Que soy un fanático de los cómics, del mundo de las viñetas, es tan evidente como que el agua moja. Empecé con clásicos comiqueros españoles como "Mortadelo y Filemón", cuando contaba con apenas seis años de edad, pero no fue hasta que tuve ocho cuando de verdad comencé a conocer la fiebre del coleccionista, aunque todavía de forma bastante leve. A pesar de que fue entonces cuando me regalaron mis primeros cómics de Spiderman, resulta que fue "Dragon Ball", por entonces "Bola de Dragón", la serie que me hacía ir continuamente a mi papelería de confianza para adquirir cada nuevo número. Era en su primera edición en España, la blanca, en grapa y en formato "normal" de lectura, no en japonés, una perfecta iniciación al manga para cualquiera que ni siquiera supiera en aquel momento qué era aquello tan "moderno". Mientras coleccionaba número tras número de las aventuras de Son Goku y compañía, al mismo tiempo que el guerrero del espacio crecía e incluso se convertía en abuelo (repleto de músculos y con una salud envidiable, pero abuelo, al fin y al cabo), poco a poco yo también crecía y añadía más personajes a mi colección comiquera, siendo Batman otro de los elegidos, a la vez que aumentaba mi colección de Spiderman, conociendo a Veneno y a Punisher en el proceso, dos de mis personajes comiqueros favoritos de todos los tiempos. No podía ser de otra forma, pues ellos me "criaron".
Por entonces, el cine de superhéroes (o de cómic) ya era uno de mis favoritos, aunque, por supuesto, no teníamos en aquellos años la oferta que hoy ocupa nuestras carteleras. Hablo ya de los 90, cuando ni Marvel ni DC dominaban la taquilla (bueno, ésta más o menos gracias a Batman), pero, en cambio, sí lo hacían las propuestas cinematográficas de editoriales independientes, algo inaudito para nuestra actual época. Precisamente, fue un héroe (antihéroe, más bien) el que ayudó a mis ansias de coleccionista de cómics a evolucionar, justo poco antes de que se estrenase su película en 1997, un año antes de que Marvel diera un puñetazo en la mesa con la notable "Blade", iniciándose así todo un camino de éxitos que todavía hoy continúa. Hablo, por supuesto, de Spawn", el héroe/antihéroe oscuro creado por Todd McFarlane (Hulk, Haunt), ese soldado de la CIA que vuelve del mismísimo Infierno tras haber hecho un trato con un demonio para volver a ver a su mujer tras ser asesinado por aquellos en quienes confiaba. Meses antes de que llegase "Spawn" a los cines españoles, comencé a coleccionar su serie regular, recuperando números antiguos y haciéndome con los más nuevos, ojo, con la serie más que comenzada, pues me compraba los que encontraba en el kiosco y en las papelerías. Poco a poco fui coleccionando "Spawn" más en orden, así como todo lo que llegaba del personaje, pasando incluso a pedir por correo los números atrasados y descubrir la existencia de las librerías especializadas. "Spawn" se convirtió así, junto a la mencionada "Bola de Dragón" en mi primera serie de cómics que coleccioné religiosamente, en este caso, además, gracias a su adaptación fílmica. Para que luego digan que las cintas basadas en cómics no sirven para crear nuevos lectores.
Cuando pocos años después se estrenó "X-Men", allá por el año 2000, tras el exitazo que supuso la ya mencionada "Blade" para Marvel, yo ya compraba cómics de la Casa de las Ideas más allá de los de Spiderman, Veneno y Punisher. Intentaba, como con el personaje de Spawn, llevar cierta continuidad, pero a veces se hace bastante complicado con colecciones que tienen a sus espaldas cientos y cientos de números. Eso, en ocasiones, se resuelve con nuevos números uno, que más o menos suponen un punto y aparte (falseado, claro) o con mis queridos coleccionables, ya sean de kiosco o no, aunque esta clase de publicaciones tienen que ver más con la idea de recopilar, de forma rápida y a precios muy ajustados, largas etapas para quienes se aproximan a los cómics casi por primera vez, alentados por los estrenos de turno. Y algo así me ocurrió con "La Patrulla-X", el primer coleccionable comiquero de kiosco que se hizo popular, siendo hoy todo un clásico, que recopilaba gran parte de los mejores cómics de los X-Men, es decir, todos los de la Segunda Génesis, con la entrada de Chris Claremont (Los Defensores, Iron Fist) en la franquicia, por la parte grande y causando toda una revolución tanto en la colección como en el mundo de las viñetas, en especial en Marvel. Allá iba yo cada dos por tres a comprarme un coleccionable al que acabé suscrito para no perderme ni un solo número, zambulléndome a lo bestia en el mundo de los mutantes de la Casa de las Ideas. Aprovechando el estreno de las dos siguientes secuelas de "X-Men" se lanzaron otros coleccionables, pero no los llegué a acabar del todo y no tuvieron el mismo encanto ni el mismo éxito que el primero. Por mi parte, había dado con la gallina de los huevos de oro, porque, al fin, sabía por dónde empezar a coleccionar Marvel de manera ordenada. Con DC admito que siempre me ha sido más difícil, al menos en aquella época, hace veintitrés años (que se dice pronto), pues ha sido una editorial que ha tenido demasiados vaivenes editoriales en nuestro país, incluso ahora que el tema es más estable.
