar sus textos lo más bonitos posibles. Y qué fantástico es eso, os lo aseguro. Tener a autores fijos que creen tanto en su trabajo y en lo que hacen con ella que la tienen ya en su primer opción de la lista cuando sacan nuevo libro y tienen que corregirlo. Cómo para no estar orgulloso de ella, ¿eh? Por eso y por infinitas razones más.
Uso estas palabras para pasar a la familia, a nuestra maravillosa, querida, amada y feliz familia perfecta formada por mi bonita y talentosa Wonder López, por el temible Kraken gatuno, por el gamberro Casper con esa mirada que parece salida de un cementerio de animales escrito por un novelista de terror de Maine, yo mismo y... Lisey, por supuesto. ¡Nuestra fantabulosa y genial Lisey! A la que cada segundo amamos más, por cierto. ¿Qué hacíamos sin ella? ¿Cómo podíamos levantarnos cada mañana? ¿Cómo podíamos respirar? ¿Cómo podíamos existir? Este 2022 ha cumplido dos añitos que ha celebrado por todo lo alto, aunque sólo ha sido uno de los grandes logros para ella de tal año. Por ejemplo, también ha vivido su primer día de playa completo, con bañador incluido, más allá de un paseo y de mojarse un poquito los adorables "pieses" que tiene; cada vez le gusta más el autobús; cada vez es más independiente, lista, dicharachera, inteligente, curiosa, simpática, cariñosa y, sobre todo, feliz, que es nuestro principal objetivo; le hemos enseñado todavía más sitios de Málaga, dando más paseos, disfrutando de más lugares, a veces de la mañana a la noche; y, por supuesto, ha leído más libros, ha visto más películas, ha bailado más canciones, ha compartido más carcajadas con nosotros y nos ha dado más y más besos. ¡Qué cariñosa es, la jodía! Y cómo pasa el tiempo, a pesar de que admito que no está volando tanto con ella como dicen otros padres, como si cada instante relacionado con ella se nos quedara bien grabado en el cerebro, como si, en realidad, ese tiempo que debería volar se detuviera cada vez que estamos juntos. Nuestra otra alma gemela. Lo es todo, así que la todemos. Infinito por infinito.
¿Y qué más puedo contaros en lo relacionado con temas familiares? Hay algo más, sí. Una gran novedad que ha tenido lugar durante 2022. Y es que ha llegado a la familia, para terminar de completarla, nada más y nada menos que... ¡Damián, el artista de cine! Un perrete, sí, nada más y nada menos. Hacía ya tiempo que teníamos ganas de incluir un perro entre nosotros, tanto por lo que nos gustan los animales como por todo el tiempo que hacía desde nuestros últimos perros, sin contar con que nunca habíamos tenido un perro en común. Además, pensamos que a Lisey el vendría muy bien criarse con un perro, incluso teniendo a Kraken y a Casper, con quienes se lleva muy bien, pero con los que no puede jugar de la misma forma que con un pedulete ladrador. Estuvimos pensando en ir a algún refugio a adoptar, pero antes intentamos buscar por diferentes anuncios en los que la gente regala perros; quizás ese al que ya no pueden cuidar, los cachorros que no les caben en casa o ese otro del que ya no quieren encargarse, y antes de que lo abandonen, mejor darle una casa donde crecer y una familiar que lo cuide. Buscamos durante mucho tiempo, no siempre de forma continuada, eso es verdad, aunque sí con mucho interés cuando "tocaba" hacerlo, siempre llevándonos una decepción con gente que acababa por no responder a los mensajes de repente o que, directamente, ni siquiera contestaba a un simple saludo. Si no estás interesado en hablar con gente que quiere adoptar al amiguete peludo al que quieres regalar, ¿por qué pones un anuncio? ¿Por qué dices que lo regalas? Nunca lo entenderemos, la verdad.