El experimento del coleccionable funcionó tan, tan bien que pronto, cuando se estrenó "Spider-Man", nos llegó uno dedicado al personaje, con material menos imprescindible que el de la Patrulla-X, pero igual de glorioso; por supuesto, me hice con él al completo. También repetí con el de Daredevil, en 2003, mucho más corto y con toda la etapa de Frank Miller (Batman: Año uno, 300) recopilada, lo que lo convirtió en una auténtica joya esencial para todo fan de Marvel, en concreto, y de las buenas lecturas, en general. El de Hulk, de ese mismo año, reconozco que no me lo hice entero, aunque algunos números sí que me compré. Sí completé los de Punisher y los Cuatro Fantásticos, así como el segundo de Spiderman, mucho más noventero y con Todd McFarlane y Erik Larsen (Savage Dragon, Ant) como principales alicientes. El formato tuvo tanto éxito que desde entonces eso de los coleccionables de kiosco (y los que no son tanto de kiosco) se ha popularizado tanto que es imposible encontrar un solo año desde aquellos primeros títulos en el que no tengamos al menos un par de coleccionables que se pasean por los kioscos, librerías y librerías especializadas, además, de todo tipo, con todo tipo de material. ¡Si hasta "Sin City", la obra underground de Frank Miller, tuvo un coleccionable cuando su película se estrenó en 2005! Sin ir más lejos, mientras escribo estas líneas, sigo varios coleccionables de kiosco, de tapa dura y organizados por editoriales como Salvat, gracias a las cuales se sigue recuperando mucho material a precios ajustados en ediciones bastante buenos, dando lugar a volúmenes tan indicados para los más novatos y para los veteranos que buscamos completar rápidamente ciertas etapas sin gastarnos auténticas fortunas.
¿Qué tiene que ver todo este rollo con mi carrera literaria? Bueno, si atendéis al título de esta entrada, seguro que os podéis hacer una ligera idea, pero no es muy distinto al rollo que os doy a la hora de hablar de mis inicios literarios, cómo empecé a escribir profesionalmente y qué me hizo amar el terror, como lector y como escritor. Tranquilos, porque nos acercamos al quid de la cuestión. Me voy al año 2003, ya mencionado por ahí, el año en el que cada vez más cómics (actualmente en mi casa rondan más de 10.000, y la cifra sigue subiendo sin parar) ocupaban las estanterías de mi casa y se estrenaban en el cine filmes como "Daredevil" y "Hulk", películas que, por cierto, ayudarían, y bastante, a cimentar el actual cine de superhéroes (o de personajes de cómic). 2003 era un año en el que internet era cada vez más habitual en cualquier hogar, aunque, evidentemente, ni tenía el alcance de ahora ni todas las características, programas y redes con las que contamos en la actualidad. ¡Si es que hablo de hace veinte años! Los tiempos en los que ciertas webs tardaban en arrancar. ¡Una época sin Facebook ni Twitter! Sí, historia antigua si es que nacisteis por aquellas fechas. Eran tiempos de foros, los padres (¿o abuelos?) de las actuales redes sociales, lugares donde dejabas tus mensajes, sin límites de caracteres, en una especie de muro donde lo podía leer cualquiera que entrase, en formatos prehistóricos para los estándares de ahora. Precisamente, mi web predilecta, repleta de foros dedicados a cine, literatura, series y cómics, era Dreamers, bastante desfasada desde hace años, pero que me proporcionó un buen montón de grandes amigos (y alguna que otra decepción doctorada) con los que hoy sigo en contacto y, sí, es raro dar con gente con la que te sigues llevando bien después de veinte años. Uno de esos foros estaba dedicado al personaje de Venom (Veneno), ya sabéis, la bestia parda de Spiderman, hoy tan famosa y popular por su nueva y brutal colección y sus entretenidas películas. Fue en ese foro donde se me ofreció escribir sobre él. ¿El qué? Un fan-fiction.
Aunque en este blog he hablado bastante de los fan-fictions, hace ya bastante tiempo de eso, así que no pasa nada si me detengo un segundo a explicar qué es esta forma de encarar ciertas historias que se puso de moda hace tiempo, pero que hoy es raro ver más allá de blogs y webs como Wattpad. Un fan-fiction, o fanfic, es una historia creada por fans sobre personajes y situaciones ya creados previamente y bastante populares. Por poner un ejemplo rápido, un fan-fiction (y tenemos en vuestra cueva favorita incluso una sección dedicada a ellos) sería que yo escribiera una novela sobre "Resident Evil" o un relato con Batman de protagonista. Evidentemente, hablamos de narraciones muy complicadas de vender al gran público, y estoy siendo amable, por el tema de los derechos, así que se suelen quedar en historias gratuitas. Y así empecé yo a escribir profesionalmente, más allá de mi máquina de escribir, de mi entorno familiar y de convocatorias de relatos en las que participé cuando sólo era un crío: en una página web dedicada a Veneno, en la que se publicaban fan-fictions del personaje. La experiencia fue tan didáctica como divertida, divertida porque me lo pasé bomba creando mis propios "cómics" del personaje, incluso con su propia continuidad y planes de futuro, y didáctica porque aprendí muchísimo sobre el arte de escribir que ahora uso en mis novelas, antologías, relatos y ensayos. La aventura no es que durase demasiado, pero me llevó a una todavía mayor en la que aprendí todavía más, hasta el punto de que la abandoné cuando ya escribía profesionalmente de verdad, llegando a estar relacionado el cómic que hoy os traigo con ella. Hablo ahora de Action Tales.
No me extenderé mucho sobre Action Tales, más allá de lo necesario e imprescindible para comprender la creación de Dark, el personaje protagonista del cómic de la presente publicación, porque tampoco quiero hacer leña del árbol caído, o más bien no quiero hacer leña de un proyecto que fue degenerando por culpa de su propio creador por miles de motivos. Además, con lo que le gusta hacerse la víctima, lo último que faltaba es que se le dieran más razones o razones para que se las invente. Action Tales era una web dedicada en exclusiva a todo tipo de fan-fictions, donde me pasé años escribiendo multitud de series dedicados a todo tipo de personajes y obras; desde Spiderman hasta "Silent Hill", pasando por Spawn, Punisher, los Vengadores, Caballero Luna... ¡Y las que se quedaron por el camino! Incluso llegué a ser editor de la Encrucijada, la línea donde se publican todos aquellos proyectos no relacionados con Marvel y DC. Ojo, y muchas de esas historias iban con portadas hechas en exclusiva para ellas. ¡Una auténtica gozada! Creo recordar que dejé la web en 2013, cuando su editor empezó a hacer cosas cada vez más raras en su búsqueda del "culo veo, culo quiero" definitivo. Y es que fue un tanto absurdo ver cómo no le dio por tratar de escribir profesionalmente hasta que comprobó que a mí me iba bien, siguiendo por cada convocatoria a la que me presentaba, por cada editorial a la que mandaba algo y con la que publicaba. No fue su única manera de comportarse tóxicamente, pero todo sumó, incluyendo que cada vez estaba la web más parada, después de prácticamente diez años; de los habituales, pocos escribíamos y publicábamos ya, y a veces tenía la sensación de que sólo nos leíamos entre nosotros, así que me despedí, no con rencor, sino con mucho cariño por todo lo que Action Tales me había dado, o por todo lo que habíamos compartido la web y yo, como una relación de simbiosis.