Como suele pasar en situaciones así, justo cuando uno deja de buscar es cuando encuentra. Y así pasó, y casi de la nada mi bonita contactó con una señora que se había encontrado a un simpático perrete en una zona campestre cercana a su casa, peludete que llevaba unas dos semanas caminando de un lado a otro, sin dueño, solito y sin nadie que lo cuidara y lo quisiera. Dicho y hecho, era para nosotros. Y, efectivamente, en este caso sí encontramos a una persona seria, honrada y que buscaba un verdadero hogar para el animalito, por lo que en apenas unos días ya teníamos a Damián en casa. Guapo, simpático, cariñoso, con personalidad y más bueno que el pan. ¡El perrete perfecto para nosotros! Y aunque en ciertos aspectos le ha costado acostumbrarse a su nuevo hogar (es de todos sabido lo nerviosos que se ponen algunos animales abandonados al encontrarse de nuevo entre cuatro paredes, y por cómo se lleva con los gatos y con Lisey da la sensación de que fue abandonado por una familia; allí dónde estéis, podéis iros a la mierda por abandonar a tan buen perro, panda de asquerosos, sin acritud, eso sí), es uno más incluso antes de llegar. ¡Y qué bien le está sentando a Lisey criarse con él! O más o menos, porque ni siquiera sabemos su edad, aunque si tenemos que averiguarla por sus energías diríamos que es jovencito, muy jovencito. Lisey siempre se ha llevado muy bien con Kraken y Casper, pero no es lo mismo jugar, abrazar, estrujar y achuchar con ganas a un perrete que a un gato, por más bueno que éste sea. Lisey y Damián parecen hermanos de siempre. ¡Cómo se quieren! Una abraza y besuquea al otro y el otro le devuelve los besos, a base de lametones, y juega con ella hasta que acaban rendidos. Qué relación más bonita. ¡Bienvenido a tu verdadero hogar, Damián! Gracias por darnos otro buen extra de felicidad. ¡Y deja que algún peluche te dure más de una semana! Madre mía, qué manera de asesinarlos.
¿Y qué tal el trabajo? Porque a nivel personal la familia se ha ampliado, claro, y todo parece ir a las mil maravillas, pero ¿y el trabajo? ¿Cómo ha sido 2022 en lo literario? No os voy a engañar: bien y mal. Mal porque, básicamente, ha sido un año en el que no he publicado absolutamente nada en solitario, y eso no me pasaba desde el reciente 2020, aunque... no cuenta. ¿Por qué? Bueno, fue el año de cierta terrible pandemia que paralizó el mundo al completo, así que no cuenta, en realidad. ¿Entonces? Pues parece que desde 2012, desde la salida de "Actos de Venganza", mi primer libro (luego le dedicaré unas líneas al respecto, porque hemos estado de aniversario gracias a mi querida antología de terror y suspense), no ha habido ningún año en el que no haya publicado, por lo que considerado una zancadilla la que me ha puesto 2022, si es que se puede llamar así. Sí que he tenido alguna que otra alegría literaria, pero no en ese sentido. He mandado manuscritos, he preparado otros y estoy a la espera de un par que tienen que salir, que bien podrían haber salido en 2022, pero al final... nada de nada. Da la sensación de que, en realidad, ha sido un año de esos que tenían que llegar tarde o temprano, un período de plantación, por así decirlo, de calma, de preparar proyectos que luego germinarán de golpe, incluyendo varias reediciones, por ejemplo. Espero que 2023 sea el año en el que, al menos, unos pocos de esos proyectos se materialicen, porque sería un palo bastante grande acabar el 2023 de igual forma, a pesar de que no ha sido un año del todo perdido, insisto.
Ha sido un año de antologías, por supuesto; esas nunca faltan. He participado en dos nuevas recopilaciones de Diversidad Literaria, ambas con convocatorias de por medio y ambas de microrrelatos, lo cual me hace sentir muy orgulloso, pues es un formato que no manejo del todo bien, con el que me siento muy encorsetado, y eso hace que me sienta como un doble ganador al haberme logrado colar en ambas. También he participado en una antología que ha ido directa a Amazon y en otra de Matraca Ediciones, siendo éstas ya clásicas en mis recuentos anuales sobre mis trabajos literarios. Sin embargo, y que no se me enfaden los libros anteriormente mencionados, diría que mi mejor colaboración de 2022 reside en el volumen "¡Matad a esos p#tos nazis!", coordinada por el autor Enrique Dueñas (Fantasías fugaces), quien me invitó a formar parte del proyecto dándome una doble alegría, por trabajar con él y el tipo de volumen y que la editorial interesada en publicarla fuera Apache Libros, con la que he trabajado varias veces, por ejemplo, sacando "El Guardián del Miedo", una de mis obras en solitario, tercera antología, en concreto. Esta selección de relatos, centrada en el contexto de la Segunda Guerra Mundial y el género fantástico (como si se mezclaran "Malditos Bastardos" con cintas de terror y fantasía, algo en la línea de "Overlord" y "El laberinto del fauno"), me ha dado muchas alegrías, y una, especialmente, no puedo contarla hasta el resumen del 2023, así que vais a tener que esperar un poquito. Ojo, que es una alegría relacionada con el siguiente párrafo, por lo que igual os cuelo un spoiler... ¿o no?