Yo empecé a participar en convocatorias profesionales en 2009. Publiqué mi primer relato en 2010, en una antología de terror en papel. En 2012 publiqué mi primer libro en solitario. En 2013 publiqué mi primera novela y me fui de Action Tales. Pero, ojo, en 2012, a finales de 2012, nació Dlorean Ediciones, y con ella nos vamos acercando a Dark. Tampoco es que vaya a hablar demasiado de Dlorean, lo admito, porque tampoco quiero hacer leña del árbol caído con un proyecto en el que sus principales integrantes se creían Jack Kirby (Los Cuatro Fantásticos, Los Vengadores) y Stan Lee (Daredevil, Pantera Negra), realizando más proyectos en sus cabezas que firmes y sólidos en la vida real; y así les fue. Sin ir más lejos, su principal editor, Pako (no recuerdo el apellido, la verdad) iba presumiendo que no leía a escritores españoles... pero se iba a lanzar al ruedo para publicar a autores españoles publicando una ridiculez llamada neo-pulp. Si suena surrealista es porque lo es. Fijaos si lo era, que una de las primeras novelas que iban a sacar era una mía, de un oscuro héroe urbano muy en la línea de la Sombra: Night Spider. Si buscáis por internet no os costará encontrar la nota de prensa con los primeros títulos de Dlorean Ediciones, siendo uno de ellos "El mal que hacen los hombres", novela protagonizada por Night Spider, y cuyo contrato no firmé en el último momento por numerosos motivos, siendo los principales lo cutre que estaba redactado y las formas de un editor dedicado más a entrar en polémicas y a dibujar mal que a editar libros y venderlos. ¿Qué habrá sido de él? Imagino que estará nadando en millones gracias a un proyecto que cerró sin avisar, sin darle un final digno y oficial. Dlorean Ediciones y Pako se fueron por la puerta de atrás. No lloremos por ellos. No se merecían más.
Sin embargo, durante mi breve estancia en Dlorean Ediciones participé en una antología dedicada nada más y nada menos que a Action Tales, con el título de la web bien en grande en la portada del libro. No era para menos, pues fue una obra formada por numerosos integrantes de la web y coordinada por su editor al que, por cierto, se le pretendía dar todas las ganancias del volumen, sin repartirlas entre los distintos autores. Dejando tiritos aparte, el objetivo del proyecto era que cada escritor hiciera algo parecido a lo que ya se hacía en la web, aunque, claro, eso con personajes bajo derechos de autor no era demasiado fácil. ¿Solución? Que cada uno creara a su propio personaje/superhéroe. En mi caso lo tuve bastante claro después de darle un par de vueltas: The Dark. Una mezcla entre el vigilante justiciero la Sombra, muy violento y que combate a los criminales y mafiosos con una mezcla de armamento y poderes psíquicos, y Batman, además de añadirle al coctel mucho terror y ambientes y criaturas próximas a los horrores cósmicos de H. P. Lovecraft (La bestia en la cueva, El extraño). No tengo que jurar lo bien que me lo pasé escribiéndolo, ¿verdad? Lo curioso es que el relato tuvo bastante éxito, lo cual fue toda una sorpresa para mí. Recibió muy buenas críticas y me mandaron no pocos mensajes hablándome de él. ¡Y eso que la antología no llegó demasiado lejos! El libro se publicó en 2013, pero no fue hasta 2018 que regresó oficialmente Dark, por todo lo alto y dispuesto a comerse el mundo, un año antes del cómic que nos ocupa.
Aunque "Casa de Sombras", la novela de bolsillo (que no bolsilibro) que publiqué con Applehead Team Creaciones, viejos y queridos conocidos de este blog, para inaugurar la colección Temblores, fue escrita para otra editorial, tres años antes de su publicación con los exmanzanitos, fueron estos quienes lanzaron la versión final de lo que era un capricho mío, muy personal por dos vías; la primera, las ganas que tenía de sacar una novela corta; y la segunda, mi intención de publicar un cómic novelado, al estilo de esas adaptaciones de cómics como la que nos llegó de "Civil War", gracias a Panini Cómics, o a esas que tan de moda estuvieron a principios del presente siglo, cuando Marvel empezó a ocupar las pantallas de todo el mundo antes de Marvel Studios, novelas que estaban basadas realmente en los guiones previos a las cintas que finalmente veíamos en los cines. "Casa de Sombras" cumplió ambos objetivos, suponiendo una nueva y oscura aventura de Dark, mucho más ambiciosa que el primer relato. Pese a que no tuvo el recibimiento de otras de mis obras como "Tormenta Sangrienta" o "El que se esconde", algo natural siendo una novela corta, sí que funcionó lo suficiente como para pensar en una segunda parte (¿"Ciudad de Sombras?"). Sin embargo, antes vendría un proyecto muy, muy especial, el paso lógico entre el relato "La oscuridad que devora" y el cómic novelada que es "Casa de Sombras". ¿Cuál era? Un cómic, evidentemente. Después de todo, ¿las raíces de Dark no eran esas? El mundo de las viñetas. Y un compañero de trabajo lo iba a hacer realidad.