El tema de los galardones y nominaciones en 2022 ha sido... curioso. Curioso, complicado y algo polémico. Y sí, toca hablar de los premios Ignotus, porque ha sido un año en el que he salido nominado por el artículo "El universo en "F" del genio de Maine", unas páginas escritas junto a mi amigo, colega y compañero de letras David P. Yuste (No matarás), y publicadas en la estupenda revista digital "Círculo de Lovecraft", que suele dedicar cada uno de sus números a un escritor distinto dentro de los géneros del terror y la fantasía, invitándome a formar parte del especial protagonizado por Stephen King (Mr. Mercedes, Billy Summers), esta vez con un artículo dedicado al feminismo en la literatura del autor. Ya adelantó que, un año más, no me llevé un Ignotus, aunque hubiera molado mucho haberlo hecho por este trabajo y junto al amigo David, pero no pudo ser ya que se lo llevó un artículo de la web conocida como la Nave Invisible, uno de los tres que había nominados en la categoría de artículo relacionados con la mencionada web. ¿No os habéis fijado en que todos los años suelo hacer un seguimiento bastante minucioso sobre los Ignotus salvo este 2022? ¿Por qué? ¿Por enfado, tristeza o algo similar? En realidad, ha sido más por dejadez, dejadez al observar la nueva polémica alrededor de estos premios anuales que otorga el público mediante el voto popular que tanto gusta cuando conviene y tan poco gusta cuando conviene menos, ¿eh? Dejadez y decepción al ver la criba que nos hemos llevado muchos con varias obras (y, repito, yo he salido bien parado, porque acabé nominado una vez más) en los Ignotus de 2022 al implantar la directiva una especie de nueva norma para acabar con el llamado voto organizado. No me preguntéis qué significa eso en unos premios donde cualquiera puede votar (y no lo digo en coña; es que no sé qué significa exactamente) y en los que los resultados son muy, muy similares a los de años anteriores: una editorial que ocupa cuatro títulos en una categoría con cinco y cinco en una categoría con seis, una web que lleva ganados varios Ignotus seguidos desde hace cuatro o cinco años, revistas que llevan el mismo camino, autoras que hacen doblete, etc, etc. ¿Evitar el voto organizado? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿De verdad? En fin, tampoco voy a comentar mucho más, entre otras razones porque sirve de bastante poco y porque tiene muy poco sentido, aunque me parece curioso que se hayan dado tantas prisas en arreglar el gravísimo problema del voto organizado (o no) y no le metan mano a eso de que una misma obra pueda ganar Ignotus todos los años seguidos que quiera, cuando hay convocatorias y galardones que eso lo resuelven desde la primera gala. Mejor no teorizar al respecto, y menos yo, porque, repito, quedé finalista. Otros se quedaron por el camino. Una verdadera pena.
Pero vayamos ahora a proyectos más dulces que agrios, más concretamente a uno que me ha absorbido durante buena parte del 2022, casi desde su inicio y prácticamente por casualidad ¿o por destino? Creo que más bien lo segundo, si tenemos en cuenta cómo se han sucedido los acontecimientos desde entonces. Veréis, en Twitter (ahora X, por obra y gracia del dios Musk de lo cual hablaré también más adelante; tranquilos, que todavía hay muchos temas que abordar sobre el 2022) se iba labrando poco a poco una amistad que se transformaría en algo más. Yo descubrí un podcast llamado "Los supervivientes del Indianápolis", en honor a "Tiburón", como sabéis todos los que sois fans de la obra maestra de Steven Spielberg (Jurassic Park, Munich), un podcast que hablaba de cine y literatura, muy entretenido y que más que escucharse se bebía, gracias al usuario que lo llevaba, un tal Caos y Pandemónium (menudo nick más apocalíptico, ¿eh?), en realidad, Daniel Robles Montiel, aunque no lo pronunciéis en voz alta, que igual se enfada y me manda a cierto escualo para consumar su venganza por revelar su identidad secreta. Poco a poco, empezamos a comentarnos el uno en las publicaciones del otro, averiguando que era muy fan de cierto rey de Maine y que, oh sorpresa, incluso había adquirido los dos volúmenes de "Las pesadillas de Stephen King", mis ensayos sobre el novelista. ¡Y le habían gustado! ¿Qué más se puede pedir? Nada más, cierto, pero lo obtuve, y fue muchísimo más de lo esperado, y de lo que merecía, admito.
Un buen día, abrí un privado de Twitter (ya no es Twitter, ¡alerta de spoiler!). Era de Dani. Me proponía un proyecto tan osado y ambicioso como único. Se llamaría Iniciativa Stephen King, y su principal objetivo sería el de traspasar lo llevado a cabo en mis dos ensayos sobre el maestro del terror a la arena de los podcasts, es decir, realizar varios programas en los que analizáramos los libros del autor de forma minuciosa, sin dejarnos absolutamente nada, lo que incluía adaptaciones cinematográfica, televisivas y otro tipo de obras más extrañas, también, por supuesto, guiones, antologías y novelas cortas. ¡Sería analizar TODO Stephen King! Programa a programa. A programa por título, a título por programa. Eso nos daría, además, más espacio para explayarnos, un espacio que no tenía yo en mis libros, claro. ¿Os imagináis? ¡Tendría todavía sin terminar siquiera el primero! No me llevó mucho tiempo pensar en la propuesta de Caos y Pandemónium: fue un "sí" como una casa de grande. Y ese ha sido mi proyecto más grande del 2022, repasar toda la obra de King de principio a fin, programa a programa. Aunque nos va a llevar mucho tiempo, está siendo una tarea fantástica, maravillosa y que ha logrado que lo que empezó como una colaboración se transforme en una profunda amistad entre Dani y yo. ¿Qué digo amistad? ¡Hermandad! Hermanos separados al nacer, prácticamente. ¡Si hasta tenemos nuestros propio podcast no oficial! Audios de minutos y minutos en WhatsApp hablando de libros, discos, pelis, series... De lo que mola, en pocas palabras. Así que la alegría con la Iniciativa Stephen King ha sido múltiple. Por el proyecto en sí, por releer al Rey, por la satisfacción de tener ya incluso oyentes constantes (homenaje a los lectores constantes de nuestro querido Steve) que nos siguen religiosamente para dejarnos de cuando en cuando comentarios que nos hinchan de orgullo y nos acarician el corazón y el alma, por llevar a cabo algo que nunca se ha hecho antes (reconozcamos que en el mundo del podcast a King se le ha tratado mediante especiales y poco más, no de una manera tan detallada y constante) y por la gran amistad que se ha formado entre nosotros. Es cierto que este proyectazo también ha dado a conocer más mi trabajo, y no me refiero sólo a los ensayos sobre King, sino también a mis novelas y antologías, que algunos de los oyentes constantes han ido adquiriendo conforme más y más programas hacíamos, pero no deja de ser un extra. El verdadero premio es hablar de lo que nos gusta, con la pasión y la ilusión con las que lo hacemos, juntos, teniendo la enorme conexión y complicidad que tenemos. ¿Cómo voy a decir que 2022 ha sido un fracaso en lo literario teniendo la Iniciativa Stephen King y a Dani en ella? Imposible. Ya hemos presentado al propio Stephen King y hemos hablado de "Carrie", "El misterio de Salem´s Lot", "El resplandor", Rabia", "Apocalipsis"... ¡Y lo que nos queda! Igual tendría que hacer una publicación especial para darle un poco más de promoción por aquí, ¿no?