"Darkgate: La oscuridad que devora" no habría acabado siendo mi primer (y espero que no último) cómic (de verdad, qué tremenda ilusión me hace leer estas líneas, aunque las escriba yo mismo) sin el esencial trabajo de José Raúl Orte Crespo, currante y talentoso dibujante al que, precisamente, conocí realizando portadas de libros de compañeros de letras. Desde que establecimos contacto intentamos hacer algo juntos, surgiendo la oportunidad cuando le presenté la idea de The Dark, pasándole el relato publicado en la antología de Action Tales. Sería esa historia la que se adaptaría al formato cómic, de ahí que tengan cómic y relato el mismo título, ampliando el material original en ciertos puntos y, sobre todo, expandiendo el universo Darkgate, como empezó a llamarse desde ese mismo momento. En cuanto el cómic quedó listo para moverse por las editoriales nos pusimos manos a la obra para que se publicase, confirmando que si el tema literario ya de por sí es complicado en España, el comiquero es casi una misión imposible. Afortunadamente, José Raúl Orte Crespo dio con Tebeox, una editorial de cómics en formato digital donde acabó publicándose "Darkgate: La oscuridad que devora" a mediados del año 2019. En la actualidad, Tebeox se encuentra en una interesante reestructuración mediante la cual desean publicar también cómics en papel, por lo que no se descarta que veamos próximamente a Dark en librerías especializadas, en blanco y negro y algunas páginas a todo color, como salió originalmente publicado.
Sin embargo, eso significaría adelantarme demasiado y hablar de una especie de reedición que todavía no está confirmada. Lo que hay, ahora mismo, es lo que hay, como aquel que dice, y lo que hay es que el relato "La oscuridad que devora", la novela corta "Casa de Sombras" y el cómic "Darkgate. La oscuridad que devora" forman el comienzo de lo que espero sea un universo tan comiquero como literario que se va expandido por más relatos, otras novelas y, espero, más cómics. Por ahora me quedo con el sueño cumplido de ver mi nombre en la portada de un cómic después de casi una vida disfrutando de superhéroes, supervillanos, capas, planes maléficos y justicieros que buscan convertir su barrio en un mejor lugar para vivir. Como es evidente, esto de los cómics no es para mí como la literatura, en la que sí que soy más habitual, pero nunca está de más probar con algo que te llena tanto desde el otro lado, desde el lado del lector. A día de hoy estoy muy orgulloso de lo que José Raúl Orte Crespo y yo conseguimos, a pesar de que tuviera sus limitaciones comerciales, por ejemplo, con el formato, llegando a alcanzar a pocos lectores. Ahora mismo ni siquiera se encuentra a la venta, así que imaginaos. Y, aun así, no cambiaría la experiencia por nada. ¿Cómo hacerlo? Ese niño que creció con Spiderman, Son Goku, Mortadelo y Filemón no me lo perdonaría nunca. Ese coleccionista de coleccionables no podría estar más contento. Ese joven que escribía fan-fictions me sonreiría y diría "así se hace, lo hemos conseguido".
O eso me gusta creer.
Pinte a trabajar pedazo de gandul y sal de casa de tus padres que tienes una edad, que los tienes amargados, pobres
ResponderEliminar"Pinte a trabajar"
EliminarLa escritura no es lo tuyo, pringao.
xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD
De lo único que eres fanático es de vivir de tus padres y no trabajar, vago
ResponderEliminarDe verte perder también soy fanático, jajajaja.
EliminarY ten en cuenta que aquí MANDO YO. Así que igual no te dejo responder más hasta que me comas los huevos desde atrás.
xD