¿Y de qué más podría hablaros después de apabullaros con todo lo relacionado con "Los supervivientes del Indianápolis" y la Iniciativa Stephen King? Y, ojo, que no es la única forma en la que colaboro con mi querido Dani, porque también hacemos de vez en cuando algún que otro programa especial de terror (usando como excusa "Pesadilla en Elm Street", por ejemplo), algún otro dedicado a series que de repente nos han impactado enormemente (la primera temporada de la magnífica "La Casa del Dragón", también por ejemplo) e incluso nos hemos atrevido también con la Iniciativa Padre de familia, dedicada a esa grandiosa y tronchante serie que es "Padre de familia", por supuesto, otro título hacia el que ambos profesamos gran amor. Y sí, también estamos haciendo como con King.. ¡Analizar la serie capítulo a capítulo! Y ya llevamos la primera temporada, que se dice pronto. Cierto es que ver cada episodio, cuyo metraje no conlleva más de veinte minutos, va más rápido que ponerse a releer una obra de Stephen King, pero teniendo en cuenta la ingente cantidad de capítulos que tiene ya la serie uno se pregunta... ¿Qué iniciativa acabará antes? Ojalá ninguna, os lo digo en serio. Y tiene gracia que conociera a Dani a través de Twitter, porque pensaba dedicarle un buen párrafo a esta ¿red social?, sobre todo por su compra por el millonario Elon Musk durante este 2022, pero creo que me esperaré a la publicación dedicada al 2023, que tendrá más miga y más sentido, teniendo en cuenta la deriva de la plataforma e incluso su cambio de nombre, además de alguna que otra sorpresa que os guardo. ¡Estad atentos! Aquí hay tema. Tanto que más de una vez he pensado en escribir una entrada al respecto. Quizá si me quedo corto en el resumen de 2023 me atreva a ello. ¿Qué decís?
Lo que tengáis que comentar vais a tener que hacerlo en la casilla de, valga la redundancia, comentarios, porque esto se acaba aquí. A algunos seguro que os ha parecido una entrada bastante extensa, pero estoy seguro de que los habituales os llevarán la contraria, porque se habrán comido (o eso espero, aunque haya sido de vez en cuando), a estas alturas, algún que otro repaso personal y anual todavía más largo, y me quedo corto. Sin embargo, como os decía en las primeras líneas de esta publicación, no había demasiado que contar. Y, a pesar de eso, he tenido la sensación de que ha sido un 2022 que se ha pasado volando y... ¿Cómo? ¿Que me he dejado el repaso de cómo le ha ido a la Cueva del Extraño durante 2022? Puede ser, aunque también es cierto que algo he comentado en las anteriores entradas dedicadas a series, películas, videojuegos, cómics y libros. Ha ido... bien. No bastante bien, porque aún queda para recuperar el ritmazo de anteriores épocas, pero sí he conseguido superar el número de visitas y publicaciones que tuve en 2021, así que ha sido un pequeño logro para este todavía más pequeño y humilde rinconcito de internet que aún unos pocos gatos seguís visitando, y no sabéis cuánto os lo agradezco, la verdad. Las previsiones al respecto para 2023 no son muy buenas, no os voy a engañar; no en visitas, donde estamos mejor que nunca (es irónico, lo sé), pero sí en número de textos redactados durante el año. ¿Será 2024 el año en el que al fin nos pongamos al día? Ojalá, ojalá, habitantes de la Cueva. Ojalá. Y lo digo en serio. Mientras tanto, ¿qué más os puedo decir? Que estoy muy agradecido de continuar escribiendo en este espacio, que haya gente que lo lee, que haya personas que lo comentan y que, al fin y al cabo, continúan interesante mis paridos en un medio como este blog, al fin y al cabo, tan irrelevante, diminuto e insignificante en un mundo en el que se crean plataformas y redes sociales punteras y de moda a cada minuto. Así que infinitas gracias. Una y otra y otra y otra vez. Todas las necesarias. ¡Gracias!
Nos vemos dentro de un año. Quizá menos. Tal y como vuela el tiempo, ¿quién sabe ya cuándo, en realidad?
Eso sí, mientras eso ocurre, pensad en que sólo vivimos una vez, en que hay que disfrutar de cada segundo que estamos aquí. No os centréis en lo negativo, sino en lo positivo. Hay que pararse a oler las rosas, hay que quedarse con lo bueno, hay que levantarse cuando nos caemos, porque el tiempo, de verdad de la buena, vuela. Centraos en lo que importa, por favor. Y sed felices. Eso siempre, habitantes de la Cueva.
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